viernes, 29 de septiembre de 2023

EXTRAÑA FORMA DE VIDA

Dir.: Pedro Almodóvar
2023
31 min.

El mayor problema que tiene es que, para cuando nos hemos encariñado con los personajes, la película ha terminado. No digo que sea un mal final. La película es suficientemente evocadora con un final así: ¿Qué harían dos hombres solos en un rancho? Cuidar el uno del otro.

Quizás por estar tan al principio el fado que canta ese portugués de piel bronceada no tiene la fuerza dramática que la mirada perdida de su intérprete pretende. A él se le ve abstraído y nosotros acabamos de llegar a esa escena, es imposible que hayamos entrado en la narración tan rápido.

Lo que más llama la atención de la película es el escenario en el que los dos protagonistas yacen: la casa del sheriff. Es un diálogo que lleva todo el peso narrativo de la película y que no termina de transmitirme una gran implicación. Las paredes de esta habitación son de un verde muy falso. Hay algo en esta escena que parece que se haya grabado con un croma, pero la iluminación que entra por la ventana de esa habitación sí parece natural… Es un poco extraño de ver. Sobre todo porque es una escena muy desnuda, es imposible no fijarse en algo así.

Aunque las imágenes son apasionadas, la escena de juerga delante de los odres de vino en la que los dos vaqueros homosexuales retozan entre ellos mientras las mujeres hispanas que los acompañan les dejan solos no me transmite un gran romance. Parece más una relación festiva la que ellos tenían. Si consigo creerme que tuvieron implicación emocional es por el montaje de los rostros de ambos hombres al recordar aquellos días.


viernes, 22 de septiembre de 2023

SOLOS EN LA MADRUGADA

Dir.: José Luis Garci
1978
102 min.

Una ilusión al diseñar un país, una sociedad. Una exigencia a un izquierdismo acomodado en su condición de marginados. Un impulso para trabajar por una nueva sociedad. Una cotidianeidad elevada a poesía… Es una película que me ha tenido al borde de la lágrima todo el rato. Los textos que José Sacristán declama delante del micrófono son preciosos y la presencia de voz y rostro le dan la fuerza necesaria para que lleguen al espectador. Una prosodia que poco tiene que ver con la radio, muy teatral, pero que, sin embargo, nos creemos la ficción de que realmente estén en un estudio de radio.

Lo precioso de la película es que aunque su tesis sea el mensaje final en el que carga la responsabilidad de que España avance a la recién liberada sociedad, la antítesis, ese lamerse las heridas, también está hecho con cariño. La manera en la que llora las miserias de una sociedad que goza del desarrollo del tardofranquismo y que, aun así, se ve frustrada, siguiendo las promesas de éxito que su época había reservado para ella. Que todos vacacionan en masa. Que pueden evitar las Semanas Santas lúgubres del nacionalcatolicismo, pueden votar al PCE… nada de eso debe ser el objetivo. Son condiciones de posibilidad para hacer una nueva sociedad. Quizás sea simplemente una nostalgia por un izquierdismo que no viví, pero me resultaba tremendamente emocionante.

En un momento dado en la emisora suena un anuncio. Un anuncio que no publicita ninguna empresa. El eslogan es simple: todas las personas que usted admira son de derechas: ¡Sea de derechas! La película se permite muchas bromas acerca de la derecha española. Me gusta mucho cuando Emma Coen pide a José Sacristán una sucesión de relaciones sexuales cuyo ritmo él no puede seguir. Ella, decepcionada le dice que pensaba que con tanta depresión ahora estaría toda esa generación desatada. Las escenas de cama me parece que aciertan mucho con su texto. No diré que sean diálogos realistas, nadie tiene la agilidad mental para esas frases, pero me gusta mucho todo lo que se habla, las manos inquietas de Sacristán… Me gusta también que la forma de encuadrar estas escenas no busca que los pechos siempre estén en pantalla. Con naturalidad se intercambian los valores de plano sin que haya una decisión evidente de cuánto pecho se ha de mostrar en la cinematografía española recién liberada de la censura.

La música es otra maravilla. Una música de cierta nostalgia. Que suena de fondo mientras vemos los planos de un Madrid que hoy está muy cambiado. Un Madrid vacío a altas horas de la madrugada. Un Madrid con scalextric en la glorieta de Atocha. Tras habernos entregado a este sentimentalismo durante toda la película, el mensaje final no nos juzga por haberlo hecho. Pero nos desafía y nos dice que ya está bien. Que todo el tiempo que dediquemos a esto no lo dedicamos a construir una nueva sociedad.

Me gusta mucho el estilo desnudo de las escenas. Muchas veces con un sonido que dificulta la comprensión de los actores. Cuando lo que vemos es emocionante hace que tome una fuerza mayúscula. Es lo mismo que tan bien funcionaba en “Mi querida señorita” y tan mal en “El crack”. La escena en la que Sacristán y su futura exmujer hablan de cómo es el novio de ella y de las ilusiones de sus primeros años de matrimonio cuenta una trama que no es mi favorita de la película, pero que me parece muy emocionante. No me gusta tanto otra escena que es bastante parecida pero cuenta una historia que no fue. Me refiero a aquella en la que la compañera de trabajo de Sacristán le confiesa que lleva años enamorada secretamente de él. La película trata de convertir a su protagonista en un galán. Una figura que no termina de casar con su actitud derrotista.

Lo que les da una fuerza inusitada a las narraciones de la radio es cuando se atreven al plano secuencia. Aquella en la que él, resentido, cuenta una historia de un matrimonio que ve cómo sus años pasan sin llegar a vivir su vida. Todo esto se cuenta sin cortes. La cámara empieza detrás de él. No le vemos la cara. Hace un giro a su alrededor muy lento, mientras la historia llega a su cénit. Es la solemnidad de lo cotidiano que tanto me gusta. El monólogo final tiene otro recurso para darle intensidad a todo: apaga las luces de contra. El fondo se hace oscuro y sólo le vemos a él iluminado.

En este último monólogo se incita a las mujeres que están en matrimonios que las hace infelices a que consigan el divorcio. Se anima a los reprimidos a que se travistan. En otra escena, en la que Sacristán justificaba ante su mujer los años que había descuidado su casa y su familia por sus largas jornadas laborales, ella reivindica el trabajo que hacía al cuidar de la casa y de los hijos como trabajo no remunerado.


viernes, 15 de septiembre de 2023

ORDET

Dir.: Carl Theodor Dreyer
1955
125 min.

Es muy teatralizada en el sentido de que las acciones ocurren siempre en escenarios muy reducidos y casi toda la fuerza está en el texto. Por supuesto Dreyer es un maestro generando ambientación y todo se sostiene. En particular todos los personajes se creen tanto las situaciones que esa pesadez nos llega a nosotros. Me gusta cómo los personajes siempre parecen arrebatados: por la pesadumbre, la alegría, desolación, ira… Cada vez que un personaje experimenta un sentimiento deja un rostro expresivo y apenas lo mueve.

Aunque cueste creerlo las escenas cómicas funcionan muy bien. No digo que transmitan gran hilaridad, pero resulta divertido ver al padre de la granja indignarse porque el sastre no aprueba la unión de los hijos de ambas familias. Un matrimonio que instantes antes él estaba condenando también.

Los escenarios en general son bastante vacíos dejando a las figuras humanas respirar y separando claramente los bloques aunque estén en la misma estancia. El vacío que más rememoramos es el de la habitación con la difunta. Es una habitación blanquísima en la que las paredes siempre parecen muy alejadas de la cámara.

El contraste entre ambas religiones es curioso. Aquellos que creen que en la tierra puede haber milagros, son los que abrazan la muerte con más énfasis. Los que consideran que la muerte es un regalo porque te permite habitar con Dios. Sin embargo los otros niegan la posibilidad de los milagros bajo el clásico argumento de que Dios no contravendría sus propias leyes físicas. El hijo de la granja Johannes se dice Jesucristo (jesucristus en el idioma original, una palabra que se dice mil veces) y por ello tiene poderes para resucitar a la nuera.

Este personaje es el que habitualmente vemos cuando se ven imágenes de esta película. No es para menos. Vaga con un tono de voz lastimero. Con un palo. Habla con los niños como si estuviera en otro plano astral, pero nunca es tonto. Llama poderosamente la atención. Lo que es aún más curioso es que justo antes de obrar el milagro de la resurrección se constata que ha recuperado la razón. Es divertido que el cambio más significativo que vemos es que ya no lleva su túnica.

Hay una escena totalmente cruda que es aquella en la que la nuera que fallece da a luz a su hijo. Un médico totalmente engominado, de modales secos, en traje está trabajando para que madre o hijo sobrevivan. Cuando tiene que tomar la determinación de sacrificar al niño no se dice explícitamente, sólo muestra unas tenazas que no presagian nada bueno. Pero el momento en el que se nos revela el dramático final es con el padre del hijo acercándose al anciano que espera feliz a su primer nieto varón. Le dice: ya ha nacido. Está cortado en 4 partes dentro de un barreño.


viernes, 1 de septiembre de 2023

EL MAQUINISTA DE LA GENERAL

Dir.: Buster Keaton
1926
74 min.

Las secuencias acrobáticas son lo más impresionante que se puede ver en cine. ¡Qué fuerza le da saber que todo eso ocurre ahí delante! Por muy medido que esté todo, una locomotora tiene una barbaridad de caballos de potencia. La famosa imagen de Keaton sentado en el deflector de obstáculos es alucinante. Ello a pesar de la baja velocidad de la locomotora. Casi diría que, aunque hace que la escena sea menos trepidante, consigue que al espectador le llegue la sensación de peligro. Uno puede ver cómo la traviesa volando por los aires podría haber terminado mal con mucha facilidad.

Los momentos que no están sobre raíles en general son poco interesantes narrativamente; y cómicamente tampoco contienen nada memorable. En general la historia que se desarrolla no es muy fascinante. Cuestionamiento de la hombría de Buster Keaton por no ser admitido en el ejército confederado. La única escena que sí me pareció genuinamente divertida es aquella en la que está en la fila para alistarse.

Incluso diría que no es demasiado interesante la batalla que tienen ambos ejércitos una vez que la locomotora unionista ha caído al río. Es cómica por la comedia física de Keaton con su espada. Pero puede resultar casi repetitiva. Es cierto que cuando el soldado enemigo muere al perder Keaton su espada por enésima vez es divertido como colofón a esta serie de gags consecutivos.

Los rostros de Keaton son una maravilla, no descubro nada. El chiste en el que desvía un vagón, deja de mirar a la vía y se lo vuelve a encontrar delante de él está ejecutado a la perfección. Además vemos su rostro enmarcado en la ventana de la locomotora, como subrayando ese gesto.

No me gustan demasiado los chistes misóginos. Lo digo porque el personaje femenino que se dibuja es tan tonto, que resulta difícil de creer. Keaton es un bufón y a él le pega todo. Pero cada vez que ella se equivoca manejando la locomotora él la mira con condescendencia…