viernes, 27 de noviembre de 2020

BODAS DE SANGRE

Dir.: Carlos Saura
1981
67 min.

Una compañía de danza va a representar una versión de “Bodas de Sangre”. La película nos muestra los instantes antes del ensayo general y el propio ensayo. Esto parte la película en dos mitades. Por ser el ensayo general avisa el director de la compañía que no va a haber cortes. Lo que a nosotros nos llega en una representación. Sólo faltan luces y escenario. Tenemos en su lugar un sobrio estudio de danza. Es todo una maravilla.

En el camerino la gente se pone su maquillaje, coloca fotos de su familia en el espejo… Hay un monólogo de uno de los actores protagonistas acerca de cómo fue su carrera en el mundo de la danza. Cuenta que empezó a bailar porque pasaba hambre. Suena en voz en off. No es una interpretación es un relato llenísimo de realidad.

Antes de que comience el ensayo general, el director de la compañía hace un ensayo de un número grupal. Todos bailan la misma coreografía en un salón con un espejo amplio. Aquí la película se mantiene en un tono que no termina de decantarse hacia ningún lado. Por las imágenes que hemos visto anteriormente se acercaría casi al documental. Pero tiene unos planos detallistas que se alejan de él. Además cuando entra el director al salón con ese espejo magnánimo la cámara debe hacer equilibrios para no salir reflejada en él.

El baile grupal con esos tacones y ese suelo de madera es infinitamente poderoso. Todos los movimientos son violentos. Las miradas intensísimas. Las espaldas recatas. Se escuchan las voces del director gritando: ¡Aguantad los riñones! El ruido del salón es atronador. Por ser interior el eco es notorio. Explica cómo se debe dejar caer todo el peso en una pierna consiguiendo algo casi atlético. Hay algo mágico de esta escena. Después de haber evitado el espejo, después de haber conseguido que los actores se muevan con naturalidad, ignorando al equipo de rodaje. Después de toda esa limpieza, a los pocos segundos de terminar la escena ¡se cuela un micrófono en cuadro! Una maravilla.

La propia representación es igualmente impresionante. Aparte de la potencia propia de la danza se suma de forma muy discreta el poder del cine. Repito que lo hace de forma muy discreta. Uno podría pensar que está viendo teatro filmado. Pero en los coqueteos de Leonardo y la novia juega un papel fundamental la cámara. Los primeros planos a la cara de Antonio Gades interpretando de forma maravillosa esa pena sin caer en el esperpento es una maravilla. Es una maravilla y la película lo sabe.

El guitarreo acompaña durante toda la representación. A veces con canciones como en el día de la boda o con la famosa canción de cuna. Otras veces está de música ambiental y otras acompaña el baile. Hay un momento donde posa toda la compañía dejando a los novios en el centro del cuadro y las guitarras callan un instante. Genialmente ejecutado. Las guitarras también se vuelven mucho más sutiles cuando el novio y Leonardo tienen la pela final a navajazos. Está representada a cámara lenta que resta algo de fuerza a todo lo que ocurre. Pero los ángulos casi rectos de sus rodillas dan una fuera a sus piernas negras impresionante.

Estéticamente son mucho más llamativos los personajes masculinos que femeninos. Las camisas blancas de puños entallados, los pantalones altísimos, el fajín ajustadísimo, los tacones… Son figuras con una fuerza indescriptible.


viernes, 20 de noviembre de 2020

CLIMAX

Dir.: Gaspar Noé
2018
95 min.

Con frecuencia me quejo de que las pelis podrían explorar más la paciencia y los límites del público. Esta realmente lo hace y en ocasiones creo que los pasa. Por ejemplo el fortísimo episodio de la madre encerrando a su hijo con la consecuente muerte de ambos. Ahí está grabado con tanta indiferencia que abruma muchísimo.

Pero antes de la parte super desagradable e hipnótica han pasado cosas muy fuertes. Por ejemplo empieza con un plano en la nieve que descubrimos que revela el final de la peli. Bien. Después un plano secuencia de una coreografía muy llamativa. Y el plano es larguísimo. Pero podría durar y durar. No hay forma de quitar la atención de ahí. Después más plano secuencia y empieza un trozo maravilloso. Fragmentos muy breves de conversaciones banales donde se nos explica las relaciones de los personajes para lo que va a suceder. Esto dura también mucho raro y aun así no pierde intensidad. Aquí es cuando me explota la cabeza porque después de casi una hora de película aparecen los créditos entre los que se incluye el nombre del director un mínimo de tres veces.

La escena del LSD poco a poco desata una locura con cosas a veces muy desagradables. Sin embargo hay algunos elementos que era lo que llevaba tiempo deseando ver en una peli. La acción de la peli se nos muestra en primer plano y sin embargo detrás de esta hay cosas super alucinantes (en este caso gente bailando) a las que presta nula atención. En general la cámara se mueve sin sobresaltos. El plano secuencia es interminable y miramos cuanto ocurre sin seguir la acción. La cámara se mueve y recoge las cosas caóticas con naturalidad.

