viernes, 30 de octubre de 2020

EL PROCESO

Dir.: Orson Welles
1962
118 min.

La novela de Kafka genera un ambiente onírico, acumulativo y confuso muy único. Me alegra que la adaptación no haya normalizado ni un ápice cuanto transmite la novela. No se privan de nada. Anthony Perkins es una suerte de Kafka con mucho más atractivo. Los extrañísimos elementos de la narración se presentan como enviados por algún ser divino contra el cual no se puede uno revelar.

El señor K es tremendo en su habitación. El techo es bajo y él es alto. Las posiciones de la cámara de Welles son la última pata para el trípode que consigue mostrarle tremendo. Esto contrasta con lo pequeño que resulta ante las enormes entradas del órgano jurídico. Lo primero que vemos en su habitación es una puerta en una perspectiva imposible que la sitúa en el centro del plano. En un plano secuencia se empieza a llenar la habitación de inspectores. Es hipnótico el detective de mirada intensa a la nada y con preguntas tremendamente molestas. Hay que decir que en el libro queda claro que el señor K es inocente. Aquí hay un aire de misterio a su alrededor que no nos permite descartar que esté envuelto en algún tipo de conspiración.

El caso es que todo está traído a la pantalla de forma magnífica. La oficina llena de gente en escritorios. Trabajando sin levantar la mirada, con el estruendo de las máquinas de escribir tecleando. Los espacios abiertos gigantes que se recorren como si fuera perdido. Ese cuarto donde se castiga a los inspectores encargados de su caso. Esa azotina ocurre exactamente igual que en el libro. Entiendo que un visionado de alguien que no conozca el libro puede sentir que se ha perdido algo. Es maravilloso cómo salen unos alaridos de ese cuarto y cuando el señor K se asoma a ver qué está ocurriendo los torturados le muestran con orgullo el esparadrapo en el que se van a tapar la boca.

La casa del abogado interpretado por Orson Welles es otra maravilla. Como muchos otros escenarios está lleno de metal remachado, cristal… Todo es un ambiente muy industrial, recuerda en este sentido a la Filadelfia de “Cabeza Borradora”. El plano más parecido a esta película es este donde vamos a una mujer con una pierna mecánica arrastrar un pesadísimo baúl. Oímos de forma maquinal su pierna chirriar. También nos viene en mente el plano culmen de “El verdugo” por los enormes muros desnudos. Los planos de las escaleras de esta casa pueden evocar también las escaleras de Escher. La casa iluminada con velas que se derriten goteando por las paredes, los destellos de los rayos del exterior, unos rayos indisimuladamente artificiales.

El juego de seducción con la enfermera es muy loco por lo enfermizo. Seduciendo a los clientes para que se mantengan en el juego jurídico. El abogado gritando a sus clientes a pesar de que son conscientes que están en el fondo de la pirámide jurídica. Cuando el señor K busca a la mujer por toda la casa es precioso cómo aparece entre unos espejos. Con sólo sus ojos ya ha ganado a la cámara y al espectador. El elemento de las membranas interdigitales y ese retozar entre papeles del abogado.

Igualmente es muy loco el momento del pintor de juristas. Cómo su ventana da al órgano jurídico y cómo las niñas miran a través de los tablones de madera de su ridícula casa. Las paredes serán de madera, pero las escaleras que llevan hasta ahí son del metal modernista del resto de la película. Incluso se ve una iglesia, con su cura desde un púlpito, con columnas remachadas.

No recordaba la historia que se cuenta al principio de la película. Esto casi rima más con la novela de Kafka “El castillo” donde un hombre pretende entrar a una organización. Estas ilustraciones son impresionantes por lo mucho que se apoyan en las luces para perfilar a los dos personajes. La historia por supuesto gana fuerza con la poderosísima voz de Welles. Cuando después se menciona explícitamente en la trama se genera una especie de ruptura de la cuarta pared rarísima. El señor K delante de una pantalla blanca sentenciando que conoce esa historia y que sólo quiere deshacerse del proceso. Tremendo momento.


viernes, 23 de octubre de 2020

KING KONG

Dir.: Merian C. Cooper
1933
100 min.

