viernes, 28 de agosto de 2020

LOS PAYASOS ASESINOS DEL ESPACIO EXTERIOR

Dir.: Stephen Chiodo
1988
88 min.

Película de una invasión alienígena donde nadie se toma en serio nada. Esto tiene sus pros y sus contras. La película empieza con una canción que marca el tono general de su música. Con una guitarra distorsionadísima se interpreta el tema circense clásico. Es curioso que algo tan icónico aparezca una única vez en toda la peli.

Hay muchos elementos muy divertidos. Para empezar el topiquísimo del señor mayor en su porche. Mientras habla con el perro se acerca a la nave espacial, que tiene forma de carpa de circo. Se abre una especie de portal por el que secuestran al perro. Veremos que esto no tiene ninguna consistencia con nada, pero es algo divertido. Lo primero que vemos de un payaso es su sombra. No está descubriendo nada, pero es una buena cosa.

Los protagonistas son típicos adolescentes interpretados por gente más cercana a la treintena que a la veintena. La primera vez que vemos la nave por dentro es algo maravilloso. Son escenarios bien construidos e imaginativos. Cuando están entrando por la puerta nos asombramos de que la nave emita luz desde dentro y sin embargo el interior sea oscurísimo. Es cierto que las rayas de dentro de la nave no siempre son lo más circense del mundo. Pero es algo bonito. Sorprende por lo desproporcionado con el resto del presupuesto el escenario donde hay un gran precipicio injustificadísimo.

A partir de aquí encontramos varios gags divertidos. Disparan a los protagonistas con unas palomitas voladoras. Más tarde descubrimos que estas palomitas no solo vuelan. También se arrastran y de hecho sirven como larvas para que crezcan más payasos. La escena donde vemos las palomitas por vez primera termina con dos frases que resumen el espíritu de la película: —¿Por qué palomitas? —Porque son payasos. Todo lo que ocurra de aquí en adelante quedará justificado porque los antagonistas son payasos.

Un perro hecho con globos. Huellas de pisadas enormes por los zapatos. Arranca la cabeza a un motero cayendo ella en un cubo de basura y él como el muñeco de trapo que es. Sus víctimas son envueltas en algodón de azúcar como si fueran telarañas. Hay un perro asesino hecho de globos. Un payaso va conduciendo sin coche y con faros en las rodillas. Un matasuegras estrangula al jefe de policía con cuyo cuerpo harán un número de ventriloquía.

A los payasos solo los puedes matar atacando su nariz. Tras esto se envuelven en una luz verde y explotan en confeti. Para el final se exige al espectador una suspensión absoluta de le incredulidad cuando la camioneta de helados penetra en la nave espacial y hace creer a los payasos que el muñeco que hay en el techo de la camioneta es su líder o algo por el estilo. Hay una explosión en la nave (con fuegos artificiales) tras la cual es imposible que sobrevivan los protagonistas de esa forma. Pero habrá que forzar el final feliz.

La película en ningún momento trata de hacernos sentir un peligro real. Es demasiado autoconsciente para ello. Otra prueba de esto es que la protagonista tiene una escena en la ducha. Pues bien, está rodado de forma que no se la vea nada, una traición absoluta a este género.

Como cosa curiosa, el jefe de policía detiene a dos chicos por beber en la vía pública y estas cosas que ocurren en los pueblos estadounidenses los viernes por la noche. Sin embargo se insinúa que puedan ser una pareja gay. No hay un gran hincapié al respecto pero sorprende esta normalización en este género. De igual forma los dos hermanos heladeros tienen una actitud que no nos permite descartar una relación homoincestuosa entre los dos.


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