domingo, 2 de junio de 2019

HOLY MOTORS

Dir.: Leos Carax
2012
111 min.

Película estrella en los rankings de películas raras y ella lo disfruta. Para empezar la distribuidora no ha perdido la oportunidad de poner en la caja del DVD al personaje pelirrojo de traje verde.

La película habla sobre la identidad, el trabajo de actor, la realidad y la ficción… Dado que la gente que se dedica a hacer películas inevitablemente pasa mucho tiempo con actores, es habitual que sea un tema recurrente en el cine. En “El show de Truman” se explora ya este concepto por poner el ejemplo más evidente. Debido a las muchas películas que hablan de un tema tan tópico es complicado que se aporte nada nuevo. Esta película es perfectamente consciente de ello y en vez de dedicar largos discursos a temas trascendentes, explota la forma con suma maestría.

El argumento es sencillo, una empresa que quiere de un actor con talento todo su tiempo y a éste cada vez le cansa más su trabajo. Mientras le vemos ejercer su profesión vemos a un actor en toda regla. Estamos avisados todo el rato de que estamos ante un espectáculo. El personaje protagonista es un actor y hemos venido a esta película a verle actuar. En algún momento en mitad de la película se nos recuerda que estamos viendo una película. Pero se hace de una forma maravillosa, con unas preciosas imágenes de fotogramas antiguos o con una repentina bajada de la calidad de imagen.

Es prodigioso que el único momento en el que no está actuando de repente todos los diálogos son una caricatura nada grotesca de los diálogos de películas americanas de los 50. Una pareja en un lugar abandonado que les trae muchísimos recuerdos, diálogos evocadores y un número musical. Maravilloso. Hasta ese punto llega el delirio de esta azafata que se suicida sin dejarnos muy claro si interpretaba y el hombre calvo no sabe distinguirlo o si realmente se ha suicidado.

El final es de una elegancia absoluta. Cuando la historia ha terminado de forma evidente todos esperamos un fundido a negro en ese plano del garaje. Es un final satisfactorio, no hay ninguna queja. De repente un giro sorprendente, delirante y divertido. Cuando parece que va a ser solo una broma aparece un coloquio magnífico, sutil. Y termina de una forma mucho más elegante y redonda.


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