La película es una gran desconocida en muchos aspectos. Concretamente en dos: lo que ocurre en la isla donde capturan a Kong y el significado que se le da al mito de la bella y la bestia.

El guión de la película es un poco pobre. La presentación tiene muchísimo diálogo. Todo cuanto se cuenta es para poner en antecedentes al espectador. Ese diálogo en el camarote de un barco con el director de cine que quiere capturar a Kong es aburrido y rodado con desinterés. La presentación de la chica protagonista es lamentable. No hay quien se crea a ese personaje y la primera vez que la vemos en pantalla robando una manzana es impostado a más no poder.

La primera vez que la película nos seduce es cuando el director le da instrucciones a la chica para rodar el plano en el que ella ve por primera vez a la bestia. Anticipa el monstruo que veremos más adelante. Buena forma de crear tensión. La interpretación de ella no es muy maravillosa pero tiene la misma exageración que lo que veremos cuando por fin aparezca el monstruo.

Lo que ocurre en la isla es una maravilla. Llegan con una niebla terrible que les impide ver nada. Hay un muro gigante que separa un poblado de indígenas de la selva donde vive King Kong. Son unos indígenas muy negros como para ser indios. Ellos tienen una ceremonia en la que periódicamente llevan chicas a King Kong. Las atan a dos pilares y el gorila se las lleva a su cueva. Hay que hacer alguna pregunta. Si la chica no consigue liberarse de las ataduras, ¿cómo se la lleva King Kong? Si esto es algo que se produce con frecuencia, ¿por qué King Kong debe deforestar toda la zona?

Efectivamente el guión es flojo. Hay una victoria de los americanos sobre los nativos casi de vergüenza ajena. Sin embargo desde la llegada a la isla vemos cosas muy llamativas. Los pájaros que vuelan ese cielo son falsos y no hay forma de creérselos. Son de un tamaño rarísimo y su perspectiva y trayectoria de vuelo son imposibles. Los disfraces de mono que llevan los indígenas son increíbles. Es sólo pelo sobre los brazos pero la expresión corporal funciona muy bien. Todo cuanto toca King Kong se convierte al instante en movimiento de stopmotion. ¡Y en la isla hay dinosaurios! Es un animal de la familia del dinosaurio. Con este dato, “Jurasic Park” pierde mucha emoción. Pero hay muchos. Un pterodáctilo, una especie de monstruo de lago Ness anfibio, tiranosaurio… La pelea entre el tiranosaurio y King Kong es maravillosa. Termina con la ruptura de mandíbula del tiranosaurio con gran explicitud. Es cierto que por lo poco realista de ambas bestias no produce rechazo pero se recrean mucho en mostrar cómo se rompe.

Todo lo relativo a los dinosaurios ocurre, obviamente en un fondo falso. Además de que esto se vea claramente, se pierde la perspectiva con muchísima facilidad, es algo mágico. Todos los monstruos tienen una forma de moverse increíble. Es divertidísimo cómo vuelca el primer dinosaurio al recibir una bomba.

Se nota mucho el carácter de animación de feria de la película. ¿Es divertido ver a King Kong pelear con dinosaurios? Repitámoslo. ¿Funciona King Kong masticando humanos? Repitámoslo. Esto le da un gran componente de honestidad a la película. No se puede repetir el momento en el que vuelca un tren, pero sí se ve caer a varios cuerpos humanos. Incluso se repite el momento en el que King Kong se asoma por la ventana mientras escala un edificio. Esta decisión a nivel de guión es lamentable. Pero es precioso ver una película así. Es muy potente el brazo de King Kong metiendo la mano por la ventana.

El asunto de la bella y la bestia no está tratado exactamente como la belleza está en el interior. Ella se enamora de un marinero que la trata mal al principio. El mensaje es más bien el poder de la mujer de serenar a un hombre. Por otro lado le pone una responsabilidad a la mujer absurda. Esto queda sintetizado en la última frase de la peli: No fueron los aviones lo que lo mataron, la bella mató a la bestia. Pero lo que no hay en ningún caso es un enamoramiento de ella hacia King Kong.


viernes, 16 de octubre de 2020

PLAY

Dir.: Anthony Marciano
2019
105 min.

