viernes, 5 de julio de 2019

TOY STORY 4

Dir.: Josh Cooley
2019
100 min.

Después de la pequeña decepción que fue “Toy Story 3”, tenía cierto miedo al ver esta. La primera escena de la peli ya nos deja absolutamente asombrados con la calidad excelsa de la animación. Ese plano de un bordillo de la calle, de noche, alumbrando el asfalto con una linterna es de un realismo impresionante.

Las historias de Pixar nos podrán gustar más o menos pero está claro que saben muy bien cómo hacer una peli. Conocen su público y conocen sus sagas. En apenas tres o cuatro planos se nos recuerda cómo los juguetes fueron regalados a una niña cuando Andy creció. Pero insisto en que esto ocurre rapidísimo mientras escuchamos “You’ve got a friend in me”. Quien no recordara la trama tiene la información necesaria para entender las referencias que se harán durante la peli. Quien sí la recuerde está muy ocupado escuchando la nostálgica banda sonora como para aburrirse.

La primera escena de juego de la peli sigue los esquemas de las anteriores películas en un claro ejercicio de coherencia interna. Si en la tercera película nos salíamos de los escenarios conocidos, en esta cuarta aún más. Es muy hábil esta escena para transmitir la sensación de que seguimos perteneciendo al mismo universo.

Al poco tiempo de empezar la peli, Woody va al colegio con su nueva niña, Bonnie, a pesar de que lo tiene prohibido. Es algo necesario para dar pistoletazo de salida a la trama. Pero, si no recuerdo mal, Woody era un personaje con un sentido del deber muy fuerte y que no hace muchas temeridades. No es demasiado típico de él.

La película hace un esfuerzo muy evidente en sacar personajes femeninos. Es muy bonito ver que esto se realiza sin que nos parezca extraño. Por no mencionar que el personaje de la pastorcilla, Bo; que en la primera película era la compañera de Woody, está completamente desatada en esta. Ella es quien le hace cambiar de opinión a Woody y hay un momento tremendamente empoderador cuando se quita la falda. Por no mencionar el detalle de un niño jugando con un hada al fondo en un plano.

Los villanos en esta peli son un poco extraños. Para empezar dan bastante miedo. Se hace el camino contrario que en la tercera película. Aquí empiezan siendo malos y después hacen una especie de “el fin justifica los medios” y se convierten en personajes positivos sólo porque Woody siente afinidad por ellos. Hay un par de sustos bastante importantes protagonizados por los muñecos ventrílocuos. Disney sí tenía este espíritu de introducir en sus películas elementos oscuros, pero no tanto Pixar. Las escenas de acción me cansan un poco. Todos nos imaginamos quién va a salir ganando y ni siquiera son demasiado espectaculares.

El personaje de Forky es muy divertido. Me parece muy positivo que hayan aceptado que la función del personaje es cómico y no sentimental, que, conociendo los últimos trabajos de Pixar, era un pastel tentador. Esa obsesión que tiene al principio con la basura antes de aceptar su condición de juguete nos da unos momentos divertidísimos. El diálogo con Woody en el que le hace cambiar de opinión es completamente natural, no hay imposturas y comprendemos sin ninguna suspensión de la incredulidad (más allá de aceptar que un tenedor hable) el cambio de mentalidad de Forky.

Hay unos secundarios magníficos. Por ejemplo el motorista canadiense. El Madelman esquiador, con una aparición brevísima pero con uno de los momentos más graciosos de la peli. Hay un cameo del muñeco de hojalata procedente de aquel corto de Pixar que ojalá fuéramos capaces de olvidar. Cuando la muñeca mala se pinta las pecas es una clara alusión a la mítica escena del arreglo de Woody. No me parecen tan graciosos (salvo la escena evidente) los dos peluches de feria obsesionados con tener un niño. ¡Todos los juguetes quien tener un niño! ¡No necesitamos más personajes así!

Aunque el final es un poco sentimental para mi gusto, dado que teníamos el precedente de “Toy Story 3”, no está tan mal.


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