viernes, 24 de diciembre de 2021

LA CASA DE JACK

Dir.: Lars von Trier
2018
150 min.

Las críticas de Cannes hicieron toda la promoción de esta peli y yo he ido a verla con la precaución de cerrar los ojos cuando aquello fuera un surtidor de sangre, tripas y una exposición de la pretenciosidad de Lars von Trier. Por contraste con mis expectativas, la película me ha gustado bastante.

La peli es sobre un asesino en serie sin ninguna de las cualidades habituales. No hay rastro de elegancia, inteligencia, caballerosidad, frialdad… Sí está muy presente la psicopatía en la construcción del personaje, pero nunca como algo atractivo. Jack es un ser enfermo, raro y no hay que empatizar con él. La trama avanza por un relato de Jack con su Virgilio en el descenso a los infiernos. En este diálogo se juzga duramente a Jack. No hay comprensión o compasión. Es un ser negativo en cualquier sentido. De hecho muchas veces se le humilla y se le critica que tenga TOC; ningún asesino en serie que se precie puede permitirse tener TOC.

Estilísticamente abunda la cámara al hombro poco estática, en ocasiones frisando el estilo televisivo. En contraposición, la fotografía es muy cuidada y los focos, precisos. Los incidentes que nos narra tienen saltos en mitad de los diálogos. Esto ayuda mucho al guion. Con frecuencia los diálogos se vuelven espesos y por culpa de la poca habilidad verbal de Jack entra en callejones de los que es difícil salir. Con el montaje se soluciona rápidamente.

A pesar de ello se mantiene mucho la tensión en los momentos previos a cada asesinato. Nadie quiere ver eso. Realmente la peli nos muestra el morbo del espectador ante la violencia. Estamos deseando que Jack mate y deje de hablar. En los dos primeros asesinatos aún estamos aprendiendo cómo es Jack y el director está mostrando cómo maneja el tempo de la película. En el tercero, nos sobra un poco. Es cierto que el desenlace es una muerte muy espectacular que no tendría esa importancia si su exordio no fuera tan largo como es.

Las muertes son lo esperable: espectaculares en el peor sentido y por ello muy divertidas. Cuando parece que vamos a ver una escena de conmoción por la muerte de un personaje al que acabamos de conocer pero al que hemos escuchado lo suficiente para haber empatizado, un plano ridículo rompe por completo el tono que se ha generado. Especial mención al atropello en mitad de la noche. Lo que me lleva a alabar el tratamiento de la oscuridad en general en toda la peli.

Mientras Jack dialoga con Virgilio dedica algún rato a teorizar sobre la violencia en el arte. Es un diálogo más o menos interesante acompañado por imágenes de las propias películas de Lars von Trier. Un poco más adelante se refiere a las grandes catástrofes de la moral humana y utiliza imágenes de diversos genocidios en los que los cuerpos de los muertos se tratan como si fueran escombros. Efectista. No por ello negativo, pero aun así, negativo.

La parte final del descenso a los infiernos me parece que está representada con poca habilidad. Es cierto que los chillidos de los muertos dolientes es algo muy interesante, todo el croma y los rojos tradicionales cambian mucho el tono de la peli. Parece que, más que el séptimo círculo del infierno, se esté en alguna superproducción de aventuras.


viernes, 17 de diciembre de 2021

UNA CHICA VUELVE A CASA SOLA DE NOCHE

Dir.: Ana Lily Amirpour
2014
100 min.

Sus créditos iniciales y el formato excesivamente apaisado pretenden que la consideremos un western. Es cierto que podemos forzar la figura de justiciero, pero sería muy forzado.

Otra apuesta muy fuerte es el título. Es un tópico que siembra la imagen de calles peligrosas y que nos hacen esperar una violación. Bien, la directora se ha reído de nosotros y la chica protagonista que vaga por las calles de esa ciudad iraní es lo más peligroso que vemos en la película. El pulso que nos ha propuesto el título aumenta cuando vemos al protagonista después de haber consumido alguna droga en forma de pastilla volver a su casa de noche. Alucinando con una farola. Dándonos un plano muy potente. La vampiresa va en un monopatín recién robado. Él está disfrazado de Drácula. El conjunto es maravilloso. Ella, que mata a su antojo, se apiada de él. Aquí es donde la película planta su mayor provocación: cuando en una situación inversa todos habíamos imaginado una violación, si es la chica la que se encuentra al chico drogado, se lo lleva a su casa y lo cuida.

En cuanto a la forma tenemos los tópicos del cine independiente americano. Una imagen limpia. Un blanco y negro con mucho contraste. Por suerte su iluminación es más blanda que en la terrible “Nebraska”. La imagen digital, sin embargo, pasa apuros en las grandes masas grises. En general tenemos gran profundidad de campo. Se hacen algunos juegos que resultan manidos incluso para 2014. Me refiero a algunas cámaras lentas, a algunos ojos de pez, claramente tomados de “Réquiem por un sueño” para la drogadicción del padre.

