viernes, 24 de abril de 2020

CORRE, LOLA, CORRE

Dir.: Tom Tykwer
1998
75 min.

Una película sobre contar una misma historia de varias formas. ¿Cómo cambia el futuro con unas pocas decisiones? La película de 1998 tiene una estética muy estridente, como era habitual en la época. Es destacable que la forma en muchas ocasiones incomprensible. La música de “hay que darse prisa” parece prácticamente de Chimo Bayo. Eso no te da sensación de urgencia, sí de movimiento. Yo opino que es producto de un director con intención de crear escuela. Lamentablemente con un resultado un poco regular.

No entiendo qué sentido tienen los relatos de vida momentáneos. Eso sí, contados con fotografías. Planos muy cortos como era frecuente a finales de los 90 o principios de siglo.

Hay una secuencia en concreto que está grabada con planos sin estabilizar y con una imagen muy poco tratada. No estoy muy seguro de cuál es su intención. La escena de animación desentona con la estética general de la película. Personalmente creo que el director se quedó sin recursos formales y decidió hacer algo que se hace poco en el cine y así destacar esa secuencia sobre las demás.

La idea de repetir una historia con variaciones no es única. La película “Efecto mariposa” ya lo ha hecho. Es cierto que lo hizo después. La gran ventaja de ésta respecto a “Efecto mariposa” es que no necesita justificaciones absurdas de su trama.

Aun así, tiene como beneficio su duración. No lo digo en broma. La película se sabe apreciar a sí misma correctamente. No necesita extenderse más para contar más historias. No es explicativa y tiene un desenlace muy satisfactorio después de varias frustraciones. Me parece muy acertada la actitud de Lola mientras corre. El actor que hace del novio me parece un papel muy frío para la importancia que tiene en la película.


viernes, 17 de abril de 2020

LA ESCOPETA NACIONAL

Dir.: Luis García Berlanga
1978
95 min.

La película es como un aire que se ha contenido durante muchos años de franquismo y que, nada más llegar la democracia, se suelta. Es remover los lodos de la política y economía y decir cosas que durante mucho tiempo no se podían. Hoy tenemos muy claro que las decisiones políticas y económicas son, en general, tóxicas. Quien se escandalice por la falsedad de quien busca beneficios económicos, es un ciego.

Es este sentido la película pierde un poco de vigor. Pero las actuaciones salvan mucho la película. Saza tiene un acentazo catalán que, aunque exagerado, crea un personaje muy característico. Es cierto que hay algo en este personaje que no nos acaba de convencer. Es un catalán que se sorprende de ver cómo trabaja el régimen y todos los chanchullos. No me creo que estos asuntos de política fueran algo propio del centro del régimen, algo sólo de Madrid.

A nivel de crítica política sí es muy bonito ver cómo los políticos enormemente fieles al régimen caen de forma caprichosa y sin poder hacer nada. Pareciera que el antagonista de la película fuera el gobierno franquista. Pero esto no es así, el antagonista es el propio sistema. Dejando contentos solo a quienes están al mando. En particular de Franco, inamovible. En este sentido va el cartel final: “Ni fueron felices ni comieron perdices y así será mientras haya ministros y administrados”. Así la crítica no se queda sólo en la corrupción franquista, sino en general a toda la clase política.

El tinte patriarcal de la película es absoluto. Las mujeres son prácticamente propiedad de los hombres, ni siquiera de los maridos. Son ellos quienes tienen que conceder que personas de poder las tomen a cambio de favores. Las mujeres son personas de absoluta ligereza que incitan a los hombres a tener vicios. Por supuesto hablamos de las mujeres que no pertenecen al servicio. En el servicio son indistinguibles de los hombres, ya que el servicio es pura lealtad.

La familia de marqueses es absolutamente caricaturesca y casi siempre repugnante. Incluso el protagonista, quien no es ni político ni noble, tiene una actitud absolutamente interesada. Pero, como todos están a pedir los favores de los marqueses, son quienes se permiten más atropellos a la moral cristiana que dictan a todo el resto de España. En este sentido el momento más escandaloso es el marqués que colecciona pelo púbico con total degeneración.

Todo lo demás que se puede añadir es el contraste entre la moral que se promueve y la que se practica. En mi opinión, hasta la saciedad del público. Supongo que era algo de lo que se quería hablar desde hacía tiempo y no se permitía. Este tema hoy en día se sigue usando como tópico de la derecha. Supongo que es algo heredado de la cúpula franquista. No sé si hoy en día es algo que se sigue dando. No tanto porque las personas sean más correctas moralmente sino porque la sociedad en general es menos católica.