Formalmente es genial que las verticales nunca coincidan con los márgenes de la pantalla y esos focos tan pequeños con esa aberración a los laterales de la pantalla.


viernes, 13 de noviembre de 2020

EX

Dir.: George Markakis
2020
85 min.

Película homenaje a la noche berlinesa. Queriendo huir de estéticas de pistas de baile decide centrarse en los baños de las discotecas. De esta manera, la película hace gala de una intimidad con el tema que trata y así evita hacer esfuerzos con su guión para ganarla.

Las personas que vemos pasan la treintena sobradamente y su vida es la noche berlinesa. Quieren creer lo contrario: que su vida los ha llevado a refugiarse en la noche. Cada cual elabora un discurso absurdo y pretencioso acerca de por qué son especiales y por qué la sociedad biempensante les juzga duramente. Lo cierto es que no encontramos ningún relato que nos haga pensar que son juzgados. Por lo contrario, un tipo cuenta que viajó de Beirut a Berlín, donde encuentra una sociedad enormemente abierta y tolerante.

No sé las intenciones del autor. Pero una película que se promulga como un homenaje a estos clubes nocturnos se convierte en una ridiculización de la generación tecno. Recuerda en este sentido a películas de la aristocracia como “La gran belleza”. Esta gente no es lo que uno pensaría como alta sociedad, pero para pagar las ingentes cantidades de drogas que consumen hay que tener un nivel adquisitivo importante. Tenemos por tanto a una generación absolutamente improductiva y que se convencen a sí mismos con discursos rimbombantes de que si ellos dudan de la vida que llevan, es por la sociedad.

Las conversaciones recuerdan mucho a la primera mitad de “Climax”. En esos baños que hacen de confesionarios nadie se escucha. Cada cual lleva su discurso y sí interactúan entre ellos, tienen diálogos, pero no conversaciones. No hay nunca debate, frases vacías. Nunca se juzga a nadie pero porque nadie dice nada en contra de nada. Sólo se habla de sexo, drogas y algún comentario acerca de ser libre. En ese lugar todo el mundo es bisexual, no hay un conflicto ahí. Los baños que se nos muestran están plagados de drogas, nadie se posiciona en contra… Sólo vemos a personajes con mucha más autoestima que las gentes sin vidas que hacen la pantomima.

El único momento de colisión en la película es con el personaje que dice sentir las visitas de su abuela muerta. Aquí la protagonista lo mira con cara casi de miedo. No sólo no comprende lo que dice sino que el tono de su discurso es demasiado deprimente para su generación.

La puesta en escena es maravillosa por lo insistente e insistente por lo limitada. La mayor parte de la acción se desarrolla entre dos espacios dentro de los baños. Uno luminoso, claro y azul donde están los lavabos y espejos y otro oscuro y rojo donde están las cabinas. Aunque lo ronda, no llega a forzarse el sobadísimo contraste entre azul y naranja del cine actual. Me gusta mucho lo saturante que es el bit de la música que suena afuera. Nunca escuchamos música, tan solo el taladrante pulso. Los baños son un refugio pero la fiesta sigue fuera. Me gusta mucho también que las cabinas sean estrechísimas y aun así funcione bien el formato panorámico.

La protagonista se dedica a vender drogas en los baños. Va vestida con un sujetador de arneses, dejando sus pechos al aire toda la película. El desnudo se muestra sin mucha dificultad, pero el de esta chica es el que más aparece.

Algunas cabinas nos interesan más que otras. Por ejemplo odio con mucha intensidad al pseudoartista asiático, histriónico, abusando a todas luces de la paciencia de la protagonista. Pero sobre todo con muchas palabras que no significan absolutamente nada. Como personaje, me recuerda a la artista que aparece corriendo contra un muro al comienzo de “La gran belleza”. Me gusta mucho la cabina donde hay tres tipos alemanes hasta la médula. Uno de ellos con una voz poderosísima recita poesía y canta ópera. Me encanta este lugar. En la zona de los lavabos hay una pareja de transformistas. Una operada de ego infinito y un tipo alto con maquillaje oscuro con una feminidad y erotismo a raudales.

En cuanto a la explicitud de según qué cosas me parece muy poco interesante. Las felaciones quizás resuenen en las personas que conozcan estos locales. Por lo demás no es una imagen muy interesante la que da el sexo en un lugar tan pequeño. Sí es algo más fuerte la imagen de la protagonista con las medias absolutamente rotas por los dedos del tipo que la está penetrando. También se consigue una buena imagen con la asiática que tiene un orgasmo con un cuerpo abalanzado sobre la cámara justo en un momento de cese del bit.


viernes, 6 de noviembre de 2020

SOLARIS

Dir.: Andrei Tarkovsky
1972
165 min.

