viernes, 1 de marzo de 2024

EL OJO DE LA AGUJA

Dir.: Richard Marquand
1981
112 min.

El carisma de Donald Sutherland es tal, que nos resistimos a creernos que la película vaya a decantarse por los aliados en la Guerra Mundial. Su aspecto alargado, sus ojos clarísimos, su cara finísima, su acento inglés… Todo el personaje está diseñado para seducir ¡y vaya si lo hace! Los nazis no pueden llegar a saber que los aliados desembarcarán en Normandía. El malo no puede ganar en una película. Pero lo deseamos con todas nuestras fuerzas.

Siempre está despierto. Ha de cometer algunos fallos para alargar la trama, pero aún así cuanto hace es admirable. Es curioso que su caballerosidad sea lo que dé la derrota a Alemania. En su entrenamiento supongo que aprendió que la violencia no debe ejercerse contra mujeres y niños. Efectivamente no tiene ningún problema en matar a absolutamente nadie salvo a los dos únicos supervivientes de Storm Island. La otra lectura que puede darse es que la derrota de Alemania se deba a la debilidad carnal del protagonista. Uno podría pensar que no mata a todo el mundo en esa isla por poder acostarse con la mujer de la isla.

La película es británica y ha heredado gran parte de la sofisticación de las películas del Hollywood clásico. Hay que agradecer todo el estilo que tiene. Es muy agradable de ver. Nos cuelan la historia romántica casi sin darnos cuenta. Es una maravilla la constatación de que el destino de la política mundial queda en manos de dos personas. Contactar con el submarino es lo único que cambiará el curso de la historia y ese contacto depende sólo de dos personas en el mundo.

Resulta bonito que el protagonista tenga como nombre en clave la Aguja. Cualquier persona que se le ponga en su camino tendrá que enfrentarse muy probablemente al puñal con forma de aguja que clava con tantísima facilidad. En general actúa esquivando las consecuencias de cuanto hace. La manera de deshacerse de una moto, de robar un barco…

La lucha final a la desesperada es impresionante también. Correr varios kilómetros bajo la lluvia, a un paso militar. Seguir peleando pese a haber perdido los dedos de una mano. Montarse en una barca con un tiro en la pierna. En última instancia tratar de remar teniendo en el tronco un disparo de bala con orificio de entrada y de salida.


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