sábado, 28 de diciembre de 2019

EL HOMBRE DE LA CÁMARA

Dir.: Dziga Vertov
1929
67 min.

El título de la película y su año, 1929, nos puede hacer pensar que es una obra dedicada al cine en general y al creador en particular. La película no se esfuerza en desmentir este hecho ya que constantemente nos está mostrando a un cámara. La misma cámara se convierte en protagonista cuando la vemos enfocar la ciudad desde una azotea. El trípode anda. Se ve antes la cámara que al cámara. Vemos el objetivo, vemos el ojo del cámara a través del objetivo. Incluso hay algo muy bonito en ver cómo se tapa con láminas metálicas la lente. El protagonismo, sin embargo, se lo lleva la ciudad y la sociedad postrevolucionaria.

Lo primero que vemos es una sala de cine invitando a la sociedad a entrar. En un plano precioso por la sincronía y, además, por la consciencia de lo rudimentario del truco, vemos cómo toda una fila de butacas (aunque el nombre les venga grande) se abren para recibir al pueblo soviético. Es cierto que este momento es puramente una declaración de amor al cine no tanto como modo de expresión sino como evento social. Después de esto, nos vamos al cine como elemento político.

Los tranvías como elemento de vida de las ciudades son una constante. Una constante tan constante que terminamos cansados. Aparecen todo el rato. Esto obedece al espíritu mecanicista y futurista de la peli. Pero hay muchas más máquinas que, por sus movimientos cíclicos y rápidos sí dan el dinamismo que demanda la película, pero un tranvía no es tan potente como se pretende. En su defensa diré que sorprende la sincronía de la red de tranvías cruzándose sin semáforos.

Para retratar el futurismo se muestran trenes, maquinaria de talleres de costura, cajas registradoras, máquinas de escribir… Y como apoyo el montaje: otro de los grandes protagonistas de la peli. Se muestran imágenes sobrepuestas de la hilandera feliz porque no tiene que hacer su trabajo mientras la máquina se mueve a velocidades increíbles. Pero es que aún se hará más rápido el montaje. Se llega a montar de forma que cada fotograma pertenece a una escena. Los fotogramas comunes pertenecen al cámara quien es el centro de toda esta representación.

En un acto político se muestra un retrato de Lenin, un busto de Marx y suena la Internacional. Vemos a gente jugando en unas barracas de feria a disparar a nazis y vemos a personas jugando a las damas y al ajedrez. Las piezas en los tableros se colocan solas. Es fácil hacer una analogía con el movimiento obrero y la organización de los peones.

Hay un plano maravilloso de los obreros (quizás mineros) llevando carretillas con su producción. Este plano está tomado desde el suelo. Se ven entonces unos zapatos que dan un aspecto de pobreza absoluto. Una especie de telas o pieles que convierten sus pies casi en muñones. Justo después de mostrar este plano se ve cómo está el cámara tirado en el suelo mientras los obreros hacen malabares para evitar pisarlo. Hay un esfuerzo por hacer consciente al público de lo que es el cine. Muchos años antes de que se taladrara el suelo de un estudio de Hollywood para que se pudieran mostrar los techos de “Ciudadano Kane” en esta película vemos a un tren desde las vías. El siguiente plano es ver el agujero que se ha hecho debajo de los raíles para poder tomarlo.

Hay muchas imágenes interesantes como edificios plegándose sobre sí mismos como después ocurriría en “Origen”. Hay un funeral en la calle en la que se ve el rostro del cadáver salir de entre las flores. Hay dos personas casándose delante de un funcionario mientras la señora se tapa la cara con su bolso para evitar salir en cámara. Hay deportes. Muchos más deportes de los que hoy en día nos hacen falta. Muchos de estos atletas a parecen en cámara lenta. Nada emocionante hoy.

El último elemento protagonista es el montaje. Tengo entendido que la montadora de la película es la mujer del director. La vemos estudiar metros y metros de cinta. Cortar. Arañar el celuloide para hacerlo trasparente y sobreponer imágenes. Hay un plano con sus ojos muy iluminados y todo lo demás muy oscuro en el que mira los trozos de cintas. Cuando ve un trozo grabado en la ciudad tiene ante ella un instante de la ciudad. Es muy bonito.