El asunto de los famosos planos secuencia de Berlanga funciona muy bien. No tanto porque sea un gran lucimiento sino porque lo que muestra son muchísimos asuntos moviéndose a la vez. Para conseguir este entrelazamiento hace que los personajes y su sonido entren y salgan de cuadro de forma muy orgánica. Quizás sea una de las veces que mejor se usa el plano secuencia. Como su causa es práctica, no hay miedo a romperlo si es para favorecer la narrativa. Si hay algo que ocurre fuera de una estancia, no tiene sentido llevar la cámara volando como haría un director con ganas de alardear.

Es cierto que en los exteriores el sonido no es todo lo bueno que pudiera. Para la época, el color está mucho más cuidado que en producciones americanas con mis odiados tonos marrones.

Obligatorio mencionar los títulos de crédito iniciales. Están impresionados sobre una vista elevada de la casa de los marqueses. Sonido de campo. Según van a apareciendo nombres en pantalla suenan balidos de oveja. Cuantos más son los nombres, más ovejas suenan. ¿Lo curioso? No aparece ni una sola oveja en la película.


viernes, 10 de abril de 2020

PLÁCIDO

Dir.: Luis García Berlanga
1961
85 min.

En ningún momento de la película podemos dejar de asombrarnos al caer en la cuenta de que pasó una censura y se estrenó en un régimen franquista. La película ametralla por completo la moral cristiano-burguesa. Una sociedad que vive por las apariencias. Pagando por tener en su casa actrices del cine, que después tienen una acogida muy relativa en las casas. Penando por tener pobres y ancianos en Navidad. Una Navidad llena de villancicos siempre desafinados.

La película nos presenta a Plácido, un tipo trabajador y sus penurias para pagar una letra del motocarro con el que trabaja. Toda la película ese motocarro luce una estrella brillante y tremendamente irónica. Es un ataque tan evidente que, por ello se hace mágico. En muchos otros contextos nos parecería un recurso extremadamente fácil. Pero verla tan flagrante pasar ante la cara ciega del censor nos inunda la cara de alegría.

El mensaje más evidente es la contradicción entre una sociedad demasiado ocupada en aparentar que están ayudando mucho como para ayudar a un tipo que sólo tiene que llevar a tiempo el pago de un préstamo. No tiene un aspecto lo suficientemente pobre como para que interese.

Hay un cierto paralelismo entre esta película y “¡Jo, qué noche!”. Un tipo que lucha contra las adversidades. En este caso Plácido debe enfrentarse a una burocracia. Nunca consiguiendo pagar la letra de su motocarro a pesar de que todo el mundo a su alrededor parece estar por la labor de ayudarle. Además está el asunto de que las dos historias ocurren de noche, perdiendo la noción del tiempo y con la continua sensación que apremia.

Los pobres en esta película son invitados a cenar. Cenan en casa de gente pudiente. El dinero que les sobra y “por una vez al año” se da sin problema. En cuanto esta gente necesita cualquier otra cosa molestan. ¡Cualquier cosa! Incluso un entierro. La muerte de este anciano es terriblemente cruel. Además de que la sociedad biempensante no hace nada por salvarlo, lo llevan tapado en un carro, lo esconden como pueden en su propia casa, su viuda es una mujer tan necesitada que ni si quiera con ello pierde el apetito… Además de todo eso, la campaña es su asesina ya que ha tenido un ataque pulmonar al pasar la tarde de nochebuena al aire libre. El planteamiento es terrible.

El único momento en el que hay movilización en cuando se enteran de un hombre que va a morir sin estar casado con la mujer con la que vive. Sólo hay movilización para preservar la moral cristiana. En un momento de tanta alegría que resulta mucho más trágico. Todo lo que les preocupa de la muerte de este hombre es que vaya a fastidiar la campaña de Navidad. En este momento, mientras hay medios certificando su muerte, dos mujeres con un tono terriblemente divertido deciden rezar un rosario. Resulta fascinante que este comentario sobreviviera a la censura.

Las interpretaciones son muy buenas. Pero aún mejores son los intérpretes. Es cuando menos llamativo ver a los actores de José Luis Cuerda muchos años más jóvenes. Es precioso ver que no ha cambiado ni un ápice el estilo de Manuel Alexandre. Con esa cadencia tristísima en el tremolar de su voz. Esas ganas de trabajar y de desentenderse de todos los problemas que le vienen… Esa cojera que aumenta la lástima que provoca… Además es precioso ver algo casi contradictorio: a un joven Luis Ciges. Mucho más contenido de lo que veremos más adelante pero con una delgadez perfecta para interpretar a un pobre. Con una resignación propia de alguien que no le puede exigir nada a su realidad. Nada que decir del maestrísimo José Luis López Vázquez. Por otro lado está el cuerpo notarial. Con actores que no conozco pero que encarnan perfectamente la frialdad de la burocracia.

Estilísticamente es una peli muy coral. Con siempre muchísimas personas en plano. Escenas muy movidas. Historias que se asoman ocasionalmente en la trama principal. A nivel de guión es perfecta. Cada personaje con sus propias fijaciones y actuando de manera completamente consecuente. Es cierto que se produce un efecto muy curioso con escenas tan recargadas. Al tener un cuadro pequeño y un sonido pobre a la vez nos llega toda la información de la escena y tenemos la sensación de que nos estamos perdiendo mil detalles.

