miércoles, 3 de mayo de 2023

BEAU TIENE MIEDO

Dir.: Ari Aster
2023
179 min.

Realidad, ficción, fantasía y obsesión se funden. La película se vuelve muy libre porque nada tiene más consecuencias de las necesarias. Precisamente por esto cuando la película empieza a dar rienda suelta a una imaginación descarrilada muy bien lo tiene que hacer para que nosotros le acompañemos, porque en el plano siguiente, nada de lo que ha ocurrido tiene por qué ser real. Eso la película lo suele sentenciar con alguna sensación de ridículo. Pero es muy difícil que se gane nuestra complicidad dada la solemnidad con la que cuenta todo.

De lo peor que tiene la película es el padecer de Beau. Es un personaje al que, durante mucho tiempo, sólo le pasan cosas. Nunca tiene un poder de decisión y eso me exaspera. Y encima no me puedo enfadar con la película porque está justificado por su característica pregunta ¿Qué debo hacer? La madre sobreprotectora de su infancia le ha impedido actuar según su conciencia y todas sus decisiones estaban subordinadas a evitar que su madre se enfade. Pero me exaspera tantísimo ver a Beau en la casa de la familia americanísima como un pasmarote mientras le pasan toda clase de cosas…

La resurrección de la madre y los delirios que vienen después casi son el momento en el que mejor me lo paso. Porque ahí la película asume el dislate absoluto. Es también el único momento en el que yo tengo miedo. Aparece el excombatiente de Venezuela con estrés postraumático, quien le lanza un puñal a modo de arte marcial. El puñal, en vez de clavarse, le golpea con el mango. Algo que debería ocurrir mucho más a menudo en estos lanzamientos. La figura que representa a su padre es un pene gigante. Su madre desde niño le ha inculcado un terror al sexo con el relato de la muerte de su padre. Un relato que en este punto poco importa que sea cierto o no. Porque todos los momentos en los que ello tiene relevancia no tienen ningún tipo de verosimilitud. ¿Cómo su amada de la infancia decide hacer el amor con él? ¿Por qué se muere? La consecuencia más directa de este trauma es que Beau no ha eyaculado en su vida. El chiste se materializa en unos testículos anormalmente grandes que intuimos cuando se da un baño y vemos en su esplendor haciendo el amor con Elaine. Después de “Todo a la vez en todas partes” no nos sorprende la zafiedad de A24 al hacer chistes.

Ari Aster hace este acto de soberbia de mostrar los momentos de mayor depravación moral como si no fuera nada todo aquello. Por supuesto la muerte de la niña por intoxicación de pintura, la mujer hispanoamericana que se deja decapitar a cambio de muchísimo dinero… El elemento de la decapitación se repite de “Hereditary (2018)”. También de esa película tenemos las escenas que renuncian al fotograma cuadrado y rellenan todo lo que está fuera del decorado de negro. Ocurría en la caseta de “Hereditary” y ocurre con la escalera que da al desván de esta película.

El psiquiatra que trata a Beau me ha evocado dos elementos de David Lynch: dos personajes de “Twin Peaks”. Por la manera en la que ríe, por pura maldad, cuando la madre está destrozando a Beau me recuerda al enano de “Twin Peaks” pero también me hace pensar en el hombrecillo extraño que acompaña a Audrey Horne en la tercera temporada.

Todo el juicio final, el cual no me interesa en absoluto me hace pensar en el muchísimo más imaginativo juicio con el que acaba “Pink Floyd: El muro”. Las acusaciones que le presentan son o bien recuerdos de su infancia con los que no podemos empatizar ya; o bien cosas que más o menos nos imaginábamos que le torturaban.

La primera parte de la película supongo que es un intento de Ari Aster de enfrentar a quienes compararon “Joker (2019)” con “Taxi Driver (1976)”. ¿Querían una sociedad decadente? ¡Aquí la tienen! A pesar de toda la drogadicción y violencia que se nos muestra, diría que lo más escandaloso es aquel chico que graba a un desquiciado en la azotea de un edificio y explica: estamos intentando que se tire. También hace hervir la sangre cómo Beau huye desnudo de un hombre con un puñal y tiene la mala fortuna de cruzarse con un policía que proyecta todo su miedo contra Beau y le amenaza con dispararle.

Repito una vez más que no importa qué es verdad y que no. Pero yo diría que Beau nunca llega realmente a casa de su madre. Me parece muy extraño que la escultura gigante, de una madre panóptica, idéntica a la figurita de porcelana que compra en un puesto de la calle sea otra cosa que una trasfiguración de esa figurita.

La película tiene otros dos episodios. Y me parece justo llamarlos así porque de verdad se preocupa de que la relación entre ellos sea nimia. Me refiero al relato de animación y a las escenas en las que Beau es un niño. Realmente es un niño con la cara difícil de mirar, como la protagonista de “Hereditary” o el niño de “Men (2022)”. La escena de animación sí me interesa algo más por entretenida. Diría que parece reírse de quien espera cosas complejas de esta película. Se cuenta una historia que nada tiene que ver con Beau pero que la narración pretende identificar con él creando una especie de bucle temporal del todo insostenible. Para el espectador que esté tratando de descifrar la hermenéutica que está viendo con apenas una frase se le desmonta todo el chiringuito.


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