jueves, 16 de mayo de 2019

JOHNNY COGIÓ SU FUSIL

Dir.: Dalton Trumbo
1971
111 min.

Una película antibelicista casi siempre es bonita de ver. Si además está continuamente invocando el modo de vida americano y restregándoselo por la cara al público estadounidense, pasamos toda la película con una sonrisa un poco cruel.

El presente está en blanco y negro y los recuerdos en color. Tiene perfecta justificación dado lo que se cuenta, pero es distinto a lo que estamos acostumbrados. El presente suele ser en color y los recuerdos en escala de grises.

Hay tres asuntos principales que se tratan en esta película: la eutanasia, la guerra y el modo de vida americano; y una reflexión sobre el tiempo y los recuerdos.

El padre ultramaterialista frustrado por culpa del sueño americano. Considera que su mayor éxito es una caña de pescar. La verdad es que es muy triste y es una gran escena en la que le niega todo su amor a su hijo con absoluta naturalidad. No es una escena cruel, es la forma de entender la vida de ese hombre.

La eutanasia es el tema que me resulta más interesante. Me enfurece como a nadie ese espíritu hipócrita de defensa de la vida. El Estado no puede matar al soldado mutilado, sin embargo no ha tenido ningún reparo en mandarle a un frente donde arruinará su vida. Me interesa más el enfoque que recibe el asunto en “Mar adentro”. Aquí la negativa a eutanasiarle es por una cuestión política. En aquella película es un asunto moral. “Mar adentro” nos pone tristes y esta peli nos hace hervir la sangre.

En el aspecto de la crítica a EEUU hay un ataque bastante agresivo a la religión. Aparece la iglesia de forma muy expresionista. Un altar en mitad de un plató blanquísimo. Recuerda en cierto sentido a Jodorowsky. Una historia más uniforme y una edición más perfecta hacen que funcione mucho mejor esta peli. Es una película realmente blasfema. No se ataca gratuitamente a los símbolos que la población venera. Se pone a un mutilado de guerra frente a Jesucristo y le dice abiertamente que no tiene nada que ofrecerle. Todo el mundo ha repetido hasta la saciedad que Dios está con el ejército americano y Dios no les abandona: simplemente no tiene ningún remedio para ellos. Es muy bonito que en las escenas donde aparece Cristo los relojes de arena no se muevan. Él realmente está por encima del tiempo, no le niega los atributos que la tradición le da. En la pantalla aparece el mismo Dios en quien todo el mundo confía.

Argumentalmente hay muchísimas cosas interesantes. No nos gusta mucho que la enfermera se enamore de él. No hay por dónde coger ese cariño hacia un ser sin cara. Se acepta para que coja más fuerza la imagen de ella intentando asfixiarle. Pero no hace falta estar enamorada para aplicarle justicia, basta con ser una buena persona.

Los delirios son perfectos. Es preciosa la escena en la que empieza a contar los días. Con esos planos rapidísimos, el monólogo veloz. ¡El tiempo es la salvación que Dios no le da! De ahí que su final sea más trágico al arrebatarle lo único que mantenía su equilibrio mental. Es cierto que una vez que sabemos que lleva mucho más de un año ahí postrado nos llama la atención que en todo ese tiempo no se le hubiera ocurrido lo del código morse. En todo momento tiene el mismo nivel de lucidez. Es necesario para que haya película, pero es bastante inverosímil.

En el recuerdo que protagoniza con su padre en mitad del bosque hay varios asuntos muy interesantes. La narración de cómo pierde la caña de pescar de su padre es magnífica. No hay una gran historia acerca de cómo la pierde. Simplemente es una información que se debe transmitir y se hace con un plano muy rápido, conciso y genialmente montado. En el bosque hay un cierto momento que se desarrolla al amanecer. Esto está hecho con noche americana. El sol brilla mucho y los árboles generan muchas sombras que tiran por tierra el efecto.

Magnífica la actuación del protagonista, en particular magnífica interpretación de los monólogos interiores.


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