viernes, 26 de noviembre de 2021

SPRING BREAKERS

Dir.: Harmony Korine
2012
94 min.

En muchos casos es difícil saber qué pretende contarnos. Esto se debe a que hay un estilo muy marcado. Nos cuesta creernos que toda esa parafernalia esté dedicada a la historia que se presenta. Por la actitud reaccionaria de las protagonistas las reconocemos como personajes que tienen algo que decir. La verdad es que creo que no hay segundas lecturas posibles.

En definitiva creo que se trata de una historia de mafia y narcotráfico desde el punto de vista de las mujeres de las que suelen gozar los narcotraficantes y que con frecuencia se las trata de objetos. Creo que esta es toda la novedad que tiene que aportar. Ni siquiera es tanta. Se hizo de forma más radical en “Kill Bill”. Aunque es cierto que aquella respondía a una tradición menos estadounidense que esta.

Pero el prólogo es demasiado largo y se apela demasiado a él como para pasarlo por alto. Esos pechos universitarios se nos traen a colación una y mil veces. A cámara lenta y con planos demasiado breves. Provocando un mareo considerable. En cierto sentido la primera parte sugería un “Miedo y asco en Las Vegas”. Creo que se nos trata de establecer un paralelismo de la idea de libertad que se tiene en un barrio de clase media-alta y la que se tiene en un barrio negro de clase baja.

En el primero la fiesta es libertad y te ayuda a conocerte a ti mismo. Una fiesta que nunca se explica cómo se paga. Este es el gran punto diferenciador con la clase baja. Los narcotraficantes también quieren fiesta. También quieren sexo y drogas. Pero ellos gastan el dinero que han obtenido. Desde su punto de vista cualquier forma de conseguirlo es legítima. Quienes se sientan atraídas por la violencia disfrutarán de ese mundo. Si consideramos como heroínas a las dos chicas que consiguen mantenerse en el mundo de la delincuencia, el mensaje es una condena a la mojigatería de los cristianos. Sin embargo varias veces a las chicas se las recuerda que están de vacaciones. Que están en la delincuencia con una red de seguridad, algo parecido a lo que ocurre en el final de “Barton Fink”.

Es llamativo el narcotraficante que guía a las chicas por ese mundo. Un hombre absolutamente enamorado de todas sus posesiones, incluyendo mujeres. Que ama las armas, que publica que ha conseguido el sueño americano. Igual que ocurre hoy en día con esos seres que toman “El lobo de Wall Street” como un modelo en vez de una crítica, él toma el de Niro de “Scarface” como su ídolo. Tampoco nos sorprende, pensamos en esa película desde el primer momento que conocemos su casa. Es un hombre repulsivo pero del que las chicas se enamoran. Realmente no, y creo que este es el punto donde la película tiene algo que decir. Se enamoran del mundo que les presenta. Cuando él muere ellas lo besan con ternura pero sin pena.

En cuanto al estilo, hay un juego con el espectador que rápidamente se derrumba. Las prolepsis y las analepsis bailan por el metraje con absoluta libertad. Se nos muestran los planos finales de una escena muchas veces. Se nos presentan montajes propios del exordio de una violación. La catástrofe se nos insinúa muchas veces. La cuestión es que al final nunca se consuma. Es un juego al que nos acostumbramos demasiado pronto.

Estéticamente tiene unas luces muy cuidadas. Gusta de los colores de neón. La fiesta de los universitarios es frenética. Tiene algunas notas de “Blue Valentine”. Hay contemplación de los personajes en la que ellos miran a cámara y juegan con el espectador. La escena del primer atraco está contada de forma muy expresionista, una de ellas avanza en coche y vemos el atraco resumido, una dosis de información por cada ventana del local. Quizás su imagen más potente sea cuando pinta a las tres delincuentes como tres ninfas. Con pasamontañas rosa, con armas largas, con bikini y bailando al lado de un piano blanco, en una piscina y mientras suena Britney Spears.


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