Con todo. La película es aburrida. Es conceptualmente muy interesante, pero el visionado te pone en un punto muy alejado de todo lo que ves. Quizás para quienes estuvieran enamorados del sueño futurista, la película tenga implicación emocional. Quizás baste con conocer San Petersburgo. A lo mejor en unos años ocurre lo mismo con “Manhattan”, pero todo cuanto veía me resultaba terriblemente ajeno.


viernes, 6 de diciembre de 2019

DOCE HOMBRES SIN PIEDAD

Dir.: Sidney Lumet
1957
95 min.

La película es grande en todo momento. No hay ninguna secuencia que se pueda descartar. Aunque nos imaginemos cuál es la conclusión final, los acontecimientos ocurren de manera bastante sorprendente. El gran fallo que tiene la película es el miembro del jurado número 2. Ese tipo de gafas enclenque y artificialmente torpe. Por supuesto que tiene su razón de ser en la película pero nunca nos apetece verlo en pantalla.

En una actualidad como la nuestra en la que tanto se condena la dictadura de la corrección política me parece increíble que no haya ataques contra esta película. ¡Es la máxima expresión de la corrección política! Estamos la mayor parte del tiempo obnubilados por los personajes y sus interpretaciones, pero cuando reflexionamos un poco sobre el mensaje de la película lo único que encontramos es una defensa de un Estado como el americano.

Lo tiene todo. La principal es la defensa a ultranza de la presunción de inocencia. Pero el jurado número 5, un tipo que se crio en un suburbio, es la imagen del sueño americano. La promesa de una vida mejor en base al esfuerzo. Esta actuación es las mejores de la película. Es un actor particularmente teatral. Actúa con todo su cuerpo. Además que su expresión facial le da una pesadez perfecta a la escena.

El jurado número 7 es condenado por varios de sus compañeros por no tomarse el proceso en serio. No toleran que le de igual el sistema judicial. El Estado americano basa su sistema de libertades en el jurado popular y por ello es responsabilidad de los ciudadanos mantenerlo. Algo repugnante por parte de la clase política y tremendamente arraigado en la sensibilidad americana. Sus compañeros no le reconocen el derecho a querer ver un partido de beisbol y es juzgado duramente por ellos.

El jurado número 8 es el protagonista, el hombre aparentemente pequeño que debe luchar contra todos los demás. El héroe moderno. No es algo genuinamente americano sino de la narración clásica. Jurado número 9 un hombre mayor que es el primero en cambiar de opinión. Por supuesto la idea es desmontar el prejuicio de que la gente mayor es testaruda. Jurado 10 un hombre clasista al que todos dan la espalda en una escena que, si bien no deja de ser bonita, es demasiado explícita como para no escuchar a Estados Unidos colgándose una medalla de inclusividad. Jurado 11 un extranjero. Jurado 12 un publicista al que se le recrimina no ser fiel a sus ideas.

El que me he saltado premeditadamente es el número 3. Un tipo que juzga al acusado no por prejuicios o por convicciones políticas. Sino por sentimentalismo. Proyecta en el acusado a su hijo y su mala reacción con él y por ello quiere condenarlo a la silla eléctrica. ¿Mensaje? Las decisiones han de tomarse con cabeza. Es un tipo que sistemáticamente está entrando en contradicción. Gritando mientras los demás dialogan como respetables políticos. Para explicitar esas contradicciones hay algunas frases que no esperamos de forma natural. Sin embargo es una magnífica interpretación.

Además del evidente aspecto teatral hay mucho de composición del plano. Se pone mucha atención en cómo se disponen todos alrededor de la persona que esté hablando en ese momento.

Aunque la trama discurre de forma bastante suave, el punto de partida es un poco extraño. Henry Fonda no tiene muchos motivos para preguntarse por la posible inocencia del acusado si no es la caridad clasista. Hay que pensar mucho para conseguir el escepticismo que lleva a todos sus compañeros a considerarle inocente.


domingo, 1 de diciembre de 2019

EL HOMBRE QUE RÍE

Dir.: Paul Leni
1928
110 min.

Esta película tiene todo lo que yo podría esperar del cine expresionista. De hecho es que el expresionismo está encarnado en su protagonista. Todo cuanto tiene es enormemente llamativo. La cara es una única entidad blanca. Ese pelo inmóvil que coloreamos de verde de forma inconsciente. Esos labios oscuros. Esas arrugas de su frente. Todo cuanto hay en esa cara produce una tensión muy propia de este cine. Para rematar al personaje tenemos las manos como garras que se tapan la boca de forma obsesiva. Casi es peor ver el miedo con el que descubre su boca que después ver la sonrisa.