Lo más potente de la película es su minimalismo. El gusto por la figura. Así el velo de la chica protagonista simplifica enormemente su figura. Sólo dejando ver su cara y su camiseta a rayas. Si no estoy mal enterado, la película se desarrolla después de la revolución iraní. Por lo tanto los dogmas islámicos acerca de la vestimenta ya estaban vigentes. Este tratamiento de la figura no se le aplica a ella. A él también se le ilumina muy convenientemente para mostrar sus facciones faciales.

Musicalmente se usa mucha música popular iraní, que no tradicional, con sorprendentes concomitancias con la música electrónica más occidental.

La poca información que se nos da acerca de la protagonista lejos de hacerla interesante, como pretende la película, nos aleja de ella. Así tenemos planos donde ella evita contestar a cualquier pregunta que se la hagan y en vez de atractivos resultan molestos. Sí tiene un cierre muy bonito donde él entiende que ella ha matado a su padre, lo acepta y el coche se pierde en la noche.


lunes, 13 de diciembre de 2021

ÚLTIMA NOCHE EN EL SOHO

Dir.: Edgar Wright
2021
118 min.

Temáticamente es de rabiosa actualidad. La misandria que provocan los traumas sexuales. Pero en forma nos recuerda a esa pléyade de películas alrededor de enfermedades mentales y juegos con la realidad y ficción. Películas como “Una mente maravillosa” y que yo pensaba que no tendríamos que ver más después de “Joker”. Quizás esta fuera la nota femenina que le faltaba a ese subgénero. Pero ni siquiera, porque ya existía “Perfect blue”.

El argumento empieza con un drama en la facultad. La protagonista tiene una bienvenida que podría pertenecer a cualquier película para preadolescentes de Disney. Por suerte esto se olvida relativamente rápido. Tiene por supuesto a un amigo inseparable a quien acaba de conocer. No sé si me termino de creer que haya un estudiante de diseño no gay. El caso es que este chico le sirve a la película para las posibles protestas diciendo que no todos los hombres son violadores. Se añade un hombre positivo y ya se han guardado las espaldas.

Me gusta que la película ataque a la nostalgia. Mostrando la sordidez de un mundo que la protagonista ve idílico y muy brillante: el Londres de los 60. Yo habría disfrutado más que el blanco de las críticas hubieran sido los incansables 80. Lo que es cierto es que la chica de los años 60 que nos presentan llega a una situación de explotación sexual de una forma un poco inexplicable. Su sueño era actuar. Es una mujer con muchísima personalidad. Sólo con llegar a los locales seduce a todo el mundo. ¿Cómo se le va de madre tan rápido la situación? La vemos una vez comerse la escena, comerse la pantalla, bailar, la cámara la quiere, los personajes antes de mostrar su faceta sórdida la quieren… Y de repente está sumergida hasta las rodillas en los bajos fondos de Londres.

Creo que esto de hecho explica la mayúscula decepción que provoca esta actriz. Esos ojos enormes que hacen que toda la atención esté posada en ella no le sirven para nada. Toda la actuación que tiene, la desarrolla en la primera escena. Por lo demás se dedica a aparecerse. No vuelve a actuar nunca más. Ni la actriz ni el personaje. Me parece muy paradigmático que la cámara dedique el clímax de la película a grabar cómo su retrato se envuelve en llamas, un poco como si fuera Laura Palmer. Porque eso es justo lo que es ese personaje, una belleza cuya misión es estar ahí mientras su mundo arde. Belleza que, por otro lado y de manera totalmente personal, se ve eclipsada totalmente por la otra protagonista.

Los puteros zombis. Dan mucho miedo. Es cierto que es un recurso que se sobreexplota, que se hace de manera burda, pero funciona. Dan miedo y la cámara no vacila a la hora de enseñárnoslos más y más cerca. Por ejemplo cuando la chica ya ha amanecido ahí no tiene sentido que nos vuelvan a asustar, en principio ahí no toca que haya más apariciones. Las hay, y nos asustamos. Todo el delirio final viene intensificado por el maquillaje de la fiesta de Halloween que ella no ha sido capaz de quitarse y le ennegrece los ojos.

La película se explica muchísimo a sí misma. ¿Os dieron drogas anoche? Y nos repiten el plano de la bebida que le da su archienemiga… El juego del proxeneta y el policía… Hay cosas de las que ya nos hemos enterado… Quizás casi lo que más ofende es cuando la anciana explica que borró las caras de los clientes del club nocturno. Hemos visto eso explícitamente y quedaba mucho más poderoso cuando las distintas imágenes se fundían en un borrón. Hay un juego con las caras muy interesante. Casi se diría que está en la película para apaciguar a las masas feministas revolucionarias violentas. Cuando la protagonista ha visto las degradaciones que la chica de los 60 tuvo que sufrir está a punto de declararse a favor del asesinato de los puteros. En ese momento los zombis vuelven a tener cara y es lo que le hace a ella retractarse.


viernes, 10 de diciembre de 2021

EL SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO

Dir.: Yorgos Lanthimos
2017
121 min.

