viernes, 28 de julio de 2023

BARBIE

Dir.: Greta Gerwig
2023
114 min.

Me ha parecido extraña. Varios momentos los vemos con incomodidad. No sólo por la cantidad de gags que entran con dificultad o que se desploman por su propio ridículo, también porque se lanzan mensajes que retuercen, a veces siendo extremistas y otras veces parece que quiera satisfacer a aquellos hombres que, ante cualquier reivindicación feminista proclaman: ¿Y si fuera al revés?

Una cosa a la que nunca llego a acostumbrarme y que ocurre en varios escenarios es la imperfección de la imagen. Me refiero sobre todo a la iluminación inexplicable que hay en la casa de la Barbie rara. Pero este aspecto de telefilme se mantiene cuando Barbie y Ken pasean por las calles de Estados Unidos. Ocurrirá algo parecido más adelante cuando Ken tenga su número de baile sobre fondo blanco con todo el cuerpo de baile vestido de negro; la coreografía no es manifiestamente errada, pero sí tiene evidentes carencias de sincronía. La única interpretación que encuentro es la intención de realzar la imperfección del mundo al contraponerlo con el idilio en el que vive Barbie (imperfección que hace aguas al ver la pintura intacta del Chevrolet). Gran parte de esa primera secuencia me resulta saturante. Esa última coreografía en casa de las Barbies, con tanta gente, tanto brillo, tantas luces… La horterada hecha escena.

El humor creo es muy irregular. Algunos de los gags nos los vemos venir. Otros no son graciosos por lo sobreactuados. Y más de una vez el chiste queda bien planeado de forma elegante y hay un impulso irrefrenable por hacer todo explícito y explotar el chiste hasta arrebatarle cualquier efecto cómico. Pienso en dos momentos. Por ejemplo aquel chiste en el que los ejecutivos de Mattel están persiguiendo a Barbie por los cubículos de las oficinas. Es un montaje físico que me gusta aunque creo que en vez de abrazar la composición estética decide que todo el mundo corra de una manera cómica cuya eficacia es discutible. Sea como fuere, el máximo directivo dice: es más rápido si atravesamos los cubículos trepando. Es gracioso, es un chiste que podría haberlo hecho Steve Carell en “The Office”. Cambio de plano en el que Barbie está logrando escapar. Pues la película decide volver a ese chiste para ver cómo este hombre cae al suelo en el slapsick más zafio.

Otro ejemplo: aquel en el que en la junta directiva de Mattel todos los cargos los llevan hombres. Para este punto de la película Ken ya se ha fascinado con el patriarcado. Es decir: ya estamos pendientes a esta clase de cosas. Pero no sólo es eso: es que estamos en 2023. Los espectadores ya somos conscientes de que los estudios hacen grandes esfuerzos por cumplir con todas las cuotas de representación. Evidentemente nos salta a la vista que en ese gabinete sólo hay hombres: el chiste ya está hecho. Aún así cuando llegue Barbie a ese despacho tiene que estar preguntando por la mujer que ocupa cada puesto de responsabilidad. Con la primera pregunta ya habría sido verbalizar un chiste que ha funcionado bien, pero es que insiste hasta que nos quede bien clara la contradicción y la injusticia de los puestos de poder.

Por otro lado y menos relacionado con el lado cómico, está la falta de fuerza de todas las críticas hacia la juguetera. Es muy difícil sentir que ahí se está diciendo algo valioso cuando en los créditos iniciales hemos podido ver su logo a todo tamaño. Creo que se dicen cosas interesantes, pero de alguna manera todas las críticas posibles parecen descafeinadas si tienen el beneplácito de Mattel. Se me dirá que difícilmente se puede hacer una crítica realmente valiosa si hay capital de la Warner en el proyecto, pero lo que yo critico es el aspecto estético de esta reivindicación. La película empieza con una aseveración muy fuerte y que uno podría llegar a creerse que es hiriente: los problemas de las mujeres se han resuelto gracias a Barbie. Pero inmediatamente sabes que ese mensaje es totalmente complaciente y que la película es un blanqueamiento de la juguetera. Más aún cuando sabemos que cuando Mattel se sintió difamada por la célebre canción de Aqua, no dudó en excluirla de la película.