La magia del cine. Todos sabemos que el cine es mentira, que las personas que vemos no son reales: son personajes. Las acciones que vemos no son reales: son un guión… Esta película nos hace dudarlo con demasiada frecuencia. Está presentada con tanto mimo, con tanto amor a sus personajes, tanta naturalidad que creemos todo lo que vemos.

Un niño recibe una cámara de vídeo por su cumpleaños. A partir de ese día graba cuanto le ocurre. El guión es enormemente sabio. Vemos lo que creemos que realmente le resultará de interés a alguien de la edad que representa en cada momento. A ratos nos sorprendemos de que estén grabados algunos momentos dramáticos, pero la película se mantiene en un nivel de verosimilitud que nos impide sentenciar que aquello sea un guión. Por ejemplo vemos al amigo pelirrojo tener un ataque por haber consumido drogas. Dado que es francés, probablemente cocaína. La escena que está grabada en el hospital es posible sólo porque el chico sobrevive, tan sólo pasa una noche hospitalizado. Si hubiera tenido un desenlace trágico, se habría alejado del tono creíble.

El truco se mantiene por el aspecto de película de presupuesto nimio. Al ver según que recreaciones no nos podemos creer que esto haya ocurrido en una película que se base en algo más que videoteca antigua. Según se penetra en el Siglo XXI la calidad de la imagen aumenta cada vez más. Por otro lado la narración adquiere más intensidad e interesan menos los desperfectos de la grabación analógica que pueda restarle potencia a lo que se nos cuenta.

El argumento es muy simple. Pero la película está tan llena de anécdota que hasta el final estamos encandilados con cualquier cosa que se nos cuente. Se atisba bastante pronto que habrá un romance entre dos personajes que están enamorados pero que por acciones de las que no están muy convencidos no terminan de estar juntos. La amistad entre ambos es preciosa. Desde siempre es un enamoramiento. El momento de la nochevieja del año 2000 es demoledor. La abnegación de ella ante el desprecio de su compañero es natural, la ambientación no cambia ni un ápice a su favor. La película simplemente entrega toda su naturalidad.

El personaje derrotado de padre divorciado también tiene una habilidad brutal. Es cierto que la fiesta del cuarto cumpleaños de su hija borracho y rompiendo la tarta es demasiado lamentable para creérnoslo. De todas formas aquí ya estamos cerca del final, ya la película se cuida cada vez menos de guardar el truco. Es graciosísimo cuando pide a su hija que haga un resumen de la película que acaban de ver y cuenta el argumento de “Terminator”.

La música. Usada de manera inteligentísima. El odio natural a “Wonderwall”. Él volviendo de la boda de su amor vital. La conversación de ambos en la pista de baile es maravillosa. Está en su coche y se pone a sí mismo “Where is my mind?”. Referencia imprescindible para un amante de “El club de la lucha”. La música es efectista, es efectiva y es perfectamente coherente por la consciencia del tipo de estar grabándose día y noche. A esto se hace referencia más adelante cuando él sentencia Tengo nostalgia del presente. Este plano resume este concepto: vivir por el recuerdo. Querer hacer el momento lo más intenso posible para tenerlo grabado. Las buenas y malas decisiones del protagonista apenas sufren juicio. Él es el director de su propia película y por tanto están mostradas con la mirada de quien lo está viviendo en ese momento. Nunca nadie considera que esté actuando mal en el presente. Con esa limpieza se muestra todo.

La nostalgia que le da a la casa vacía donde él pasó su infancia. Pretendiendo de forma quimérica tener los recuerdos que tuvo ahí. Repite el plano donde él simplemente se pone delante de la cámara y con un chasquido de dedos desaparece dejando una habitación vacía.

La libertad con la que se muestra la adolescencia. Los chicos llenos de testosterona que quieren entrar a una discoteca y se ponen a reírse del portero a una distancia prudencial. La fiesta donde una pareja de policías canta Slipknot. El cambio radical en sus caras cuando un porro hace acro de presencia. Cuando un amigo trabaja de portero de discoteca y echa a unos pijos de la fila sin motivo para dejar entrar a cuatro matados. Cuando abandona una clase cogiendo el micrófono del profesor… Su recuerdo de adolescencia es una maravilla. No paramos de sonreír en toda esta parte.

