viernes, 26 de junio de 2020

PORCO ROSSO

Dir.: Hayao Miyazaki
1992
94 min.

Es la historia de un héroe de la aviación y su enfrentamiento con su archienemigo, aderezado con chicas que son la recompensa para quien gane el duelo. Aunque sería fácil que los personajes femeninos se limiten a este rol, son personajes desarrollados y con peso en la historia.

Con respecto al dibujo de otras películas del estudio, las figuras humanas son mucho más realistas y se alejan de las caricaturas. Como excepción tenemos al hombre mayor que arregla el avión de Porco. Los planos en los que aparecen Porco y el hombre son muy estéticos por el contraste de ambas figuras. Otro gran diseño es el de los piratas aéreos cuya cara se limita a una barba y unas gafas de aviador.

Las escenas de aviación son muy bonitas. En especial aquellas en las que vuelan muchos aviones juntos. El excelente sonido de los motores completa el dinamismo que la animación asiática no siempre consigue. A esto se le suma el ruido del instrumento para transmitir los mensajes en código morse entre los aviadores.

Porco se convierte en un cerdo sin que haya ninguna explicación al respecto. Esto me parece de gran inteligencia. No se retrasa la trama con explicaciones que no aportarían gran cosa. En este aspecto me recuerda a “Chinatown” cuando se hace referencia a un pasado traumático del protagonista sin explicar nunca qué es. La diferencia es que en “Porco Rosso” sí vemos claramente que aquel suceso le ha cambiado drásticamente la vida.

Toda la peli está construida para esta escena pero el duelo final entre los dos aviadores se me hace muy largo y con un final no muy satisfactorio. Una pelea física de puñetazos lentísimos, chapoteando, cayendo muchísimas más veces de las que nos interesan.


viernes, 19 de junio de 2020

EL VIENTO SE LEVANTA

Dir.: Hayao Miyazaki
2013
125 min.

Con solo ver los primeros planos de la película descubrimos que hay algo distinto. El espíritu de Ghibli no está. Esos colores brillantes y uniformes nos son extraños a pesar de que los personajes que nos presentan intentan tener toda la ilusión y fantasía de los que el estudio nos ha proveído hasta ahora. Miyazaki ha decidido aceptar la animación tridimensional.

Al poco tiempo de empezar hay un maravilloso terremoto que por momentos parece ser la justa recompensa por soportar esos colores impostados. La escena es brutal y supongo que un japonés, que viva con el terremoto como un mal endémico, sentirá una empatía brutal hacia los protagonistas. Esta empatía no me es ajena pero sí lejana y esto hace que el reencuentro que se producirá más adelante en la película no sea tan emotivo como se propone.

El relato es muy bonito. Un niño sueña con ser aviador pero su miopía le hace resignarse a ser ingeniero. Toma a un precioso personaje como ídolo: un ingeniero italiano creador de aviones. Los movimientos de este ser son maravillosos. En momentos recuerda al espantapájaros de “El castillo ambulante”. De nuevo, un punto positivo para la animación por ordenador.

Hay una dicotomía en los diseñadores de aviones que, aunque no sea muy novedosa, funciona bastante bien. Ellos quieren diseñar aviones bellos e ingeniosos pero saben que los hacen como armas de guerra.

Los sueños del protagonista de crear aviones no son muy fantasiosos. Cada vez que habla de sus aviones soñados, en pantalla siempre se nos muestra el mismo avión. No es feo, es un avión muy elegante. Pero no parece que el protagonista sea alguien tan creativo como se nos pretende hacer creer.

Los movimientos de los aparatos voladores son muy llamativos por la poca continuidad de la animación japonesa. Dado que casi todo lo que hay en pantalla se mueve a saltos, ver los elegantes movimientos de las máquinas voladoras es muy efectivo.

Toda la historia más a allá de la carrera de ingeniero del protagonista me genera muy poco interés. Él pocas veces parece realmente enamorado de la chica que siente cercana su sentencia de muerte.


viernes, 12 de junio de 2020

LA PRINCESA MONONOKE

Dir.: Hayao Miyazaki
1997
133 min.