La trama es realmente intrincada. En cierto modo parece un poco Shakesperiana, con esos líos de palacios, reyes que quieren deshacerse de herederos… Es un avance de la trama lo que nos da una de las escenas más interesantes del protagonista. La escena en la cama de la promiscua condesa que quiere acostarse con Gwynplaine ella riendo por un mensaje que le dice que debe casarse con él. El payaso solo puede llorar de rabia pero no puede quitar la sonrisa. Es un momento bastante particular.

El momento de la muerte del hombre que ríe es tremendo. Deben hacer creer a Dea que no ha muerto. Para ello toda la compañía grita imitando a un público. Está muy apoyado esto por la sonorización de la versión que he visto. Además de la música ensordecedora se añaden unos gritos difusos y lastimeros. Se superponen montones de payasos en pantalla para conseguir engañar a la pobre ciega. Da mucho apuro verlos correr entre los bancos del público para parecer omnipresentes.

En general visualmente todo está muy bien. La interpretación del filósofo con ese rostro algo oscuro y esos ojos abiertos y siempre moviéndose es maravillosa. La imagen del antiguo bufón de la corte que ahora es un noble es genial. Él con toda la dignidad del mundo que le concede su estatus con el mismo aspecto de payaso que Gwynplaine. Además el pueblo inglés con casa de tejados apuntados, fachadas inclinadas y llenas de vigas de madera. Con esa carreta traqueteante donde nada es paralelo moviéndose por las calles llenas de gente.

Incluso el momento de la persecución funciona bien. Ver al payaso en una torre asomándose a la multitud con la cara desencajada, puro nervio y con traje de noble es maravillosa. Ahí viene el joker a nuestra mente de forma evidente. Hay un momento en el que parece que va a caer desde lo alto y la cámara se acerca sorprendentemente rápido al suelo. Además se repite mucho un plano tomado desde una esquina del pueblo en el que se ve diferentes muchedumbres que le persiguen y cada vez que se vuelve a él el plano está más tembloroso y más sucio. Maravilloso.


viernes, 29 de noviembre de 2019

RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS

Dir.: Céline Sciamma
2019
120 min.

La película se vende como una historia de amor lésbico. Eso nos dice toda la crítica. Sin embargo me habría gustado entrar a verla sin saber esto. Habría sido un descubrimiento muy bonito. Empieza con una relación entre dos chicas que chocan bastante. Uno podría pensar que es solo la historia de una amistad y con el avance de la trama sorprenderse con la evolución de su amistad en amor. Pero nunca sabremos cómo es ver la peli con esta mirada.

La pintura está en toda la película. No diré cada plano, pero sí la gran mayoría desprenden estética, limpieza en la imagen y extremo cuidado en su composición. Los planos que abren cada escena suelen presentar una figura humana muy bien perfilada, con fondo austero para no distraer la atención, con una iluminación muy cálida (muchas veces con velas) y muy blanda. Puede parecer a ratos algo impostado, pero la belleza es muy homogénea en toda la película y, sobre todo siempre evoca cuadros muy deciochescos.

La pintora es preciosa. La cara es finísima y su nariz delicada. Perfila siempre estupenda en cámara. Y la directora le regala montones de primeros planos, delicados. Su cara apenas se desfigura. Cuando miramos a la chica prometida siempre es analizándola porque va a ser dibujada, sin embargo mirar a la pintora es ver su cara de concentración y recreo en su modelo.

Se agradece que a pesar de ser un cine marcadamente de autora, renuncie a los fueras de foco. En general todo el espíritu poco ortodoxo del cine de autor no se divisa en esta obra. El sonido ambiente sí está muy presenta pero está tremendamente cuidado. Los planos no tiemblan, el foco es perfecto. Se renuncia a la crudeza que predomina en la actualidad a cambio de elegancia suma.

Aunque la insatisfacción que le producen sus primeros cuadros es un motor principal de la trama, resulta enormemente frustrante ver cómo destroza sus primeros intentos. Cuando vemos arder el cuadro a medio terminar el fuego nace justo en el corazón de la modelo, es una imagen muy potente.