Aunque esté muy bien interpretada, toda la línea narrativa en la que se debe retransmitir el transcurso de la campaña me interesa muy poco. Es todo el rato un tipo intentando que todo tenga un aspecto idílico. Pero supongo que es algo a lo que estamos tan acostumbrados que es poco potente. Del mismo modo, no me interesa mucho el conflicto entre los modos de actuar de las actrices, los pobres, ancianos y sociedad burguesa.


viernes, 3 de abril de 2020

EL VIAJE A NINGUNA PARTE

Dir.: Fernando Fernán Gómez
1986
134 min.

¡Qué sorprendente ver algo así en el cine español! Una película en forma de biopic. Nadie espararía de Fernando Fernán Gómez esta forma de innovar. Él que es estandarte de un tipo de interpretación en el cine muy heredada del teatro no nos imaginaríamos que haga estas cosas en el cine. Es cierto que la mayoría de los elementos que nos sorprenden son relativos al guión.

Se nos presenta a un soberbio y José Sacristán. Un hombre mayor relata cómo ha sido su vida. Empezó siendo un actor de comedia que se paseaba por los pueblos y llegó a tratar con las mayores estrellas de cine de España y del extranjero. Este hombre mayor no se parece en absoluto al José Sacristán que conocemos en la actualidad. Esto nos provoca una disonancia muy grande y mucho rato de la película nos cuesta asociar lo que vemos en pantalla con el actor consagrado que conocemos. Sacristán es tremendo. Hace bien todas sus escenas. Nos lo creemos todo el rato. Es cierto que el actual Sacristán tiene unos ciertos dejes parecidos a los que podemos ver a Fernán Gómez en esta película. Pero la agilidad que le da la juventud da un espectáculo resplandeciente.

A su lado tiene a Fernán Gómez que siempre da gusto verlo aunque no siempre sea lo más creíble posible. Es grande su personaje. No puede evitar que la cámara lo mire. El momento en el que trabaja por primera vez en una película en un papel de una frase es casi una parodia de sí mismo. Esa forma de gritar “señorito” como si estuviera declamando una gran obra en un teatro de aforo inmenso me hace muy feliz. A este momento le sucede una actuación de un director de cine embravecido que le echa a voces del set de rodaje soltando una frase magnífica: “me cago en el padre de los hermanos Lumier” mientras lanza una silla al aire. Esta misma frase la repetirá el propio Fernán Gómez con una voz de mucha más presencia. Probablemente lo que más repite en toda la película sea el insulto para el tipo que programa películas en los pueblos dejándolos a ellos sin público: “peliculero”. La fama de persona con mal genio se la ganó a pulso.

Hay un elemento de esta película cuya mención es inevitable: Gabino Diego. Lo de este personaje es alucinante. Ridículo hasta la saciedad. Ocurre que cuando se habla con un acento distinto al propio es más fácil creerse una interpretación. Gabino se presenta hablando gallego y con aspecto de imbécil, desgarbado, boca abierta, chepudo... No descarto que el gallego haya sido el acento elegido para colaborar en esta imagen. Es un personaje tan tonto que no nos lo llegamos a creer nunca. El único momento en el que luce es cuando sale por primera vez al escenario y habla susurrando porque así es como ha hecho todos los ensayos. Con Gabino Diego ni siquiera funciona el momento en el que la prima de Carlos Galván, interpretada por Nuria Gallardo, hace el juego erótico con él.

El usurero hace un gran papel. Además la escena en su casa hablando con los de la compañía teatral es genial. Estas personas extrayendo todo el dinero que pueden. El guión con 8 páginas y 16 bailes en toda la función… Es una maravilla.

El miembro de la compañía que es alcohólico y sólo sabe hablar como si recitara. Con unas frases absurdamente largas y convenciendo a todo el mundo de lo que quiera. Exmiembro de la división azul y trabajando en rusia de cómico… La mujer de la pensión que seduce a Galván…

Uno de los problemas de las películas con argumentos tan largos es que deben hacer muchas cosas y es difícil que todas ellas resulten de interés. Pero esta película está escrita con mucho ingenio. Todo lo que ocurre funciona.

Me deja un poco descolocado el juego de personajes famosos. Se mencionan a nombres famosísimos y a otros no tanto. Ocurre que el protagonista hace una obra de teatro en la que habla como un gangoso y aparece un actor al que le encanta esta imitación. Este actor tiene un nombre que no recuerdo pero el tipo que lo interpreta tiene un gran parecido físico a Arévalo y, de hecho, hay un momento en el que sale él en pantalla y detrás aparece un cartel el que pone “Arévalo”. Es algo curioso cuando menos.