sábado, 27 de julio de 2019

LOS MUERTOS NO MUEREN

Dir.: Jim Jarmusch
2019
103 min.

Película de zombis que se dedica a homenajear a la vez que parodiar el género. Hay referencias a George A. Romero explícitas ya que el modelo de un coche se dice que es muy del estilo de sus películas. Además se repite el icónico plano de las manos de zombis entrando entre unos tablones de madera.

La película tiene muy claro que los zombis ya no dan miedo. Por eso, cualquier trozo del argumento que no sea interesante desaparece. Por ejemplo cuando aparecen las dos primeras víctimas de los zombis uno de los policías expresa que cree que son víctimas de zombis. En una película al uso todos habrían creído que ha sido un ataque un poco extraño y sólo cuando descubrieran los zombis habría resultado una hipótesis factible. Esto nos gusta mucho verlo. Todo lo que sea una película cuidando del espectador, nos gusta.

Hay varios momentos de ruptura de la cuarta pared como la omnipresencia del tema central de la película. —¿De qué me suena esta canción? —Es el tema de la película. Se agradece también que se ridiculice la típica línea de guión en la que un personaje desde el primer momento asegura tener el presentimiento de que algo malo va a pasar. Nos encanta por supuesto cómo desaparece la mujer escocesa maestra de la catana. Nos gusta que se imponga una regla acerca de cómo muere un zombi y se respete. Nos gusta que un zombi sea Iggy Pop. El gag acerca del guión de la peli está muy bien como idea aunque su desarrollo es pobre. Hay una escena muy curiosa en la que mencionan que puede estar siendo improvisada.

Es muy bonito ver el paralelismo entre Bill Murray y Adam Driver. Bill Murray actúa como nos ha acostumbrado. Hierático, diciendo frases locas con total seriedad, casi con hastío. Dado que a los protagonistas no les asustan los zombis, la actuación de Adam Driver se acerca muchas veces a la de Murray. En la peli los personajes tienen una ligera posición de maestro y aprendiz. Es fácil hacer la traslación al mundo real con ambos actores.

Es habitual escuchar el paralelismo entre el mundo material (más recientemente las pantallas, internet…), su dependencia y los zombis. Las personas somos algo así como seres sin consciencia que sólo buscan consumir. No es tan habitual hacer esto explícito en una peli. Es bonito ver las hordas de zombis agruparse según aquello que les genera dependencia. Siempre que los vemos rodeando algún edificio es un establecimiento comercial. Por eso me molesta un poco que el final de la peli sea un vagabundo verbalizando el mensaje de la peli. Ya han comparado la sociedad consumista con zombis y con hormigas: no es necesario hablar más de ello. ¡Rompes el lenguaje cinematográfico!

En cuanto a la crítica política, parece que los directores estadounidenses hayan hecho una especie de alianza acerca de que hay que reírse de Donald Trump y de su electorado. Pero nunca se aporta nada. Simplemente vemos a un personaje con una gorra roja y una frase loca que mezcla las soflamas de Trump. Cuando este personaje muere la película se recrea un poco para celebrarlo. Pero es una crítica muy pobre, muy blanca y muy poco comprometida.


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