Una de las escenas más llamativas es una especie de aquelarre. La música juega un papel muy importante en la película. La clave es que hay muy poca. Son por eso momentos muy llamativos cuando aparece. Acostumbrados a ver a cuatro personajes de repente nos topamos con quizás 10, pero perece una multitud. Un coro celestial envuelve el momento en el que la musa arde. No entendemos muy bien lo que se quiere transmitir, pero la sensación de trance es perfecta. Antes de que empiece el aquelarre, vemos a las tres chicas andar por una montaña con una silueta en sombra con un negro muy negro pero con un perfil definidísimo. La luz del cielo está perfectamente tratada.

Personalmente, toda la intensidad con la que sienten su relación y ese juego de culpas y de impotencia ante lo que la sociedad impone no me interesa demasiado. Sus diálogos apelan a sentimientos que suenan a veces vacíos. En esos momentos transmiten mucho más sus caras que sus palabras.

El final es algo magnífico. Esperamos un epílogo muy poco interesante, sin embargo después de que un par de secuencia refuercen esta creencia, aparece la escena del concierto sinfónico. Después de mucho raro sin escuchar nada de música entra una orquesta con el Verano de Vivaldi. La interpretación de Adèle Haenel es soberbia, real, con iluminación tenue. Puede que efectista, pero funciona de maravilla.


viernes, 22 de noviembre de 2019

EL REINO

Dir.: Rodrigo Sorogoyen
2018
131 min.

La película rezuma tensión por todas partes. La cámara nunca está del todo quieta. Los silencios brillan por su ausencia, la música electrónica y rápida no calla nunca. El formato es muy alargado de manera que los zooms a la cara quedan muy constreñidos. Los diálogos son muy picados, aún más que el montaje. El ceño de Antonio de la Torre no se relaja nunca. Entendemos que esto trata de reflejar el trabajo de alguien lleno de contactos, con citas por todo el país y muchos asuntos de los que ocuparse. Sin embargo esta tensión es constante, no puede ser que siempre vaya tan al límite. Pierde su efecto.

La película se despacha a gusto con la clase política hipócrita, mentirosa, inmoral y ladrona. Por el aspecto de los protagonistas es fácil hacer la comparativa con el Partido Popular aunque nunca se menciona nada acerca de su ideología, supongo que aposta. Es incluso fácil encontrar el homólogo real Francisco Reyes, un político que entra nuevo al partido con ilusión renovadora y dar una imagen de política limpia. El protagonista vive en una ciudad con mar sin más especificaciones, pero es difícil no pensar automáticamente en Valencia.

No busca en absoluto empatizar con el protagonista. Se quiere hacer pagar por lo que ha hecho a su protagonista con toda la rabia que los políticos reales nos insuflan. Le ocurre de todo a su alrededor y sus seres queridos se apartan de él poco a poco. Esto da a la película un posicionamiento clarísimo en todo lo que ocurre, ¿nos molesta? ¡Claro que no! El espectador da rienda suelta a sus instintos más vengativos y sonríe con todo lo que ocurre.

En este sentido resulta un poco extraño el final. Cuando el tipo decide revelar toda la información del partido. Todo el mundo está en contra suya y debe hacer un papel heroico. Es difícil ponerse de su lado cuando nos hemos alegrado de verle caer a los infiernos de la inmoralidad. Ya en el plató de televisión de una pseudo Ana Pastor se da un discurso acerca de intereses económicos y el papel de las televisiones. En un final donde ya no hay música y la cámara es estática no tenemos a un político y a una periodista: son dos personas hablando. La pregunta que realiza ella es que si se arrepiente de lo que ha hecho. Esta es una frase con un buenismo insoportable. ¿Por qué íbamos nosotros a querer saber nada acerca de la vida personal de nuestros políticos? Dudo que esta sea la preocupación de nadie realmente. Quizás dé demasiada importancia a esta disidencia mía con el mensaje de la película, pero es que se lo reserva para el mensaje final.

Las actuaciones son muy buenas y aún mejores son los diálogos. Son enormemente creíbles, muy casuales. Es maravilloso cómo construyen ese clima donde todo el mundo se convence mutuamente de que esa mafia es algo normal y que lo hacen por sus familias. El contrapeso a este ambiente es la tranquilidad de Josep Maria Pou en el papel de Frías. La escena donde más asco sentimos por esta gente es la del yate.

Aunque todo el mundo está estupendo quien llama la atención es Luis Zahera. Por el ritmo de la peli pocas veces lo vemos actuar en una escena donde se pueda explayar. En la que sí lo hace es en la escena famosa del balcón donde muchos dicen que sobreactúa. Es una escena muy histriónica que contrasta con todo lo que hemos visto antes de él, creo que está muy bien pero no creo que sea su mejor momento.


domingo, 17 de noviembre de 2019

PARÁSITOS

Dir.: Bong Joon-ho
2019
132 min.