Me parece muy disfrutable la escena en la que Sasha y otras niñas adolescentes recién politizadas le dicen a Margot Robbie la batería de críticas hacia las grandes corporaciones en general y Barbie en particular. Me encanta que la última palabra de esta somanta sea fascista. Agradezco abundantemente que el periodo de aceptación del fenómeno sobrenatural se reduzca a esta pequeña escena.

En general me gusta mucho la fascinación de Ken por el mundo patriarcal. Me gusta mucho cómo cree que los caballos son una extensión de la masculinidad. Me gusta cómo pretende entrar a una empresa sólo por ser hombre y se le contesta sin pudor: más bien hoy en día es al revés. Cuando él dice sorprendido que piensa que están haciendo mal el patriarcado le responden: Lo estamos haciendo bien, pero lo disimulamos mejor.

Es incómodo de ver el momento en el que las Barbies hace una rebelión para mantener el matriarcado en Barbieland. Pareciera que cualquier reivindicación de género no es posible llevarla a cabo si no es con manipulación, casi con fraude electoral. Pero sí me gusta la lectura de la masculinidad de manual que convierte a los hombres en seres predecibles y maleables. He de decir que el enfrentamiento en dos bandos me resulta más extraño con la idea de hombre que se había dibujado hasta entonces.

No me gusta, pero soy consciente de los tiempos en los que se ha escrito esta película, que se reivindique una Barbie normal. No me gusta constatar la mala relación de la sociedad en general con los modelos a seguir y su conformismo más absoluto. Del mismo modo tampoco me gusta, pero no me sorprende en este tiempo hiperindividualista, que haya esa reivindicación de la búsqueda de la identidad. Ese discurso en el que Ken necesita valorarse en sí mismo sin relación a Barbie… Un discurso que se tambalea cuando recordamos a Alan que, por no estar articulado en referencia a Barbie, queda reducido a lo anecdótico. Esa escena de grandísima trascendencia en la que Barbie habla con su creadora acerca de si ser humano merece la pena o no, es básicamente el argumento de Pinoccio. No llega mucho más allá. La diferencia es que aquí está planteado con un cierto peso a mi parece excesivo para una metafísica que difícilmente encuentra relación con el ser humano. Son reflexiones metafísicas para un muñeco, la única posible translación a la vida humana es la diatriba entre suicidarse o no.


viernes, 21 de julio de 2023

ASTEROID CITY

Dir.: Wes Anderson
2023
104 min.

Lo que más llama la atención es la elección del formato del cuadro. Wes Anderson es un director que llena la imagen de detalles. Esto es muy fácil de hacer cuando tu cuadro no es tan apaisado como en este caso. Quizás me senté muy atrás en el cine, pero en los planos generales yo veía muchas veces cosas moverse por la pantalla sin llegar a distinguirlas bien. Cuando está en otro plano de realidad en el que el cuadro se vuelve cuadrado se nota que sabe mucho mejor qué hacer con el espacio de que dispone. Pero tampoco rellena la pantalla porque para obtener el formato cuadrado se ponen bandas negras verticales, por lo tanto nunca se despliega el terreno de Wes Anderson al completo. En una escena en blanco y negro, en la que un hombre habla con Scarlett Johanson, ella está en primer plano y él está reflejado en un espejo diminuto en una esquina. Esta es la clase de composiciones que reconocemos como propias del director y que no le terminan de funcionar del todo bien. De hecho en algunas ocasiones los personajes se hablan de una ventana a otra. Es decir: los enmarca en un formato cuadrado.

Con respecto a la inmensidad de caras reconocibles que tiene el reparto hay una que llama poderosamente la atención. Quizás simplemente sea que al resto ya los hemos visto con esos rostros desprovistos de toda emotividad, pero ver a Steve Carell encarnando a un personaje de suma amabilidad y cuya toda comicidad está en su estoicismo casi parece un desperdicio de elección de reparto.

Hay un chiste que me gustó mucho. Entiendo que es por mi filia personal por el cine que abraza su propia artificiosidad. Me refiero al momento en el que, en mitad de una escena bastante normal, Bryan Cranston aparece de la manera en la que aparecen sus personajes, simplemente a hacer la broma de que él no pertenece a ese nivel de realidad.

