sábado, 2 de enero de 2021

CALLE MAYOR

Dir.: Juan Antonio Bardem
1956
95 min.

Una mujer de 35 años ya es mayor para casarse. La Calle Mayor de una capital de provincias es su centro social. Ella, Isabel, pasea por ella como todo el mundo, pero un grupo de amigos consideran que ella debe estar o de monja o en la cocina. Pero ella es una señorita: no puede trabajar en la cocina ni con un empleo, como tal es una persona improductiva para la sociedad. La película condena esta situación tajantemente.

La crítica de la película es muy afinada ya que nos sitúa en una capital de provincias. Si hubiera sido en Madrid quizás habría tenido más oportunidades por ser una ciudad más abierta. Si hubiera sido en un pueblo no habría habido tiempo libre, ni de ella ni de los amigos que protagonizan la trama.

El protagonista es Juan, su grupo de amigos proponen que gaste una broma a Isabel. Él debe hacerla creer que la quiere, pero esa broma tiene como posible consecuencia un matrimonio. Ella sería feliz porque cumple las expectativas que la sociedad le ha marcado. Él estaría torturado no sólo por un matrimonio que no quiere sino también porque se vería obligado a mentir a diario. Un planteamiento de este estilo rápidamente nos hace pensar en un desenlace en el que él le confiesa a ella que está realmente enamorado. En lugar de ello él escapa de la ciudad y ella se ve obligada a ser un foco de murmullos de toda la ciudad.

La ciudad en cuestión se explicita en una voz en off al principio de la película que es una capital de provincia cualquiera. Cuenca y Palencia prestan sus calles para recrear esta ciudad desconocida. El pulso de la Calle Mayor de Palencia que se crea es frenético. Todo el mundo se cruza, es un saludo constante. La hoz del Huécar y el paseo del Júcar dan a la ciudad un perfil antiguo, recogido. Los seminaristas por la alameda son otro elemento fundamental para mantener viva la ciudad. La conquense Ronda de Julián Romero permite una persecución de Federico a Juan con un muy buen juego de sombras en las viejísimas piedras.

Federico, interpretado por la afilada cara de Yves Massard, es un tipo que vive en Madrid. Guarda una relación muy curiosa con la ciudad. Cuando llega la adora y echa pestes de Madrid. En cuanto se fija atentamente en las tradiciones cerradas sociales recibe una dosis de realismo y cae en la cuenta de que en Madrid idealiza la pequeña ciudad. Es quien se encara con los amigos de Juan mostrando la crueldad de su broma.

La película responsabiliza constantemente a la Iglesia de la situación en la que vive Isabel. Las campanas están constantemente sonando, los clérigos inundan las calles, todo pasa delante de la catedral. Es preciosa la escena en la que Juan pide formalmente a Isabel matrimonio. En una procesión de la virgen, ella de luto absoluto como otras mujeres de la congregación y todo lo que él tiene que decirle queda enmudecido por el ensordecedor sonido de trompetas.

Me gusta mucho el uso de la música. Hay un montaje perfecto donde ella y él piensan en su relación. Ella está feliz, pasa toda la película feliz, en su habitación soñando con el hombre que la quiere para casarse. Él está absolutamente torturado, sentado en el borde de su cama en su pensión. El otro momento de perfección musical es cuando ella entra al salón donde espera que él anuncie su matrimonio. No hay nadie y se está preparando el baile, un tipo afina el piano. Federico le cuenta la verdad, la cámara adquiere ángulos complicados, ella entra en delirio y la música cada vez es más abstracta con sonidos desafinados y repetidos mecánicamente.

El final es sobrio y pesimista. Isabel mira por una ventana con la mirada perdida y con la lluvia golpeando: está condenada.


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