A veces parece que quienes se dedican a la ciencia ficción deban pagar una pena dando un mensaje trascendente a su historia. Parece que compiten por quién cuenta una historia cuyo significado se aleje lo máximo posible de los hechos materiales que narra. No diré que las reflexiones aquí expuestas sean vacuas pero desde luego hay muchas de ellas que necesitan una exposición mucho más profunda y sobre todo detallada.

Solaris es un planeta con consciencia. Replica lo que aprende de las mentes de los humanos que se le acercan. Así mismo parece verse alimentado cuando los humanos creen lo que Solaris genera. Sin embargo nunca se explica muy bien este mecanismo. Desde muy al principio se nos explica que todos los espejismos de Solaris están hechos de neutrinos. Esto nos permite descartar que los humanos que genera sean realmente humanos. No se le da mucha importancia pero propone el conocido debate acerca de cuánto debe parecerse un ser a un humano para que se le considere humano.

Aquí se propone un punto de vista no muy recurrente. Las copias de Solaris no son perfectas. En particular son bastante vacías. No tienen recuerdo de una vida pasada y tienen graves carencias emocionales. Por no ser seres vivos cuando mueren, resucitan. Al volver a la vida tienen las heridas de aquello con lo que murieron. Por tanto sus primeros minutos de vida son traumáticos. Esto nos lleva a pensar lo duro que es tener características humanas sin la fortaleza de ser un humano. Por ejemplo vemos la tortura que le supone no ser capaz de dormir.

A nuestro protagonista se le aparece una exmujer suya que murió. Un detalle precioso es que lleva un vestido con un cordón para cerrarlo. Sin embargo no tiene la espalda abierta. La copia que ha hecho Solaris es imperfecta: está basado en las apariencias. Lo único de lo que dispone Solaris para hacer la copia es la imagen que tiene el protagonista.

Sorprende mucho el cambio de la fotografía constante. Las escalas de grises cambian mucho de tonalidad y de contraste. Uno podría pensar que tratan de clasificar distintos estados de conciencia del protagonista. Sin embargo son tantos y muchas veces hechos en momentos tan inesperados que es muy difícil confirmar esto. Está la tentación de considerar lo que está en color el sueño y en blanco y negro la realidad como ocurriera en “El mago de Oz” pero no parece muy viable.

Para crear este ambiente onírico observamos que en todos los paisajes de la Tierra reina la niebla o el humo. Ya en la estación espacial aparece un enano como hace Jodorowsky. Es extraño que se haya llegado a esta convención de que los enanos representan lo onírico. Hay un elemento muy abstracto de peligro que se representa con zumbidos, algo muy propio de Lynch. Además este aspecto rima con la coral desafinada que emana del monolito de “2001: una odisea en el espacio”.

Se ve también algún paralelismo con “El espejo” de Tarkovski. En particular me refiero al momento de ingravidez que nos recuerda a la mujer durmiendo varios metros por encima de su cama. También al aspecto contemplativo de la última escena con ese trasunto de planeta Tierra. Ese plano con su padre en su casa mientras le caen cascadas dentro de su cocina es muy poderoso. Solaris ha intentado reproducir lo mejor que ha podido la lluvia que él recuerda del último día en la Tierra. Lo que consigue es un mundo helado por influencia del cuadro de nieve que cuelga del salón de su casa. Sin alma, vacío. Aun así el protagonista llega a él casi como un hijo pródigo.

La estación espacial tiene un fuerte componente estético. Tiene la decadencia de las planchas de metal rotas o abolladas. Muchas cosas tiradas por el suelo. Ese par de neveras torcidas en un pasillo circular. Y ese rojo de las predes interrumpido por los colores metálicos de los ordenadores. Es un escenario menos impresionante pero más rico que el de “2001”.

Se menciona mucho a Tolstoi y se lee un par de frases de “Don Quijote de la Mancha”. A Cervantes sin embargo no se le cita. Se habla del sueño y su semejanza con la muerte. Vivir una fantasía es estar muerto. La expresión cadavérica del protagonista al entregarse por completo a la visión generada por Solaris así lo confirma. Casi recuerda al Jack Nicholson de “El resplandor”.

Uno sólo ama lo que puede perder. Por eso nunca podemos amar a la humanidad. Con los viajes espaciales este punto adquiere una nueva dimensión. Si la humanidad se enfrenta a otra cosa, en este caso a los humanos de neutrinos, aparece un amor no ya a lo que parece humano sino a lo que lo sea genuinamente. Este punto sin embargo queda sin mucha explicación. Como esta reflexión, muchas otras a lo largo de las casi tres horas de película. Esto en muchas ocasiones nos aleja mucho de lo que se está hablando ya que se pone una barrera intelectual insalvable.