Es graciosísimo el gag del tipo soplando el didyeridú ante Notre Dame. La voz narradora dice Podría haber elegido el piano, la guitarra… Es un chiste que aparece con una habilidad extrema. El plano anterior era una reflexión acerca de la eternidad de la fachada de Notre Dame. Nada pretenciosa, sólo lo que cualquier persona siente ante un monumento de tal calado. El plano del músico. Parece algo meramente observacional. Dada la construcción del momento parece que la película quiere que veamos belleza ahí. De repente cae el telón y vemos la realidad que todos pensaríamos con sinceridad.


viernes, 9 de octubre de 2020

CINEMA PARADISO

Dir.: Giuseppe Tornatore
1988
155 min.

El primer plano de la película, quizás por pura simplicidad, es inolvidable. Un mar sobre el que sobreimpresionan unos letreros de neón flagrantes que dicen “Nuevo Cinema Paradiso”. La cámara se mueve hacia atrás y vemos en una barandilla un bol vacío, el plano termina en una mesa con un bol lleno de frutas donde está la madre de nuestro protagonista intentando contactar con él por teléfono. Las interpretaciones que se le da a la rima de los dos cuencos son variadas pero lo que es claro es que este plano nos está hablando de un viaje de vuelta.

La película trata de la nostalgia y la memoria. La vuelta de Salvatore a Giancaldo es la realidad aplastando los recuerdos. Ni siquiera se culpa al progreso de que muera el Cinema Paradiso, simplemente se muestra que nada de lo que recordemos lo encontraremos con la pureza con la que lo conservamos en nuestra memoria. De hecho tampoco se condena la nostalgia: la pone en su sitio. No se juzga a Salvatore por pasar toda una noche soñando con un mundo que ya no existe. Es algo natural, pero cuando vuelvas a por aquello que recuerdas, prepárate para la decepción. Esto solo es posible por el imperativo de Alfredo de no volver nunca al pueblo: todo queda conservado purísimo. De hecho lo único en Giancaldo que conserva la esencia de lo que Salvatore recuerda es su habitación debidamente conservada por su madre, el único lugar donde no ha pasado el tiempo.

De la vida actual de Salvatore conocemos muy poco. Aquí la película peca de simplista. Se refleja el tópico de hombre de éxito que no consigue ser feliz. No tenemos esto último tan claro, pero su madre está convencida de ello y él solo la mira confirmando sus sospechas. Parece que aquí Salvatore desobedece el otro imperativo de Alfredo: hagas lo que hagas ámalo como amabas de niño la cabina de proyección del Cinema Paradiso.

Con respecto a la analepsis: está hecho con una suavidad infinita. Como recuerdo que es todo ocurre sin apenas obstáculos. Morricone consigue unificar todo el relato a pesar de los muchísimos saltos que da. Todo cuanto hay es anécdota.

Desde ese primer momento en misa, el niño recibe una regañina por dormirse en misa mientras hace de monaguillo. El cura dice ¿no te das cuenta de que sin la campanilla no sé seguir? Lo siguiente que vemos es la escena preciosa en la que al cura se lo llevan los demonios mientras hace de censor de la película. Es una maravilla. El niño mirando la pantalla encandilado a través de las cortinas, el gran bigote de Alfredo asomándose por la mirilla de la cabina de proyección, el haz de luz que sale de la boca de aquel león, los papeles señalando el punto exacto donde se debe cortar la cinta… La película está rebosante de detalles preciosos. Aquí se siembra el final efectista y efectivo cuando Alfredo le promete a Salvatore que todos los besos de películas son suyos.