Revisita de “El cabo del miedo”. Hipervitaminada. Notas de “Funny games” de Haneke en la rectitud de la familia protagonista. Tenemos lo mismo en “La favorita”. Pornográfica en cuanto al drama y a la tragedia como “Oldboy” pero más limpia en la forma por el cambio de década. Sucia como Lars von Trier.

Un chico con problemas mentales acosa desde el principio de la película a nuestro protagonista, un cardiólogo que mató al padre de éste por un error en una operación que realizó después de haber bebido. No sabemos si el protagonista es culpable de esta muerte. Mentira, él le regala cosas para paliar este sentimiento de culpa. Esto por otro lado hace que crezca en el antagonista la convicción de que tiene algo que reclamarle. Las primeras veces que vemos a la pareja protagonista-antagonista parecieran sugerir una relación homosexual. Esta idea viene reforzada por la voluntad del chico de convertir al protagonista en su padre.

Me gusta mucho la escena premonitoria del chico. Como una maldición describe con precisión síntomas que tendrán algunos miembros de su familia hasta la muerte. En las películas de la serie de directores que he mencionado con frecuencia nos encontramos muy perdidos. Aquí ocurre a veces, pero tenemos esta descripción de lo que nos cabe esperar.

Hay mucha simbología no solo cristiana sino de deidades en general. Hay una impactante escena alrededor del secuestro del chico en la que las tres posibles víctimas están a sus pies. Literalmente. Besan sus pies ensangrentados. Tenemos también los ojos ensangrentados del hijo, Bob. Una imagen muy cristiana. Hay un elemento muy protestante que son los hijos suplicando el amor de ambos padres. La condena o la salvación no depende de sus actos sino de la arbitrariedad de su juez. De hecho es justo así como termina la decisión.

Una constante a lo largo de la película son las manos del médico: limpias. ¡Puro cristianismo! Se lava las manos. No se mancha. No quiere sentenciarse culpable de la muerte de su paciente, no quiere ser quien rompa la relación con el chico, no toma la decisión de qué hacer con su familia hasta que no le queda más tiempo…

Lo que ocupa la segunda mitad de la película son las decisiones desesperadas de los protagonistas. Algo heredero de “Oldboy”. Así el bocado que se propina el antagonista en el brazo rima con la lengua cercenada de aquella película. El padre hablando de masturbación con su hijo. Los dos niños arrastrándose por el suelo de la casa y quedando por debajo del perro. La mujer siendo infiel. La mujer convenciendo al marido de que mate a alguno de los niños. Hay un momento en el que los dos niños están discutiendo entre ellos para convencer al otro de que va a morir.

Otro elemento que recuerda a “Oldboy” es el extraño atractivo de la persona que está arruinando la vida de esa familia. Me refiero a que no se ven capaces de matarlo, denunciarlo o en general resolver el problema. Hay algo que se menciona de forma fugaz: se le mantiene con vida, entre otras cosas, por la intriga que causa su poder. ¿Cómo consigue que la niña se levante de la cama cuando habla con él por teléfono? Nunca se explica.

Nicole Kidman roba la película. No nos sorprende en absoluto. Es magnífica. Esta fuerza convierte al marido en un padre de familia absolutamente incompetente. Mientras no hay adversidades, parece un tipo perfecto, como todo en esa familia. Además son una familia acomodada como acostumbran los directores centroeuropeos. Cuando la cosa se complica es un patán absoluto. No cura a los niños y luce sus capacidades superiores delante de su mujer. Al secuestrar a su acosador, la mujer debe limpiar el coche. Es Nicole Kidman quien cura a los niños durante la convalecencia. Toda la familia le rinde pleitesía al padre a cambio de sobrevivir. Hay una escena en la introducción de la película en la que se nos muestra que el tipo tiene un fetiche necrófilo. Nicole Kidman se convierte así en la candidata principal a morir.

Como he dicho antes, la película es muy pornográfica. La explicitud del drama es continua. El hecho de que muera el personaje con más pureza en sus actos ya es bastante. Pero hay más. Todo el rato vemos que las cosas empeoran. Todo ello apoyado en una música de tensión absoluta. Cuerdas frotadas frenéticas. Ruidos chirriantes en disonancia consigo mismos. El sonido de tensión en ocasiones comienza antes que la escena a la que acompaña. Cámara con movimientos muy suaves y con estabilizador de imagen. Diálogos mucho más calmados de lo que nos esperaríamos.