Mientras vemos la película nos preguntamos muchas veces qué historia nos quiere contar. A veces se aproxima mucho a la comedia negra francesa. La miseria con la que se muestra la vida de la familia pobre es brutal. Ese momento en el que dejan las ventanas abiertas para llenar su salón de los gases tóxicos con los que se está fumigando la calle es una declaración de intenciones del tono de la película.

Al principio la relación entre la familia pobre y la rica es de servidumbre. Pero rápidamente se coloca a los pobres como unos seres egoístas, falsos y estafadores. El primer miembro que entra a trabajar en esa casa es el hijo de la familia, que entra como profesor de inglés. Es un chico que, aunque tiene que fingir tener títulos que no tiene, es bueno en su trabajo. Al entrar la hermana ya empieza con engaños y se inventa que es terapeuta artística. La moral empieza a caer. Aunque los padres consiguen sus puestos de maneras ilegítimas, hacen bien su trabajo. Realmente, de los cuatro miembros de la familia, la única que está haciendo un timo es la hija. No están en una posición de parásitos.

Tenemos una escena que podríamos esperar de una película mediocre. La familia pobre asalta la despensa de los ricos. Montan una fiesta destrozando la casa. Esto es muy poco creíble. Si tanta necesidad pasan, no tiene sentido que se arriesguen tan rápidamente a perder su trabajo. Por supuesto el universo conspira para que la familia rica vuelva a su casa antes de tiempo y estén a punto de ser cazados con todo el estropicio.

Aquí es cuando la crudeza de la peli no deja de aumentar, de cambiar de lugar y nos confunde durante mucho rato sin dejarnos claro cuál es el mensaje. Vemos a un hombre desquiciado que vive en el sótano de esa casa. Aquí el matrimonio y la familia se pelean como animales en el barro. Esto realmente es algo lamentable. Casi parece que al director le gustara ver desde un cómodo sillón cómo la gente con necesidad se pelea. Hay que elogiar de este hombre el momento que aparece como un fantasma para el niño pequeño de la familia rica. Hemos visto muchas veces a lo largo de la peli una estantería impoluta, brillante con un hueco negro en medio que da a las escaleras que bajan al sótano. Sin decirlo nunca, siempre ha sido un elemento desasosegante de la peli. Cuando vemos a ese hombre con sonrisa y ojos blancos grandes (a pesar de sus rasgos asiáticos) el terror del niño es justificado y casi insuficiente.

Tras mucha tragedia llegamos a la escena de ultra violencia que tanto le gusta al cine actual. En un acto de provocación muy pobre son los pobres los que atacan a los ricos. Cuando vemos películas como esta o “La casa de Jack” parece mentira que haya gente que dice que sería difícil que hoy en día se pudiera hacer una película como “La naranja mecánica”. Esta parte es muy poco interesante y con una cámara lenta que dota a toda la escena de una pesadez que no tiene ni merece. A este contraste de elegancia formal con las imágenes ayuda la fotografía limpia y los movimientos de cámara lentos y precisos.


viernes, 15 de noviembre de 2019

EL RESPLANDOR

Dir.: Stanley Kubrick
1980
146 min.

Es una película de la que se han dicho muchas cosas y con muchísimas imágenes famosas. En cierta medida esto la mata un poco, pero Kubrick es lo suficientemente bueno para sobrevivir. La primera vez que tenemos esta sensación es con la imagen de las niñas. Sin embargo aparecen tan de improviso que no pierden su efecto. Es más, aparecen casi como una estrella invitada.

De la peli se ha dicho muchas veces que es claustrofóbica. Sin embargo todo el hotel es enorme. Salvo el momento en el que Wendy intenta salir por la diminuta ventana del baño, hay pocos momentos donde haya claustrofobia. Aprovecho ahora para decir que la forma en la que escapa Danny bajando por la nieve como si fuera un tobogán es ridícula y rompe un poco la atmósfera. Por supuesto la película carga los espacios para que tampoco parezca que están corriendo por el campo. Por ejemplo el hall está lleno de mesas y sillas. De igual modo con el bar fantasma.