Trata una guerra entre los humanos y los dioses del bosque. Pero la película dedica mucho tiempo a labrar su mensaje ecologista lo cual lastra muchísimo la narrativa de su épica. En los momentos donde la batalla debiera lucir la película agoniza de forma desesperada. Se rompe el ritmo tantísimas veces que no importa cuán salvaje sea el especto de los animales agonizantes, nunca son capaces de levantar una escena de acción.

Pero esta guerra tampoco funciona demasiado bien. De forma bastante simplista los humanos necesitan recursos del bosque y éste se enfada con ellos por su actitud conquistadora e imperialista. ¿Dónde está el fallo? Que el bosque tiene dioses que los humanos conocen pero no veneran. Son dioses con muchísimo poder ya que son capaces de hacer resucitar a un bosque entero. Sin embargo la pólvora es suficiente para que los humanos estén en superioridad bélica. Esto consigue que no terminemos de comprender el conflicto entre ambas comunidades y que pierda fuerza al no ser conscientes del enfrentamiento real.

Para hacer aún más cuestionables las decisiones humanas hay una pequeña guerra civil donde hay un enfrentamiento entre humanos. Nada muy interesante que solo sirve para hacer una especie de alegato feminista que tampoco lleva a ningún lado. De alguna manera las mujeres son las que guardan el poblado como ha ocurrido históricamente y para propiciar que aparezcan más tiempo en pantalla muestran cómo lo defienden. Buenas intenciones pero en un momento en el que la trama tiene su atención en otro lado. De nuevo un lastre.

El cuanto a la dialéctica entre hombres y bosque, el mal y el bien, se representa de forma muy clásica. La muerte es una sustancia petrolífera, los hombres queman el bosque en hornos, en fuego… La resurrección es cristalina, es agua… Los demonios gusanos… Nada muy interesante en este sentido.

Al poco de empezar la película vemos algo que llama la atención. El protagonista poseído por un demonio del bosque lanza dos flechas cercenando los brazos a un enemigo y decapitando a otro. Esto se muestra de forma muy explícita. Es cierto que no se recrea en ello pero sí se ve mucho más de lo que esperaríamos de una película de Studio Ghibli. Me gusta mucho el resultado y es enormemente inesperado.

En muchas películas de Ghibli aparece un desfile de seres mitológicos. Pero más que sagrados son mágicos. No ocurre así en esta ocasión. Todos los seres que aparecen están relacionados con dioses y les deben respetos y demás sumisiones que me resultan muy poco atractivas. En este sentido me recuerda a la tragedia más clásica. Hay muchos personajes aquí que no funcionan nada bien. Por ejemplo los propios dioses. Son seres muy feos por lo general. Todos los cuadrúpedos son difíciles de mirar. Los lobos, que son un animal de elegancia infinita, son feos. Por no hablar de la voz terrible con la que habla el lobo. Es muy desagradable de escuchar. El Dios de la vida y la muerte tiene cuerpo de ciervo y cara como de simio, un diseño espantoso. Los jabalíes son feos también…

Los únicos personajes que son agradables de ver son los seres blancos de tres únicas manchas negras configurando su cara. Mueven su cabeza de forma mecánica con un sonido adorable. Me gustan mucho, tienen un movimiento muy infantil. Por otro lado es interesante la primera aparición de los monos. Con movimientos que apenas se corresponden con las voces que emiten. Hay que decir que se nos presenta estos seres cuando su peso en la historia es anecdótico.

Hay algunos guiños al espectador muy viscerales. Por ejemplo se agradece que muestren de forma tan macabra el acto sádico del cazador de guardar la cabeza de su presa. Es bonito también que en una sociedad política anterior al Estado moderno el pueblo ataque a sus militares. Son momentos muy breves pero que producen un placer en las entrañas que se agradece después de tantos y tantos minutos de insoportable película.


viernes, 5 de junio de 2020

EL CASTILLO EN EL CIELO

Dir.: Hayao Miyazaki
1986
124 min.