Como se nos muestra una serie de personajes que se supone que están haciendo el montaje teatral que es la propia “Asteroid City” se habla de ese texto. Por supuesto se tiene que decir que la obra es mala. Quizás lo sea. Lo más llamativo es que se habla de cosas que aún no hemos visto. Se discuten líneas de texto que aún no han hecho los personajes… Esto me gusta. También me gusta mucho que la historia que nos plantean sea imposible que pertenezca a un montaje teatral. Me gusta mucho que se hable de una mujer difunta en cuya foto aparece Margot Robbie. Conociendo a Anderson me habría creído que ella no sale en toda la película. Aun así en el nivel de realidad en blanco y negro la vemos como actriz, trabajando en el teatro de al lado y repitiendo la puesta en escena que tienen los diálogos de este hombre con Scarlett Johanson.

Me gusta mucho el momento del alienígena. Me gusta su diseño. Me gusta su comicidad y me gusta le mezcla entre la naturalidad de sus movimientos comparado con el hieratismo de los personajes de Wes Anderson a la vez que no se busca una animación realista de este personaje.


viernes, 14 de julio de 2023

DIES IRAE

Dir.: Carl Theodor Dreyer
1943
105 min.

Aunque sólo sea por la condena en la hoguera es imposible no pensar en “La pasión de Juana de Arco (1928)”. Sin ser tan expresionista como aquella, esta mantiene algunos elementos como decorados sencillos realzando las figuras de los personajes. Los vestuarios que portan lo merecen. Las golas blancas alrededor del cuello, esa superficie indescriptible que Absalon lleva encima de los hombros, las capas, todo ello con la oscuridad de las ropas convierten a todas las figuras humanas en presencias con mucha fuerza.

Lo que más llama la atención es la seducción de Anne. La madre de Absalon está convencida de que en su mirada arden las llamas del infierno. Un no demasiado sutil juego de luces así nos lo hace sentir. Es muy habitual que ella esté manteniendo una conversación con uno de los dos hombres de la casa y que, cuando la malicia se cruza por su mente, haya un pequeño cambio en cómo están posicionados para que su compañero no proyecte sombra sobre su rostro y se pueda iluminar su mirada. Es un erotismo que funciona super bien. Es descarada, quizás demasiado evidente visto hoy en día, pero el morbo se mantiene. La manera en la que se sienta en la proa de la barca esperando a su amante podría escandalizar a cualquiera.

En la escena de la tortura a Marte, la bruja, vemos un tribunal tan inquisitivo como el de Juana de Arco. Disfruta y mira atentamente la situación. Me gusta cómo está iluminada la escena, de frente al tribunal, permitiendo que sus figuras proyecten sombras sobre las desnudas paredes. Cuando al fin arde en la hoguera tenemos una imagen con mucha menos violencia que la de Juana, pero mucho más icónica. Lo digo porque cae a la hoguera desde lo alto de la escalera en la que está atada. No tenemos una escena en la que vaya creciendo la tensión. Sólo jura vengarse a Absalon y un grito desgarrado y sucio por saturar el sonido acompaña su breve caída hasta las llamas. Unas llamas ya en su esplendor y sobre las que cae de frente.

Me gusta cómo la bruja que ha rechazado a Dios y se ha entregado al diablo lo que más desea es vivir. No le importa el cielo o el infierno del que tanto hablan los clérigos. Ella tiene una actitud tremendamente vitalista.

Me llama la atención que en España se haya traducido el título al latín mientras que en su versión original el título está en danés. En este día de ira, la próxima que va a sufrir la condena de Dios es Anne. Supongo que la película considera que sus motivos son suficientemente nobles y se evita mostrar su pena de muerte. Quien ha actuado mal es su esposo mucho mayor que ella, impotente, que ha robado su juventud. Ella para recuperar el tiempo perdido adopta fervorosamente a su hijastro, de su misma edad. El hecho es que su esposo es tan mayor, que me cuesta asumir que esa señora de gorro con ridículas orejeras sea su madre y no su hermana.

Le película termina con el plano de una brumosa silueta de una cruz cristiana con un tejado encima, un símbolo que no he sido capaz de rastrear, y con el que se abre “Lux Æterna (2020)” de Gaspar Noé.


viernes, 7 de julio de 2023

MANHATTAN

Dir.: Woody Allen
1979
96 min.

