viernes, 8 de marzo de 2024

ALICE

Dir.: Jan Švankmajer
1988
86 min.

El stop motion por supuesto es el protagonista indiscutible. Pero otro aspecto que está tratado con mucho cariño son las texturas. Los metales de los cacharros de cocina. Las telas. Las maderas en suelos y muebles. Las paredes desconchadas. El serrín que está dentro de todos los muñecos y de forma particular en el conejo blanco.

Busca el horror continuamente. Dada su presencia a lo largo de toda la película puede explotarlo mucho con el conejo blanco. Los ojos terriblemente saltones. El serrín que le sale de la barriga cada vez que saca su reloj… Los ruidos terroríficos que hace al mover las mandíbulas… De hecho es él quien recrea el plano de “La carreta fantasma” de la puerta y el hacha.

Todos los episodios están enmarcados en una habitación. Cada encuentro es un cuarto distinto. Esta forma de moverse por una casa en la que no sabemos qué nos vamos a encontrar da un aspecto de película de miedo clásica. Es muy inquietante por ejemplo cuando aprende a utilizar el hongo para crecer y encoger. Vemos una habitación que solo tiene unos árboles falsos y una lámpara que cuelga del techo. Que la cámara contemple algo tan simple con tanto asombro, da miedo.

Los otros personajes terroríficos son los animales que tratan de echar a Alice de la casa del conejo blanco. Estando ella atrapada porque es demasiado grande empiezan a perseguirle varios animales. Todos ellos tienen cráneos en lugar de cabezas. Es bastante inquietante que muchos sean pájaros. Gorriones quizás. No tienen cabeza pero tienen un vuelo bastante realista. Esta escena se me hace larga, pero por lo menos me regala la siempre divertida imagen de un pájaro con brazos.

Donde se permite ser más desquiciada es en la escena del sombrerero loco. Cada vez que un personaje interviene una voz de niña sale de unos labios que solo vemos en primer plano. Todos los personajes, por tanto, tienen la misma voz y casi siempre la voz narradora acota diciendo quién ha dicho la frase. Esta explicación siempre es innecesaria porque siempre vemos moverse al ser que está hablando. Por lo tanto cuando el sombrerero exige una y otra vez cambiarse de asiento para usar una taza limpia siempre escuchamos un dijo el sombrerero loco que hace todo el asunto mucho más frenético, obsesivo y enfermizo. Los engranajes de relojes se llenan de mantequilla, las botas del sombrerero avanzan a la silla sucesiva, el té se derrama por toda la marioneta, la cuerda de la liebre chirría, se le descuelga el ojo a la liebre… Es la escena donde la película más disfruta.

Hay un gusto por las cosas. Así antes de introducirnos a la pesadilla la cámara ha recorrido toda la habitación. Llena de cosas. Cosas que después representarán los distintos seres con los que se encuentre Alice. Cuando está cayendo por la madriguera del conejo (situada en el interior de un cajón) vemos baldas llenas de objetos. Es señalable que, aunque vemos a la niña al lado de un río, esto ya es parte de la fantasía o quizás preludia otro sueño del que la película nunca despierta. Pero el caso es que se nos dice que ese río no es real. Es lo que la niña imagina y que en su lugar sólo hay una taza de té. Entre ambos planos de realidad la narradora nos dice que estamos a punto de ver una película hecha para niños… quizás.

Es recurrente el hecho de que al abrir un cajón se desencaje el tirador y Alice deba abrirlo con un dedo o haciendo palanca. A mi parecer, demasiado como para que la niña no se haya dado cuenta ella sola.

Aunque la escena me parece muy corta, me ha gustado mucho la representación de la oruga sobre el hongo. Es un calcetín. Toda la habitación en la que vive la oruga está plagada de calcetines que devoran el suelo llenándolo de agujeros. La intervención de la oruga es mucho menos inquisitiva que la que veíamos en “Alicia en el País de las Maravillas” de Disney.


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