viernes, 17 de mayo de 2024

LA CIUDAD SIN JUDÍOS

Dir.: H.K. Breslauer
1924
80 min.

La primera parte, en la que los antisemitas traman su plan y se consuma la expulsión es casi terrorífica. Como siempre en el cine mudo, la atmósfera depende enormemente de la música. En este caso yo he visto una versión con sonidos muy abstractos, con voces humanas deformadas… Era una ambientación muy abstracta, en la que los antisemitas hablan con unos ecos furibundos, pero todo como si se oyera a lo lejos.

Más adelante se nos muestra el resultado de la ciudad tras la expulsión de los judíos. Esto es muy interesante. No me refiero al contenido de la película, sino al hecho de que las consecuencias de la expulsión las refleja en la población aria, que se queda en la ciudad. Contrasta mucho con las películas sobre el holocausto que vendrían después. Las consecuencias para la ciudad es que se pierde la elegancia. Tienen que cerrar las tiendas de alta costura y las pastelerías se reconvierten en cervecerías.

Tras esto viene un romance de uno de los judíos expulsados que vuelve de incógnito disfrazado de francés. Esta trama me interesa muy poco. Incluso la parte más trepidante en la que emborracha a un congresista que votará en contra de la revocación de la ley de expulsión. Hay un momento curiosísimo en el que un judío (bautizado hace dos generaciones y que, por tanto, pudo quedarse en la República de Utopía) al conocer la artimaña mediante la cual el francés logra que los judíos vuelvan, le dice: No se ofenda, pero parece una jugada propia de nosotros.

El montaje de la película es una maravilla. Es rápido. Muchas veces con cambios a otros escenarios rapidísimos. Mucho primer plano para mostrarnos mucho rostro peculiar. Los bigotes largos y despeinados son un espectáculo. Me gusta también el maquillaje en los ojos propio del cine mudo. El gobernador tiene un maquillaje que recuerda al muerto principal de “El carnaval de las almas”.

Aunque evidentemente la película tiene relación con el expresionismo alemán no tenemos la estética deformante característica de este movimiento. A excepción de un manicomio en el que un antisemita empieza a ver símbolos judíos por todas partes y ve a sus psiquatras como judíos que se burlan de él. Esta escena aparece en un momento bastante anodino de la película y la disfruto mucho. Parece sacada de “El gabinete del doctor Caligari (1920)”. Las protestas por el paro también hacen pensar en Eisenstein.

Me gusta una vista de la ciudad enmarcada en un balcón. Se ve una maqueta de los edificios. Lo bonito es que este plano se usa para mostrar cómo el pueblo celebra la expulsión. Hay unas bengalas de un tamaño mucho mayor del que exige la escala del escenario. Para mostrar el júbilo el tintado de la película cambia dentro del mismo plano. La película termina representando el regreso de los judíos con una estrella de David que cae sobre esta maqueta.


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