domingo, 28 de julio de 2019

MANDY

Dir.: Panos Cosmatos
2018
121 min.

Me he atrevido con otra película de Nicholas Cage. No sabía nada acerca de la película. Solo el poster lleno de humo y ambientación entre roja y rosa. Conocía también la imagen de la cara de Nicholas Cage cubierta de sangre. Esto último fue suficiente para que me decidiera a verla.

La peli es la venganza de Nicholas Cage haciendo de leñador cuando una secta de locos cristianos quema viva a su mujer. Esta parte no empieza hasta la mitad más o menos. Antes tenemos el secuestro de ella, la presentación de los disparatados drogadictos de la secta, una especie de banda de moteros que hacen el trabajo sucio por ellos… Algunas de estas cosas están bien, otras no tanto. Los moteros sadomasoquistas con aspecto de “Hellraiser” no son muy novedosos. Toman cocaína y ven porno como en “Carretera perdida”, hablan con unas voces guturales que no obedecen a nada y no son estimulantes en absoluto.

Para decirnos el nombre de la secta, “Los hijos del nuevo amanecer”, se pone un rótulo en pantalla como si fuera el título de la peli, con muchas luces y mucho humo. Son una secta que se drogan mucho. Las luces y el humo son elementos muy psicodélicos, pero en la peli aparecen constantemente. Es muy bonito el efecto de las luces de atrás de los coches reflejándose en los muchos bosques de la peli. Las luces durante toda la peli vienen de focos imposibles, pero con muy buenos resultados.

Hay una escena que se desarrolla con Mandy, la capturada por la secta, drogada. Lo que se hace es que la imagen vaya dejando un rastro a cualquier movimiento y se pone un filtro rojo. Bien, pero tampoco nos da mucho más esta escena. El jefe de la secta hace un discurso muy vacío que no nos importa mucho hasta que se convierte en una crítica a la propiedad privada como obsesión. Sin embargo, mientras habla, hay un juego de fundidos con las caras de Mandy y el loco muy sorprendentes, de clara inspiración en “Persona”.

Este es un defecto de la peli: que se toma demasiado en serio a sí misma. Cada vez que escuchamos hablar al líder de la secta nos aburrimos muchísimo porque nunca dice nada importante. Cuando la peli admite que es pura testosterona, violencia y poco más está bien. Esa locura del protagonista haciendo una espada-hacha es maravillosa. Pero por ejemplo chirría un poco después las muertes gore. Da el aspecto que el único objetivo del director era escandalizar y lo ha intentado con todos los medios. Pero lo que está claro es que si vamos a ver a alguien lleno de sangre es más divertido si el ambiente son cadenas, cuchillos oxidados… en lugar de armas mucho más elaboradas. Se nota mucho que ha habido alguien en la sala de montaje al que le gustaban mucho los planos y los decide pasar a cámara lenta para que los disfrutemos más.

Todo ese simbolismo religioso es tremendamente aburrido. Con intenciones de escandalizar. A cualquier espectador de hoy en día le da completamente igual ver una iglesia ardiendo, no queremos ver otro descenso a los infiernos (o por lo menos no uno así) y por supuesto nos da igual que Nicholas Cage tire una Biblia al suelo.

Uno de los momentos más llamativos visualmente de la peli es la escena del baño. El protagonista llega ahí con las muñecas en carne viva y lleno de sangre. Se empieza a echar alcohol por todo el cuerpo. Nosotros no podemos apartar la vista de los terribles azulejos amarillos de las paredes.

El mensaje de la peli es que, si bien salvar a su mujer es un acto noble todo lo hace por la violencia. Cualquier recuerdo suyo, que nos llega en forma de dibujos animados, está podrido y es oscuro. Esta degradación la vemos de forma no muy sutil según se va llenando la cara de sangre, coge ropa de los moteros o se mete las mismas drogas que ellos. No podemos olvidar cómo hunde la nariz en esa montaña gigante de cocaína.

Para terminar nos muestra un cielo muy cósmico y de otro planeta sin saber muy bien a qué obedece.


No hay comentarios:

Publicar un comentario