Son preciosas las imágenes de niños asombrados por el cine, muy en la línea de la famosísima imagen de “El espíritu de la colmena”. Todo cuanto ocurre alrededor del cine es precioso. El momento en el que se proyecta la película en la plaza del pueblo como exordio al terrible incendio. El burgués en el palco que escupe al patio de butacas cada vez que aplauden algo con tintes sindicalistas en una película. El tipo que se enamora poco a poco de una mujer del palco, la vida le lleva a él al palco y poco después a los dos y a sus hijos de vuelta al patio de butacas. Los analfabetos del pueblo disfrutando de unas letras que no saben lo que dicen. El vaivén de los comunistas. El hombre que se queda dormido sistemáticamente. Una misma copia de una exitosísima película que debe proyectarse en dos pueblos sincronizando el trasporte de las bobinas. Una mujer que da el pecho durante la película. El despertar sexual adolescente con cualquier resquicio de erotismo que se colara en la pantalla, mostrado sin juicio alguno. La gente repitiendo las frases que conocen de memoria…

El lunático que repite cada vez que hay una pequeña aglomeración que la plaza es suya es muy divertido. Pero es demoledor cuando Salvatore regresa. Todos mirando con gran pena la ruina del Paradiso, reconvertido a cine porno, y alguien muy mayor, con bolsas de plástico murmura sin ningún tipo de emoción: la plaza es mía. Y desaparece entre los coches aparcados. Que hace años estaba loco es indudable, pero en ese momento comprendemos que hace años la plaza era suya… era de la gente.

La historia de amor no me interesa demasiado. La analepsis es un recuerdo. Entiendo que el primer amor es un recuerdo que debe tener un gran peso. Pero realmente es una historia muy típica, con el punto irreal de la espera de muchas y muchas noches, con el punto obsesivo de “Big Fish”.

La escena final de los besos con un montaje estupendo, con gran daño en la imagen, con los ojos de Salvatore empapados, la música que vuelve a coger fuerza a cada repetición… esa escena es la que más queda en la memoria y es lógico. Es muy efectiva a la vez que sencilla, por otro lado una declaración al cine. Sin embargo creo que uno de los momentos más demoledores se produce unos pocos minutos antes, Salvatore acaba de volver a Giancaldo y su madre le dice:

— Estarás cansado del viaje.

— No, es solo una hora de avión.

— No me digas eso… No después de tantos años.


sábado, 3 de octubre de 2020

MEAN GIRLS

Dir.: Mark Waters
2004
97 min.

Estadounidense en el peor de los sentidos. Recoge la tradición, quizás la sublima, de todas las películas de instituto. Aquí hay una doble repercusión: formal en tanto que el guión es enormemente simple; pero también argumental ya que todo cuanto ocurre resulta distante. Quizás a un alumno de instituto estadounidense le fascine esta película, pero cualquier otra persona debe sentir a la fuerza gran distancia hacia ella.

Hay algo de desfase en esta película que la diferencia de otras de este subgénero. El componente sexual es mucho más alto de lo que se acostumbra. Los pechos de las cuatro protagonistas son una constante en la película. Esto genera bastante incomodidad. Como es habitual, a las alumnas de instituto las interpretan actrices de mayor edad que la que la película nos promete. Hay aquí una dualidad entre unas tetas de chicas pechugonas y la convención de que son adolescentes. De alguna forma parece una traducción del sexo testosterónico de “American Pie” a la feminidad que desprende esta película.

También está ida de madre en un buen sentido la casa donde vive la lideresa de Las Plástico. Esa mujer absolutamente loca y obsesionada con la juventud, envidiando a su hija desesperadamente. Todo rosísima. Con respecto a esta chica parece que se quisiera hacer un personaje sin ningún tipo de escrúpulo. Ocurre que la maldad a unas escalas tan nimias impide que la veamos como poco más que estúpida.

El desenlace es patológicamente estadounidense. Por un lado la votación para el concurso de primavera para hacer una escala de popularidad en base a nada y recompensa absolutamente nada. Pero no sólo esto: la protagonista se rebela ante este sistema de una forma aún más norteamericana: decide repartir el premio entre todos. En lugar de desvelar el traje nuevo del emperador, lo reparte entre todo el mundo. Pasamos de un gimnasio donde decenas de personas adulan a alguien por nada a un gimnasio donde decenas de personas se adulan a sí mismas por nada.

Ni siquiera es un final feliz. La película trata de convencernos de ello con su banda sonora naíf pero lo que vemos es que la película trata de un mal endémico. Cientos de alumnos con severos problemas sociales vivirán con inseguridades imponiendo un frágil escalafón año tras año que se demolerá si, con suerte, alguien decide atacar más fuerte.