No me gusta nada el uso de la ópera de forma muy gratuita. Aparece al inicio, al final como gran protagonista. Al inicio lo que vemos es un corazón latir en un primerísimo plano que reta nuestra sensibilidad ya suficientemente curtida por otros creadores. Por supuesto algunos pertenecientes al mismo grupo que Yorgos, pero Buñuel había cortado una córnea muchos años antes. Al final vemos un niño sangrando y más ópera. Un subrayado con fosforito.


viernes, 3 de diciembre de 2021

EL CRIMEN DE CUENCA

Dir.: Pilar Miró
1980
92 min.

Que la película haya provocado el enfado de la Guardia Civil es, como mínimo, motivo para que despierte mi interés. Si bien la Guardia Civil no parece con la beatificación y el endiosamiento con que ellos acostumbran a mirarse, no hay ningún esfuerzo de ningún tipo por condenar al cuerpo. De hecho ni siquiera son parte protagonista de la película. ¿Hay una posición crítica hacia sus miembros? Sí. Pero siempre al servicio de la justicia. Que el juez pida al sargento que haga su trabajo no es más que un permiso para jugar a quien se alistó en el cuerpo con la ilusión de que ese día llegara.

En un pueblo desaparece el Cepa. Un pastor a quien nadie conoce y a quien nadie importa y con dos claros sospechosos para su asesinato. Todo el pueblo se vuelca para que se haga justicia. La película deja lugar a muy pocas dudas sobre la autoría del crimen aunque da muy pocas pruebas. El espectador está convencido de que los acusados son culpables y mienten egoístamente para intentar que toda la pena caiga sobre su compañero. Este es un detalle que la Guardia Civil debería agradecer mucho: se podría haber sido enormemente cruel con jueces y agentes. La violencia se podría haber ejercido de forma muy gratuita contra dos hombres que los saben inocentes. Pero no es así: todo apunta a que son culpables y lo único que quieren jueces y Guardias es conseguir un testimonio inculpador.

Llama la atención mucho la escena de la exhumación. Todos los implicados miran la tierra del cementerio bajo el sol manchego abrasador. Los pueblerinos con boinas, los hombres de despacho con sombrero y los Guardias Civiles con pañuelos blancos cubriendo sus tricornios casi como tuaregs. Llama la atención ver el saludo entre Guardias Civiles en el que se llevan el brazo al pecho de forma horizontal: saludo con arma.

Por dejar a la Guardia Civil lo antes posibles hablaré de las torturas: un elemento celebérrimo de la película. En un mundo como el actual, donde la explicitud de la violencia es lo único que saben hacer los directores para ser subversivos, las imágenes nos hacen apartar la vista de la pantalla, pero poco más. Por otro lado la narración se centra en lo judicial. No hace especial hincapié en las torturas. Sí llama la atención ver llevada a la pantalla la imagen de un hombre colgado del techo por sus genitales.

Musicalmente es bastante potente. Lo primero que oímos es una pseudomúsica. La historia del juicio es narrada por un pregonero. Delante de una serie de viñetas un ciego cuenta la historia en verso. Para atraer al gentío hace una llamada con un tono realmente lastimero: Padres que tengáis hijos, hijos que tengáis parientes, parientes que tengáis primos y primos que tengáis suegra… El plano se congela, su voz se corta y aparece de forma abrupta la música de gaita, un bordón abrumador, la grabación completamente sucia y muy efectiva. Recuerda, aunque sólo sea por la calidad de grabación al tema principal de “Línea no regular”. El otro tema que se escucha en la película es uno de sonoridades más propias de su década, quizás demasiado. Pero igualmente es muy efectiva por abrumadora. Es un piano gravísimo acompañado de otras sonoridades. Una música persistente y potente.

La vuelta del Cepa al pueblo está hecha con mucho cuidado. Es en su resurrección la primera vez que le vemos. Desde el primer momento aparece con la mandíbula hacia fuera y un entrecejo frondoso y rural: un tipo enormemente simple. Al llegar al pueblo es recibido con admiración por lo inesperado, pero no recibe ninguna muestra de interés. Ni por el pueblo ni por los dos condenados que ya están de vuelta en sus casas. Él ya no puede darles nada. Lo único que agradecen es que haya sido limpiado su nombre. El momento que antecede al abrazo final son tres ríos de personas encabezados respectivamente por el Cepa (gritando que no me han matao con un fortísimo acento), León y Gregorio.

La película peca de una falta de ritmo pero no lo suficientemente acusada como para que le pase factura.

Los planos nocturnos son muy interesantes. Funcionan muy bien. Hay uno en particular en el que se muestra una calle estrecha manchega, con casas de paredes blanquísimas y sombras muy definidas. Ese juego de sombras recuerda, vagamente, al expresionismo alemán.