viernes, 7 de agosto de 2020

FAUSTO

Dir.: F.W. Murnau
1926
100 min.

El protagonista vende su alma al diablo por la eterna juventud. Este es el argumento. Es poco interesante. De la trama no podemos esperar demasiado. Todo el peso debe estar en las formas del expresionismo alemán. Hay que decir que la temática le viene bien, pero no está tan bien explotada como podría.

La película tiene un buen arranque. Es bastante imponente. En la versión que yo he visto la música era sólo de piano. Para mi gusto la cultura alemana es capaz de hacer algo mucho más sinfónico y espectacular que un piano. Tenemos un ángel y un demonio con alas enormes. El diablo negro negrísimo y el ángel blanquísimo. Los movimientos del ángel son algo desagradables porque es completamente ortopédico. Se mueve lento y con trayectorias rectísimas. La silueta del diablo es una clara influencia para el monstruo en “Fantasía” de Disney. Fausto viejo también recuerda al brujo de “El aprendiz de brujo”.

Fausto es un hombre que tras haber dedicado toda su vida al conocimiento ve que no ha servido de nada cuando el diablo manda una plaga de peste que no puede remediar. Fausto pacta con el diablo para tener poderes y sanar a la gente. El mensaje es muy perverso. Curar la peste es algo que va contra los designios del señor y, por tanto, es satánico. Espíritu alemán puro. El pacto que hace con el diablo, por tanto, tiene un fin muy positivo. Sin embargo Fausto considera que ha perdido su vida y que debe recuperar su juventud y revivirla con vicio.

Como si se tratara del genio de “Aladín” el diablo le permite fingir ser un gran príncipe y hace la corte a una princesa el día de su boda. A esa escena llega en dos elefantes. Nunca se llega a ver a los animales de cuerpo entero. Están hechos de papel y la verdad es que funcionan increíblemente bien.

A partir de aquí la trama se vuelve muy rutinaria y muy poco interesante. Hay un juego de honras donde se ataca al patriarcado, hay un duelo y toda la culpa la paga la chica a la que ha seducido Fausto. De nuevo la película resulta perversa al juzgar muy blandamente a aquellas personas que niegan el auxilio a la chica en mitad de una noche de invierno. Sí es algo más interesante el descenso a la locura de ella en su celda. Pierde sus larguísimas trenzas y pasa a estar delgadísima y despeinada. Arde junto a Fausto en la hoguera y el amor es más poderoso que el diablo. La cuestión es que ambos mueren. Hay que ser muy pío para que este final resulte satisfactorio.

La imagen expresionista alemana está presente pero no muy explotada. Tenemos las calles de pueblos con líneas que se curvan, tejados altísimos… Pero no son muy abundantes. Hay una escalera con los ángulos muy forzados en la casa de ella que sí nos gustan… pero poco más.

Sí resulta más interesante el diseño del diablo. Un gorro, sin cuernos y con una larguísima y finísima pluma, que recuerda al de Maléfica en “La bella durmiente” de Disney. Cejas puntadas rectísimas y enfadadísimas. Una espada que levanta su capa siempre a modo de rabo. Un cuello altísimo en el que hunde toda su cara. La imaginería diabólica general suele presentarle más estilizado que a este ser.


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