Por el título y no sólo por el título nos recuerda a “El castillo ambulante” y por la temática y sólo por la temática nos recuerda a “El viento se levanta”. El castillo ambulante era una máquina llena de tuberías vapor y válvulas. El gusto por este mecanicismo lo encontramos a lo largo de toda la carrera de Miyazaki. Imposible olvidar al tipo de “El viaje de Chihiro” con pares de brazos encargados de proporcionar vapor. Hay que decir que todo lo que tiene que ver con motores está conseguido en esta película como en ninguna otra.

Hay trenes, hay aviones, hélices de avión, motores de avión, carriles para vagonetas de mina imposibles… Hay una cantidad asombrosa de ello. En la película no hartan. Este aspecto sí resulta algo repetitivo dentro de la carrera de Miyazaki. Lo cierto es que están ejecutados, distribuidos y presentados con maestría. Son imponentes las gigantescas máquinas que surcan los cielos y navegan por las nubes como barcos. En particular me refiero a la nave militar Goliat. La forma en la que emerge de las nubes como un submarino es imponente. Es una lástima que a todo este despliegue visual no le acompañe una mejor banda sonora. Me pregunto varias veces a lo largo de la película cómo sería sustituir esas poco acertadas músicas sintetizadas por la elegancia del vals de “El castillo ambulante”.

Los créditos iniciales son una delicia. La imagen se vuelve un grabado y las máquinas se mueven con miles de ruedas dentadas y con una lentitud mecánica perfecta. Lo siguiente que nos descubre la película es una ciudad magnífica, con casas bajitas. Un pueblo minero en un desfiladero. Con casas colgadas de la roca y carriles de minas por todas partes. Es un lugar magnífico. Otro gran personaje que se nos presenta aquí es un tipo mayorcísimo sin boca y que habla con las rocas. Es mágico este hombre.

La última parte de la película es la que menos me interesa. La isla flotante de desgraciado nombre en castellano, Laputa, aparece imponentemente. Incluyendo los robots y toda la vegetación con gigantismo. Sin embargo toda la trama de herencias y de saqueo de una civilización con tecnología impresionante ya le he visto en películas como “Atlantis” o “Avatar”. En honor a la verdad esta película es anterior a aquellas pero es una trama que me despierta muy poco interés. Como tal toda la persecución dentro de la isla me da bastante igual. Tampoco entendemos muy bien por qué el villano quiere ser rey de una isla vacía.

En particular me molesta este asunto de que un señor muy malo se enfrente a unos niños. Ya vimos esta cosa difícil de asimilar en “Los goonies”. No nos creemos que unos niños puedan tener esa entereza ni que unos adultos traten así a unos niños. En este sentido es sorprendente que el niño recibe un tiro en la cara. Es cierto que no tiene consecuencias pero no se suele ver.

En los últimos planos de la peli la isla se desmonta y se eleva muchísimo. Esto está relacionado con el mensaje de “El castillo ambulante”. En ambas películas para que esa gran máquina avance o se eleve debe perder peso. Un mensaje simple pero no por ello poco bonito.

Al ver los robots es imposible no recordar la película posterior “El gigante de hierro”. Por ser aquella americana el robot es mucho más limpio pero la referencia es indudable. Es bonito ver al primero de los robots andar a cuatro patas con las extremidades destrozadas. Es menos bonito verlos en estado de hibernación como cucarachas.

La película tiene un mensaje femenino muy potente. Son enormes los pechos de las mujeres poderosas y son enormes sus personajes. El momento en el que la matriarca del clan de ladrones (personajes estéticamente muy interesantes por sus gafas de pájaro) se quita la falda descubriendo un mono de aviadora es muy potente. Diría que es algo que he visto muchas veces y que por ello es poco interesante y eso es lo que he pensado durante el visionado. Sin embargo al pensar que la película es de los 80, el asunto cambia y se vuelve una imagen realmente rompedora.