miércoles, 17 de noviembre de 2021

SHOWGIRLS

Dir.: Paul Verhoeven
1995
128 min.

Probablemente lo más poderoso que tiene la película sea su poster. Esa pierna kilométrica recortada sobre un fondo negro y ese pelo rubísimo. Se crea el contraste cromático feo pero poderoso dorado sobre negro. Hay que decir que uno podría intuir en el póster una elegancia que después no aparecerá en la película pero sí toda la fuerza que el cuerpo femenino erotizado puede desprender.

La película rápidamente presenta una trama que es un calco de un drama de instituto tradicional americano como “Mean girls”. Se cambia un poco las localizaciones y hay una propuesta más atrevida, poco más se cambia al respecto. Caen en los mismos estereotipos. Al presentar en el instituto a actores mucho mayores que sus personajes se genera de forma inmediata una distancia con cuanto vemos tremenda. Así nos podemos creer muchas cosas que en esta película no tanto.

Aquí, por ejemplo, se habla de bailarinas que son de lo mejor que hay en Las Vegas. ¡Apenas las vemos bailar! Hay escenas de baile y no pocas, pero son vueltas sobre las mismas coreografías, mismos movimientos efectivos en cámara. Por otro lado vemos a una protagonista muy ambiciosa que quiere triunfar en Las Vegas. Cuesta mucho creerse esta ambición cuando no la vemos trabajar realmente casi nunca. La vemos pasarlo mal porque se muestra un mundo sórdido, pero la tenacidad y sacrificio del ensayo no aparece nunca.

La película se muestra sin ningún tipo de maquillaje como amante del cuerpo femenino y de los pechos en particular. Muchas veces aparecen con carácter pornográfico aunque hay que decir que se preocupa mucho de que protagonista y antagonista tengan mucha fuerza gracias a sus cuerpos desnudos. Mostar pechos sin ninguna censura permite movimientos de cámara naturalísimos. Nos evita también planos bochornosos como mujeres tapándose sólo porque la cámara haya entrado en el camerino. A pesar de buscar el desnudo gratuito a veces se producen imágenes muy interesantes. En el Cheeta, el primer club de baile donde trabaja la protagonista, debe someterse a los tratos desagradables de clientes y su jefe. Ella debe lidiar con esto, esto es el centro de la escena. Sin embargo el plano está repleto de pechos y erotismo de otras mujeres. El desconcierto que se genera es muy fuerte.

En este primer club se produce ya una dialéctica que se mantiene en toda la película: la diferencia entre una bailarina de estriptis y una prostituta. Una moral americana confusa hace que aspectos muy sutiles se consideren cruzar líneas no tan claras. Ella lo tiene muy claro aunque nosotros y todo su entorno no. Ese baile que hace para el tipo rico que trabaja en el hotel mientras su amante mira es poderosísimo. Le hace eyacular a él pero baila para ella. Ella es la seducida.

Con respecto al enfrentamiento entre las dos chicas. Apesta al sempiterno fetiche masculino de dos chicas peleándose. Tiene un esquema muy parecido al de una película de instituto. Aquí hay un detalle que, lógicamente, nunca se verá en el otro subgénero. Hay una suerte de relación lésbica entre ambas. Probablemente aparezca en la película por razones pornográficas, pero genera elementos muy interesantes. Primero hay una seducción para tener a alguien detrás de ella, pero el beso se consuma cuando la diva se ve reflejada en una chica más joven.

La subtrama del chico que le compone un número de baile para clubes más pequeños no nos interesa mucho por lo naíf. Se quiere mostrar que ella podría estar con alguien que la estima en vez de en esos mundos de alta clase, clase que la película se encarga de ridiculizar. Al chico se le dota de una gran sinceridad en sus actos pero no parece así. Todo eso de que escribe el número para ella… Difícil que suponga una diferencia para alguien que acaba de conocer. Por otro lado justifica no ser tan fiel como a ella le gustaría por una especie de adicción al sexo en una escena con una pretendida dignidad que no tiene.

Sí me resulta interesante el trato que recibe de la coordinadora de bailarinas en el hotel y del dueño en el club. Es un trato casi militar. De hecho sorprende el carácter infantil de la película cuando la protagonista tira a la diva por las escaleras. La actitud de la coordinadora no parece de alguien que lleve años trabajando en ese mundo. La manera en la que moldea a sus bailarinas las debiera dar una disciplina que no corresponde a lo díscolo de la protagonista.

En cuanto al tipo del club. Hay algo bonito a la par que fabuloso en ese personaje. A pesar de machacarlas, quiere a sus trabajadoras. Cuando la protagonista trabaja en ese local tememos a ese tipo, nos asqueamos con él. Pero de alguna manera es muy seductor. Volver a ver a su chica cuando está triunfando es un blanqueamiento de esa personalidad bastante artificial. Además si se nos trata de convencer de que el éxito al que llega es vacío, no tiene mucho sentido que aparezca un personaje a reconocer un peso a su éxito que la película trata de negar.

Por último hablaremos del aspecto general de la película. Los cuadros son muy cerrados. A no ser que el protagonista del cuadro sea un cuerpo femenino, los márgenes se abalanzan sobre lo que se muestra. Los rostros parecen asfixiados en la imagen. Una fotografía dorada y extenuante nos dificulta en ocasiones el visionado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario