viernes, 21 de junio de 2024

BARBARELLA

Dir.: Roger Vadim
1967
98 min.

Es divertida, estéticamente potente, imaginativa, casi siempre autoconsciente. Una maravilla. Su carta de presentación es muy potente: un estriptis en una pobre gravedad cero. El traje de astronauta del que ella se va desprendiendo también es bastante pobre. Pero la película ya tiene un cierto desafío al espectador: no se le muestra meramente un cuerpo apetecible. Los títulos de crédito revolotean por la pantalla. ¡Qué grandes eran los grafismos de los años 60! En su vuelo tratan de cubrir sin mucho empeño las partes pudendas de Jane Fonda.

El estriptis da paso a una conversación telefónica durante la cual la protagonista se mantendrá desnuda. Pero siempre de una manera juguetona, porque ella lo trata con cierta naturalidad y la cámara no busca centrarse en sus pechos ni la puesta en escena se obsesiona por taparlos. Sin duda estamos ante una película erótica. Pero sin esforzarse en crear escenas tórridas. Ello a pesar del poco pudor que manifiesta ella.

La escena en la que por fin se derrumba cualquier atisbo de pretensiones que pudiera tener la película es la escena que comparte con David Hemmings. Esta escena es hilarante. Parece que ambos actores estuvieran jugando. Es un no parar en un humor en tono paródico. Me resulta delicioso que permita a esta escena crecer tanto que cree sus propios chistes recurrentes. Ella asume con ligereza y humor su condición de objeto sexual. Él acaba de interrumpir la trama, por lo que se nos cuenta es un personaje importante en ese mundo y aún así se encargan de que no pueda albergar ni un ápice de solemnidad… Esta escena me vuelve loco y permea todas las intenciones de la película.

Una vez que hemos visto esto nos permitimos reírnos a gusto de los hilos que vemos cuando flota una nave, de la absurda explosión de los guardianes antagonistas, de las alas del ángel ciego… Todo ello que hasta entonces nos quedaba la duda acerca de cuán en serio habríamos de tomarlo acaba de ser profanado y podemos divertirnos. Precisamente cuando todos estos elementos descacharrantes se aglutinan en una demasiado larga escena épica a mí me aburre un poco. La escena típica en la que un antagonista quiere usurpar el poder… Todo ello me aburre porque son los mismos elementos cutres que ya he visto intentando construir una cierta épica.

Musicalmente sí funciona muy bien esta apoteosis… El componente sonoro de la película siempre es una maravilla. Delirante es la música cuando Duran Duran trata de matarla de placer con su órgano. El componente lisérgico está muy presente. Es muy potente la imagen de un ángel crucificado. De forma más evidente en las formas que las tintas dibujan suspendidas en el líquido. Pero una de las primeras imágenes sorprendentes que propone la película son unos conejos puntados de azul. Pocos segundos después tendremos el primer impacto en una renuncia a la verosimilitud cuando la protagonista empieza a ser devorada por unos muñecos con dientes metálicos. Unos dientes que cierran con gran estruendo.

Estos muñecos dan pistoletazo de salida a otra constante en la película: los cambios de ropa. Se buscan trajes que realcen la figura de nuestra protagonista y en particular que le moldeen sus pechos en forma de cono.

Hay un gusto en general por el plástico cuando se busca mostrar algo sofisticado tecnológicamente. Por ejemplo cuando vemos el laberinto es algo mucho más natural, más cenagoso. Incluso con telas de araña. El laberinto cuando se funde con el fondo y asciende hasta llegar al lugar donde habita la élite irremediablemente me ha recordado a los fondos el expresionismo alemán. Gusta el humo, las luces… Los colores…


viernes, 14 de junio de 2024

MASACRE. VEN Y MIRA

Dir.: Elem Klimov
1985
136 min.

Acompañamos a un joven entusiasta que es reclutado por el ejército rojo. Su visión heroica de la guerra irá ennegreciéndose según presencie los horrores de la guerra. Más concretamente mientras presencie las matanzas del ejército nazi en las aldeas de la URSS. Nunca vemos ofensivas del ejército rojo por lo que nunca tiene la oportunidad de ver a los suyos perpetrar salvajadas. Sólo ve a campesinos morir despiadadamente bajo los caprichos de los nazis.

El retrato que se hace de los nazis es de total arbitrariedad. Están en esa tierra para matar y divertirse. No sé hasta qué punto esto es un retrato fiel de lo que fue la invasión. Nunca están en combate. Los vemos masacrar (como el nombre de la película indica) una aldea con todos los campesinos encerrados en un establo. Los soldados se divertirán quemando el edificio y oyendo cómo gritan desde ahí dentro.

La evolución del protagonista la verdad es que es casi más cruda que el salvajismo nazi. Vemos cómo arruga cada vez más su frente. Le irán poniendo prótesis en la cara para simular quemaduras y desgaste en general. Esta imagen del horror es peor que los propios horrores que contempla. Como este rostro es el protagonista absoluto de la cinta, hay varios planos en los que su mirada está en foco a la vez que aquello que mira. Esto no está hecho con una sola lente. El cuadro está claramente dividido en una superposición de imágenes donde diferentes elementos se tienen en foco.

El caso más desgarrador es el de la chica que le acompaña al principio. Nos ha dado una primera escena que se sostiene por la intensidad propia del cine ruso. En realidad aporta bastante poco. Pero tiene esa valentía al sostener el plano que les caracteriza. Hay una especie de iniciación en el mundo de los adultos. Ella es mucho más madura que él y le quita esta ilusión con la que entró al ejército. La última vez que la vemos está destrozada, con los ojos ensangrentados, su vagina sangrando y con un silbato en los labios.

Un elemento que se repite varias veces es el avión alemán que sobrevuela al protagonista. Antes de verlo siempre oímos un rugido, en realidad no suena para nada a motor. Es un ruido mucho más abstracto. De esa manera la presencia nazi es ineludible, nunca sabemos dónde la vamos a encontrar. El otro momento donde tenemos esta sensación es en los momentos inmediatamente anteriores a la masacre central de la película. El chico está andando por unos campos de cultivo. Todo está cubierto de niebla. Oímos motores, andan de un sitio a otro. Todo es enormemente confuso.

La película culmina y llega a su punto de más épica con el niño con la cara desfigurada disparando a un retrato de Hitler. Mientras lo hace vemos imágenes de los desastres del nazismo hacia atrás. Desea que nada de ello hubiera ocurrido matando a Hitler. Este trozo, para mi gusto muy propagandístico y efectista, termina con un fogonazo de la imagen de Hitler de niño. Ahí, cuando aparece esa visión, el chico deja de disparar.


viernes, 7 de junio de 2024

FURIOSA: DE LA SAGA MAD MAX

Dir.: George Miller
2024
148 min.

No soporto al personaje de Chris Hemsworth. Es un ser del todo imposible en el mundo de Mad Max. No me creo que alguien tan descerebrado, tan bobo, sobreviva de esa manera. Los personajes locos los tenemos siempre como carne de cañón, tocando una guitarra eléctrica que escupe fuego… El tipo encarna los típicos chistes ridículos que casi parecen sacados de Marvel. Odio verle en pantalla y más aún odio que se le dedique un final tan ostentoso. Es increíble que Furiosa, con toda su astucia y templanza le dedique tantos minutos a este pobre infeliz.

Y ahora me estoy quejando del final, pero durante el primer tramo de la película, en el que tanto hincapié se nos hace en la relación de estos dos personajes yo estoy tremendamente distanciado. La trama es la típica historia de venganza. Si además nos fijamos en la mirada oscura de Furiosa nos acordamos de Batman y si encima miramos al mandamás de la Ciudadela, hay que pensar en “El caballero oscuro: La leyenda renace (2012)”.

Entiendo que el antagonista representa su infantilismo con un osito de peluche. De hecho hay un juego en el que Furiosa lo tira al suelo, por su infancia perdida. Hacer algo así después de “Ciudadano Kane” es algo bochornoso. También es sonrojante la soberbia con la que Furiosa le exige a Hemsworth que le devuelva a su madre y su infancia.

Cuando nos estamos acercando al final una voz en off nos habla de una guerra. Una guerra que, por las imágenes fugaces que aparecen, promete ser trepidante. Todo esto se despacha en una elipsis, lo cual no sería grave si no fuera por la chorrada de escena final a la que se decide dedicar tantos y tan interminables minutos.

Me molestan un poco los guiños a “Mad Max: furia en la carretera”. Una de las virtudes de este mundo es la falta de compromiso con nadie. Ello le permitía desplegar un nuevo imaginario cada vez que arranca una película. Por el contrario aquí vemos repetidas ideas de la anterior película, a veces como meras menciones, sin explotar su potencia estética. En particular me refiero al soporte lleno de volantes al que acuden los guerreros blancos antes de entrar en batalla. Aparece en un rincón, como esperando a que el espectador lo perciba y se alegre de reconocerlo. Igualmente el espray plateado nunca tiene un plano tan potente como los que veíamos en la anterior entrega.

Diría que la mejor escena de la película es en la que el camión cargado de víveres se dirige a una de las fortalezas en el desierto. Esta escena podría pertenecer a la anterior película directamente. Hay otra escena impresionante y que sí es bastante única: cuando se adentran en la ciudadela de las armas, tomada por nuestro patético antagonista. En esta escena Furiosa protege al conductor del gran camión ejerciendo de francotiradora. Hay un momento en particular en el que hay dos lugares de conflicto en el plano manejados con gran virtuosismo.

La cámara en general hace unas virguerías impresionantes. Cuando se están protegiendo de los asaltantes desde el camión la cámara vuela con una libertad inaudita. Vemos cómo un pie acelera, se abre la puerta del camión, la cámara sale de la cabina, gira para mostrarnos qué está atacando al conductor y asciende para poder ver cómo ese ser que vuela con unas enclenques aspas choca contra la cisterna. Aquí se sugiere una imagen a la que no se permite desarrollarse en todo su esplendor. Este hombre que volaba y que ha quedado enredado, arrastra una larguísima cola. La vemos volar detrás de la cisterna, pero nunca se le permite brillar.

No recuerdo si en la primera película había tantas secuencias de disparos como en esta película. Siendo justos, no es que haya muchísimos disparos, pero cuando la acción se centra en ellos no creo que tenga nada demasiado original que mostrar. Las armas son anodinas, las muertes son anodinas, las peleas son predecibles…

Sobre todo en la primera secuencia los efectos digitales son feos con ganas. Hay alguna escena más en la que vemos cosas… raras. Tengo la imagen de un lanzallamas cuyo chorro de fuego me ha parecido muy poco convincente. No sé asegurar que esté hecho digitalmente.


viernes, 31 de mayo de 2024

SANGRE EN LOS LABIOS

Dir.: Rose Glass
2024
104 min.

Urge ilegalizar A24. Repite fórmula de violencia, humor negro y referencias. Todo bien mezclado, sin construir nunca nada. La sensación que me provoca es de gran distanciamiento. No sólo es que la película no se tome en serio a sí misma, lo cual es legítimo, es que todo parece un cúmulo de decisiones arbitrarias. La escena en la que la culturista termina convirtiéndose en un gigante a modo de deus ex machina choca con la idea que se había explotado en la que la ira era el desencadenante de sus problemas.

Por lo tanto la venganza contra los hombres nos remite a “Una joven prometedora (2020)”. La escena en la que regurgita a su interés romántico nos hace pensar en “Men (2022)”. Esa complicada relación padre hija y el tono en el que se trata la violencia se emparenta con “Beau tiene miedo (2023)”. Incluso las escenas hiperestetizadas que dejan de lado la gravísima trama principal nos hacen pensar a ratos en “Spring Breakers (2012)”. La desvergüenza con la que nos muestran las deformidades del cuerpo maltratado es algo que estamos hartos de ver en los últimos años. Por poner un ejemplo reciente: “Cuando acecha la maldad (2023)”. Los planos rojísimos en los que Kristen Stewart rememora los crímenes de su padre me han hecho pensar en “Mandy (2018)”.

Cuando abraza todos los clichés del cine escandalizador contemporáneo por lo menos nos libramos de los diálogos poco ocurrentes y las escenas torpes. Que las dos protagonistas resultan atractivas es innegable. La película se ha montado un escenario de maravilla poniendo a todos los demás personajes como seres despreciables. Bien porque se quedan inexplicablemente en una relación de maltrato, bien porque son maltratadores, por su mismo aspecto físico o por el desagradable aspecto de drogadicta que presenta la casi acosadora de Kristen Stewart.

Ambas actrices protagonistas deben celebrar su carisma, porque ninguna tiene una actuación estelar. La imperturbabilidad de Stewart no ha resultado sorpresiva. Más luce la interpretación de Ed Harris. Me gusta mucho cuando está toda la familia en el hospital y él descubre la relación entre su hija y su empleada.

La obsesión de la culturista debería resultarme estimulante. Sin embargo todo el asunto de la violencia era tan grave que creo que impedía prestarle atención a este otro aspecto. En vez de tratar con cuidado ese tema parece una excusa para justificar una dependencia de las sustancias que darán lugar al desquiciado final.

En varios momentos he visto elementos del cine de Lynch. Ocurre que ninguno de ellos era lo suficientemente explícito para convencerme de que la referencia fuera buscada. Pero haber visto varios de ellos me ha llevado al punto de irlos buscando. Hay una escena en la que las dos enamoradas hablan susurrando en la cama con luz azul. Cuando en “Mulholland Drive” se decía I’m in love with you aquí se dice I love you. La pistola se guarda en una caja azul que puede recordar a esta misma película. El concurso de culturismo tiene como telón de fondo una tela que me recuerda a “Terciopelo azul”. También me recuerda a esta película el momento voyeur en el que Kristen Stewart observa a su padre metida en un armario.


viernes, 24 de mayo de 2024

LA ZONA DE INTERÉS

Dir.: Jonathan Glazer
2023
106 min.

Se ironiza con el reproche típico a “Lo que el viento se llevó”. El foco de la película se mantiene en los cotidianos dramas de la clase dominante mientras los perores crímenes contra la dignidad humana se perpetran al otro lado de un muro. La parte superior del cuadro está reservada para estas inevitables evidencias de la industria de la muerte. Vemos el humo de las chimeneas, los tejados de los bloques, las reconocibles torres de vigilancia, el humo del tren que llega al campo… Oímos, además, constantemente gritos y disparos en la lejanía.

Desplazando el interés de la narración a los nazis y obviando lo que ocurre dentro del campo se consigue pervertir su moralidad. Como el trabajo de Rudolf nunca se ve explícitamente, para la historia no realiza nada inmoral. Simplemente es un hombre que realiza su trabajo y es exitoso. Mientras, la mujer es caprichosa y prefiere quedarse la casa en el campo que Alemania les ha proporcionado antes que acompañar a su marido en su traslado de empleo. Esto obviando el holocausto, en el momento que cambiamos la perspectiva y pensamos en la masacre que permite a esa familia disfrutar de esa casa, la situación se vuelve perversa. Cuando la esposa enseña todo el reciento donde ellos viven dice la terrible frase: Auschwitz es el paraíso.

Peor todavía será cuando ella, amargada en casa se dedique a maltratar su criada judía. Cuando trabaje de manera insatisfactoria su ama la amenazará recordándole que su esposo puede decidir acabar con su vida y con la de toda su familia. Otro momento gravísimo es cuando llega la visita a esa casa y habla del campo de concentración con curiosidad. Menciona que una antigua amiga suya probablemente estará ahí dentro. ¿Quién sabe lo que estaría tramando? A pesar de que haya compartido tanto tiempo con ella, la propaganda antisemita la ha convencido de que seguramente tuviera algún contubernio que la hiciera merecedora de exterminio.

Toma la actitud de directores como Haneke de evitar que se condene explícitamente la atrocidad. En lugar se prefiere maltratar a los verdugos. Se les enfrenta por ejemplo a un infierno de fuego rojo cada noche cuando las chimeneas de los crematorios iluminan las ventanas. El otro momento en el que el holocausto se vuelve contra ellos es cuando está el padre con sus hijos en un río y el agua comienza a bajar turbia, llena de cenizas y de huesos humanos. Para cuando llegan a casa después de haber atravesado la lluvia sucia deben limpiarse ojos y nariz para terminar de expulsar la ceniza.

La película confía mucho en un espectador que quizás no necesita tener conocimientos de Historia, pero sí tiene que tener asimilada la imaginería de las películas del holocausto. Por ejemplo confía en que reconozcamos rápidamente las torres del campo, las casetas, los trenes… No sólo eso. Hay una escena en la que dos de los niños alemanes juegan con nieve del suelo. Es imposible no acordarse del perverso juego de “La lista de Schindler” en el que la nieva se revela como ceniza.

Un elemento importante para conseguir que el espectador no sienta rechazo por el padre de familia es no permitir darle más solemnidad de la que las insignias le puedan dar: cuando está con sus hijos en el río él aparece algo chepudo y en general con un porte nada admirable. Nos muestra el típico gusto nazi por la naturaleza. Tiene como momento cumbre el afecto que le manifiesta a su caballo: nunca le hemos visto expresar cariño a una persona.

La película tiene unas secuencias extrañas. Antes de que arrancara la película, tras el título, hemos tenido la pantalla en negro unos pocos minutos. La música es ominosa, etérea. Esta misma música la oiremos en estas secuencias también. La fotografía se vuelve un blanco y negro casi como si fuera el negativo. Al ser tan artificial se puede permitir resaltar las figuras humanas. De alguna manera nos demuestra que, aunque la trama se desarrolle en la casa de la clase dominante, hay individuos de la clase dominada que también tienen historias que contar y muchas veces más interesantes o trepidantes que los protagonistas del relato.


viernes, 17 de mayo de 2024

LA CIUDAD SIN JUDÍOS

Dir.: H.K. Breslauer
1924
80 min.

La primera parte, en la que los antisemitas traman su plan y se consuma la expulsión es casi terrorífica. Como siempre en el cine mudo, la atmósfera depende enormemente de la música. En este caso yo he visto una versión con sonidos muy abstractos, con voces humanas deformadas… Era una ambientación muy abstracta, en la que los antisemitas hablan con unos ecos furibundos, pero todo como si se oyera a lo lejos.

Más adelante se nos muestra el resultado de la ciudad tras la expulsión de los judíos. Esto es muy interesante. No me refiero al contenido de la película, sino al hecho de que las consecuencias de la expulsión las refleja en la población aria, que se queda en la ciudad. Contrasta mucho con las películas sobre el holocausto que vendrían después. Las consecuencias para la ciudad es que se pierde la elegancia. Tienen que cerrar las tiendas de alta costura y las pastelerías se reconvierten en cervecerías.

Tras esto viene un romance de uno de los judíos expulsados que vuelve de incógnito disfrazado de francés. Esta trama me interesa muy poco. Incluso la parte más trepidante en la que emborracha a un congresista que votará en contra de la revocación de la ley de expulsión. Hay un momento curiosísimo en el que un judío (bautizado hace dos generaciones y que, por tanto, pudo quedarse en la República de Utopía) al conocer la artimaña mediante la cual el francés logra que los judíos vuelvan, le dice: No se ofenda, pero parece una jugada propia de nosotros.

El montaje de la película es una maravilla. Es rápido. Muchas veces con cambios a otros escenarios rapidísimos. Mucho primer plano para mostrarnos mucho rostro peculiar. Los bigotes largos y despeinados son un espectáculo. Me gusta también el maquillaje en los ojos propio del cine mudo. El gobernador tiene un maquillaje que recuerda al muerto principal de “El carnaval de las almas”.

Aunque evidentemente la película tiene relación con el expresionismo alemán no tenemos la estética deformante característica de este movimiento. A excepción de un manicomio en el que un antisemita empieza a ver símbolos judíos por todas partes y ve a sus psiquatras como judíos que se burlan de él. Esta escena aparece en un momento bastante anodino de la película y la disfruto mucho. Parece sacada de “El gabinete del doctor Caligari (1920)”. Las protestas por el paro también hacen pensar en Eisenstein.

Me gusta una vista de la ciudad enmarcada en un balcón. Se ve una maqueta de los edificios. Lo bonito es que este plano se usa para mostrar cómo el pueblo celebra la expulsión. Hay unas bengalas de un tamaño mucho mayor del que exige la escala del escenario. Para mostrar el júbilo el tintado de la película cambia dentro del mismo plano. La película termina representando el regreso de los judíos con una estrella de David que cae sobre esta maqueta.


viernes, 10 de mayo de 2024

LA PASIÓN DE JUANA DE ARCO

Dir.: Carl Theodor Dreyer
1928
110 min.

Viendo el cine europeo iniciático uno se pregunta qué salió mal en el proceso para que Estados Unidos fuera la referencia en este arte durante tantas décadas. Es alucinante cómo explota un decorado sobrio de esa manera. Cómo los muros blanquísimos dan aire a las figuras humanas. Unos muros que no tienen ningún sentido en las estancias de una fortaleza del Siglo XV.

Entre la sobriedad de la celda de Juana gana protagonismo la reja de su ventana. Dos únicos barrotes que forman una cruz, símbolo de su fe. Se le acerca un clérigo. Uno particularmente malintencionado. Al entrar en la habitación su sombra tapa la luz que entra por la ventana y la cruz que se proyectaba sobre el suelo, desaparece. Este mismo hombre se aprovecha de que Juana no sepa leer. Inventa qué le ha escrito el rey. Esto está ejecutado de forma muy bonita. Él va recitando una carta inventada que nos muestran los intertítulos. Su mirada está dirigida a la cámara: no al papel.

Las líneas que trazan el entramado de las vidrieras son casi serpenteantes como en los mejores decorados del expresionismo alemán. Las escaleras blancas de estrechos escalones rechazan la horizontalidad. Otro momento en el que se evita las líneas equilibradas es en el que le ofrecen a Juana la posibilidad de retractarse. El hombre que le habla desde el estrado está vertical. Para añadir una línea oblicua al cuadro se recorta la esquina superior izquierda poniendo un toldo. Igualmente cuando Juana llama a todo el jurado a su celda los clérigos desfilan ascendiendo por el cuadro. Aunque estén simplemente atravesando una puerta, los vemos como si subieran a ver a Juana.

El cuadro se utiliza con una habilidad pasmosa. Cómo ahoga el rostro de Juana. Apenas se la permite torcer el cuello y alzar la vista para que adquiera brillos en sus ojos de mártir. El primer momento en el que somos conscientes de lo que se está haciendo ahí es cuando dice que es la enviada de Dios. Su cara siempre había ocupado todo el cuadro durante el interrogatorio. Pero el plano suyo tras el intertítulo tiene un desenfoque fuerte y además ella apenas aparece en la parte baja. No sólo los personajes que la escuchan se han escandalizado. Casi se diría que el camarógrafo no da crédito a lo que oye.

Aunque con razón la sala de torturas se ha llevado la gran fama de la película, el resto no se queda atrás. La escena con la famosísima rueda de pinchos es completamente atmosférica. El monje que hace girar de forma obsesiva esa rueda parece fuera de sí. No sólo el sadismo de su oficio. También es que lo ejerce obsesivamente. Las caras que pone detrás de los radios de esa gran rueda. Una rueda cuya efectividad me parece dudosa. No tengo claro de qué manera se puede ejercer una tortura con ella. Pero las caras del tribunal impaciente, el montaje velocísimo y la cara de Juana dan un momento magnífico.

Me ha parecido brutal la imagen del fuego. No sé cómo no la vemos por todas partes. Es un momento de violencia extrema. Violencia no sólo por lo que ocurre, (un enfrentamiento entre el pueblo y las fuerzas del orden) sino por lo explícito de las imágenes. Es conocida la cara en éxtasis de Juana. Moviendo el cuello lentamente con la mirada puesta en el cielo. Casi orgásmica. Pero lo que yo nunca había visto es el momento en el que su silueta se puede adivinar claramente entre las llamas. Casi la imaginamos sonriendo mientras el pueblo se revela contra sus asesinos.

Los instantes antes de la revuelta también son tremendos. La tranquilidad con la que los soldados, con cascos que vistos desde arriba parecen las mismas piedras que empiedran las calles, se arman por lo que saben que ocurrirá. El máximo militar ve cómo el pueblo se ha puesto del lado de Juana. Con un gesto manda sacar las bolas de pinchos. Caen una a una de una torre mientras la cámara lo observa con un suave balanceo.

Y es que la cámara se mueve con una gracilidad tremenda. En particular estoy pensando en el primer juicio a Juana. A pesar de que la mayoría de los jueces está sentada mirando a la rea, la escena es de gran dinamismo. Alguien se levanta. Uno mueve su mirada. Cuchichea al oído del de al lado. Se escandaliza por lo que ha oído… Es una escena para ver mil veces. Siendo un momento tan estático se consigue que el jurado no pare quieto nunca. Es muy pictórico en el sentido de que las miradas marcan un ritmo y una coreografía a la escena.

Aunque la interpretación sea magistral y sus lágrimas remitan constantemente al arte de santos, puede llegar a cansar ver tanto dolor tanto rato.