La profesora de matemáticas resultaría inspiradora si no fuera por lo marginal que consideran los estadounidenses esta rama del saber. ¿A quién le gustan las matemáticas? A gente rara. No hablo ya de que deban ser feos (entendiendo por feo el ofensivo caso de indios y chinos); deben ser marginados. Aquí usar inadaptados sociales no haría ninguna diferencia con el resto de la promoción. El concurso matemático donde la protagonista debe contestar una pregunta sobre límites es un poco lamentable. Esa respuesta de el límite no existe no es más que la obsesión estadounidense por pensar fuera de la caja. Queriendo mostrar a la desesperada que la protagonista tiene facultades especiales. Desde luego hay que ser especial para proclamar que te gusta el cálculo sin haber atendido a la clase de límites.

La película es cruel en algunos momentos. No me refiero a un humor negro como cuando una chica en silla de ruedas se lanza a una multitud, cae al suelo y probablemente termine en un traumatólogo, pagado a duras penas. La menos interesante de Las Plástico termina siendo chica del tiempo. Quizás me equivoque, pero aquí veo un ataque muy directo hacia las periodistas climatológicas. No sé si en Estados Unidos su fobia a la ciencia los habrá llevado a que los reporteros del tiempo no sean físicos como debe ser un climatólogo.

Por otro lado veo que la película ha desaprovechado una oportunidad de normalización de la diversidad sexual. Hacen un buen trabajo con el chico que perpetra el ataque a Las Plástico y que está encantado de conocerse. Sin embargo la poca concisión al referirse al lesbianismo de la resentida gótica nos tiene en una bámbola muy incómoda. Al terminar se lía con el chico indio. ¿Quizás quieran reivindicar la bisexualidad? Puede ser, pero no se ha hecho referencia a ella en ningún momento.


viernes, 2 de octubre de 2020

DEATH PROOF

Dir.: Quentin Tarantino
2007
114 min.

Película de Tarantino con dos historias que comparten villano pero nada más. La primera son unas chicas de fiesta y flirtean con un tío que más tarde descubrimos que mata a gente en coche por diversión. El título hace referencia a que el coche está “a prueba de muerte”. Quien se siente en el asiento del conductor tiene garantizado que por muy fuerte que sea el accidente, no morirá.

La primera parte tiene el celuloide estropeado. Se ven machas tanto blancas como negras y a veces salta la cinta o el sonido o los dos. En la segunda, ya no ocurre. La primera parte está ambientada en los 70, y la segunda en el presente (2006). Sin embargo, un cartel en la pantalla nos indica que sólo han pasado 14 meses.

Tiene muy presentes los diálogos que no aportan a la trama, o muy poco. Hay uno en la segunda historia, cuatro chicas hablando un poco de todo. Podemos ver que no todas tienen el mismo grado de relación. Especialmente una que es un poco tonta y al final será la que permita que toda la trama se lleve a cabo. En esa conversación en una mesa redonda están las cuatro chicas sentadas cardinalmente. Es un plano secuencia en el que la cámara gira alrededor de la mesa sin que resulte mareante, la conversación lleva un ritmo mucho más frenético que la cámara y, gracias a Dios es lo que hace que sea digerible para el espectador.

En la primera parte, fundamentalmente son chicas de fiesta. Estamos muy acostumbrados a pelis donde los tíos salen a ligar y a beber cerveza. No es tan habitual que estas mismas situaciones las protagonicen mujeres. Este es el caso. Ellas desprenden erotismo continuamente sin importar con quien estén hablando. Sobre todo en su forma de hablar. Resulta mucho más seductora que el lapdance que antecede al choque mortal.

Esa parte termina con un choque frontal donde el coche a prueba de muerte enciende los faros a muy pocos metros de la colisión. Se repite el choque 4 veces. Muestra qué ocurre a cada una de las ocupantes del vehículo. Cada muerte a lo mejor se muestra en 2 planos como mucho. Es velocísimo.

En la segunda parte pasan muchas cosas guais a lo largo de dos persecuciones en coche. Sobre todo la gran tensión que genera la chica que se ha atado al capó de un coche con cinturones y está a punto de caer en cada embestida del coche anticuado.