miércoles, 27 de marzo de 2024

JESUCRISTO SUPERSTAR

Dir.: Norman Jewison
1973
102 min.

El primer elemento que nos sorprende es la autocaravana de la que sale todo el elenco y empieza a repartir el atrezo, siendo el último objeto que bajan la cruz. Esta carta de presentación es suficiente para que la película tenga mi beneplácito. Este mismo elemento en un montaje teatral no habría sido tan disonante. Las convenciones del teatro dejan al público más tarea a la hora de construir la ambientación. En cine el vestuario y escenografía suele tener un resultado más pulido que nos transporta de manera más fidedigna al cronotopo que corresponda. Y es que los elementos más memorables son justamente los que se alejan de las convenciones del cine y se acercan más a las del teatro. Así por ejemplo es muy llamativo cómo los escenarios se reconstruyen sólo con ruinas. Las paredes del templo de Caifás están derruidas, las columnas no soportan ya ningún techo… Cuando se reúne el sanedrín lo hace en unos andamios metálicos que sí nos imaginamos en un teatro, pero que son muy disonantes en una película. Esa desnudez en el escenario recuerda a lo que después haría Lars von Trier en “Dogville”.

Me gustan los soldados romanos con camisetas de tirantes rosa, pantalones militares y casco brillantísimo. Me gusta el afeminadísimo Herodes. El mercado que desmantela en el templo de Jerusalén (no es la imagen más elaborada de la historia pero igualmente es llamativo cómo se venden a pollos cogidos por las patas y metralletas automáticas). En cierto sentido es una imagen propia de Jodorowsky. No me gusta tanto el duelo en el que Judas y Cristo se enfrentan una vez que ambos han muerto, me parece excesivamente teatral y que en cine pierde fuerza. Por lo demás Judas me gusta todo el rato. Me gusta cómo Judas grita desde un cerro mientras Jesucristo y sus seguidores entran a Jerusalén. La forma en la que se retuerce por el suelo, movimientos casi de simio. Toda la expresividad de Judas me encanta. El momento menos interesante que él protagoniza es su arrepentimiento ante Caifás, pero eso no es culpa directa de la película sino propiamente de la narración.

Un personaje que está curiosamente bien interpretado es el de Pilatos. Quizás sea el único que tiene una interpretación genuina. Es el más contenido. En el juicio a Cristo adquiere una posición totalmente comprensible. Me gusta (de nuevo recuso teatral) cómo se torna el agua en rojo de forma exagerada. Es poderosa la forma en la cuenta los latigazos que Cristo recibe.

Otra interpretación increíble es la espídica coreografía en la que sus seguidores empiezan diciendo que harían lo que fuera por él y poco a poco la letra le exige que muera por ellos. La voz principal luce unos enormes dientes. Una sonrisa perenne mientras agita todo su cuerpo. Aquí los planos fijos realizan fundidos en los que la multitud aumenta. Es una coreografía organizada pero sin mucha sincronía, el efecto es maravilloso.

Las cosas que menos me interesan es la relación personal de sus seguidores con Jesús. Entiendo que si la película hubiera dedicado más esfuerzos en construir un personaje de María Magdalena con el que empatizar, podría tener más interés su lamento. Pero es que ante todo hemos visto a Cristo como un ídolo de masas, como un sanador y un revolucionario político. Su relación con las mujeres del grupo sólo la hemos visto reprochada por Judas. Cuando la película se detiene en seco para que Magdalena pueda llorar, yo sólo podía pensar en lo largo que es un viacrucis y que había que continuar con la narración. Por el ritmo interno de la película, es la primera vez que vemos que la película se detiene. Va como un tiro. Se acaba una canción, un fundido, quizás un efecto un poco simpático de cámara y vamos que nos vamos. Nunca hay diálogo nunca hay silencios.

Sí me interesa muchísimo la relación de Jesús con Dios. No es ya sólo que le pida que aparte de él ese cáliz. Es que tiene serias dudas de que su muerte vaya a servir para algo. Toda la película recuerda varias veces que Jesús es un personaje que lleva en la esfera pública tres años. Ha conseguido que le llamen J.C. en la canción “Hosanna” y que los necesitados le atosiguen. Realmente tiene una capacidad de atracción increíble y hay muchísima gente que al ver cómo le apresan y cómo muere pierde todas las esperanzas que había puesto en él. Me gusta mucho esa postura en la que ha reunido tantísimo poder y no es capaz de hacer nada con él y, antes de que sus seguidores lo sentencien, prefiere sacrificarse. Es fácil pensar en líderes públicos actuales que tras haber conseguido el poder no han sabido cómo aprovecharlo. Cuando exige explicaciones a Dios vemos una sucesión de representaciones de la crucifixión a lo largo de la historia: su muerte será recordada. Otro de los momentos estelares de la película y alejado de lo teatral.


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