Desde los primeros acordes de Gershwin y los intentos de escribir ese primer capítulo de su libro la película rezuma amor por Nueva York. Y toda la película se mantiene en este tono. Toda la película tiene mucho mimo. A la ciudad, al cine, al personaje de Woody Allen, a los temas que son sus obsesiones, a los pisos pequeños de la ciudad. La vigencia de la película es total; su blanco y negro le da una fotografía que se mantiene férrea con los años. No nos produce el rechazo de los marrones de otras películas suyas, en particular “Delitos y faltas”. La ciudad aparece preciosa, él está en estado de gracia. Su preocupantemente joven novia está maravillosa. Sus actrices están soberbias. Es la película que explota todo lo que Woody Allen sabe hacer con sus historias al máximo.

Es cierto que tiene un final mucho más dulce de lo que el atormentado protagonista está acostumbrado a sufrir. De hecho, aparece como un pastiche. La carrera que se da por las calles de Nueva York parece un salto a otro lugar al que no pertenece el resto de la película. Ese final romántico sucede en otro mundo distinto al de la película. Lo que hay que apreciar de este final es que quizás es de las pocas escenas donde se permite él quedar como un galán perdedor. Hay un esfuerzo por parte de la cámara y de su rostro por que nos apiademos de él. Una emoción nunca antes buscada en sus interpretaciones.

El romance con Tracy está de todo menos normalizado. Si de algo se habla respecto a relación, es de lo vacía que es. Woody Allen ha encontrado a alguien que admira su intelectualidad. Intelectualidad que se caricaturiza desde la voz en off del inicio cuando considera las gafas negras de pasta uno de los rasgos principales del protagonista. Esa aura de magnificencia que recibe hachazos constantemente a lo largo de la película. De hecho se apela a Nabokov. Esa relación es vacía y así se ocupa la película de hacérnoslo ver.

Todos los personajes de la película viven en un mundo superior al resto de mortales. Viven de museos, escribir artículos y libros, entrevistarse con escritores… Ese es el mundo que representa Manhattan y esa es la decadencia de la que habla Woody Allen al inicio. Más nos vale acostumbrarnos a ellos porque es todo lo que vamos a ver en el cine de este hombre. Resulta muy interesante el choque cultural entre Woody Allen y Diane Keaton. Lo que Allen considera la verdadera cultura apenas tiene un siglo de antigüedad. Todas las visiones que ella trae las considera modernidades. Así Allen adora a Bergman porque lo considera filosofía, pero claro, es la filosofía pesimista que Allen ha practicado a lo largo de su carrera.

Incluso los temas de matrimonios, infidelidades y problemas de la vida amorosa de personas de 40 años entran muy suaves en esta película. Por lo general resulta un poco lejano para alguien de 20 años cuando se pone a hablar de los distintos divorcios que ha tenido. Pero en esta película está tratado todo este asunto como un pretexto para la historia, no es aquello que acapara toda la atención.

La estética de la película es una maravilla. Desde el plano mítico del banco viendo el amanecer en Nueva York, los fuegos artificiales con la Rapsodia, los paseos en coche de caballos por Central Park, el agua marrón de las tuberías… La ciudad recibe un homenaje inmenso. Esa forma de tener que salir a una carretera de 3 carriles en cada sentido para poder moverse por la ciudad. Una salida de la carretera que hace un giro de 180 grados pasando de ver las ventanas de un quinto piso, a la bahía y después Manhattan, estar obligado a moverse en taxi… Por supuesto se omite toda la marginalidad de esa ciudad, pero aparece como un monstruo indómito.

Tenemos también la bellísima conversación de infinito erotismo en el planetario. Esas sombras artificialísimas con Saturno de fondo. Los perfiles iluminados muy ligeramente. Susurros. Es un momento precioso. Sobre todo para crear una relación que va a morir.

En cuanto al humor está rapidísimo. Los chistes llevan un ritmo constante, los momentos dramáticos no lo lastran. El principal atacado es el protagonista. No se le perdona el intento de asesinato. No se le perdona su relación con una menor. Por otro lado aún se mantiene lo suficientemente alejado de Bergman por lo que no necesita grandes discursos del sentido de la vida y no satura de diálogo. Esto es especialmente positivo cuando estás viendo la versión subtitulada.