La distribución del espacio en el despacho de Jack es muy interesante. La mesa donde trabaja hace las veces de escritorio pero tiene el tamaño de una mesa de comedor. Hay los elementos de un escritorio demasiado apretados para una mesa tan grande, una lámpara con mampara absurdamente grande, una única silla donde debiera haber por lo menos quince. La habitación es enorme y aun así juega con la pelota como si estuviera en la celda de “La gran evasión”. Como digo la palabra no es claustrofobia pero sí hay un dominio muy virtuoso del espacio.

La mítica persecución con el hacha dentro de la casa sorprende porque resulta que no hay persecución. No corre por los pasillos como yo pensaba. Simplemente escuchamos el primer golpe de hacha contra la puerta de la habitación y después contra la del baño. Lo que hace enorme a esta escena es la cara de absoluto terror de Wendy. Por el contrario Jack no está mucho más memorable que en sus otros momentos de locura. Incluso es más interesante verlo persiguiendo a Danny por el laberinto con los ojos pequeños y blanquísimos. Pero para mi gusto esta escena dura demasiado.

Me gustan muchísimo más los primeros momentos de delirio donde cualquier cosa puede pasar. Esa conversación con el camarero es brutal. Un camarero a contraluz. Lo suficiente para que recorte bien su silueta pero bien iluminado para no perder ni una sombra de sus facciones cadavéricas.

Hay elementos memorables por toda la peli. Las alfombras con los hexágonos, el ruido del triciclo, el niño diciendo en un desdoblamiento de la personalidad murder al revés, la maqueta del laberinto, los planos desde abajo en la puerta de la despensa… La música que nos muestra la concentración de Jack mientras escribe es atronadora y caótica, vemos aparecer a Wendy en el despacho y se acerca a él mientras cada vez suena más alto. Cuando al fin le toca el hombro un platillo rompe ese ambiente de concentración obsesiva.

En cuanto al mensaje de la peli parece que se tratara de la génesis de un asesino real. No creo que hable realmente del aislamiento. La mujer es una persona evidentemente vulnerable y de poca iniciativa. Una víctima perfecta para un potencial asesino machista. Todo cuando ha escrito es relativo a lo mal que lo pasa y lo muchísimo que sufre: él se tiene como víctima. Lo que le anima a matarla es conocer la historia de otro asesino. La mata porque, de otro modo, él será menos hombre por dejarse golpear por ella. A esto se le añade la manipulación sentimental llorando encerrado en la despensa. Puede ser que, por la década en la que está rodada, la intención de la peli sea muy distinta.


domingo, 10 de noviembre de 2019

LÍNEA NO REGULAR

Dir.: Slobodan Sijan
1980
82 min.

El título original de la película es algo así como “¿Quién canta por ahí?”. El tono de la película es algo cómico. El título en castellano parece responder a esta necesidad de los traductores españoles por poner títulos graciosos a las comedias importadas. Lo que me intriga enormemente es qué persona en España consideró que esta película debía tener un nombre con gancho para atraer a la mayor cantidad de público posible.

Es una película muy rural en la que un grupo de personas variopinto va a Belgrado el día anterior al bombardeo de la ciudad de los nazis. Supongo que quien conozca la historia Serbia verá reflejados muchos aspectos de la sociedad de los años 40 en el grupo de personas que conviven en el autobús. Yo no puedo más que reconocer una crítica al racismo y las costumbres puritanas e hipócritas. Sin embargo, esto no hace que el grupo de personas deje de resultar atractivo.

Todos los que aparecen son muy caricaturescos y producen mucha simpatía. Incluso el personaje gordito, de bigote y germanófilo resulta muy simpático. Su antítesis física es un tipo que quiere presentarse a unas audiciones para ser cantante y termina seduciendo a una recién casada. Llegados al final de la película se le muestra en medio del matrimonio como en una relación triangular extraña. Hay un hombre con tuberculosis que recuerda a Alberto Pérez en la época de la Mandrágora. Un cazador con cara de besugo… Por supuesto por su ambiente rural y su aspecto de la primera mitad del Siglo XX no es fácil sentirlos como referencia a nada, pero son todos agradables de ver.

El aspecto de la película le va muy bien. El sonido es de fácil saturación, como corresponde al analógico, pero bastante cuidado. El color es casi sepia lo cual le va a estupendo a los campos verdes pero tremendamente fríos. La fotografía de la película está enormemente integrada con el aspecto pobre de las tierras que retrata. Al oír que la película era de humor negro temía la fotografía decadente de películas como “Delicatessen” ha sido una grata sorpresa.

Sorprendentemente cómicamente funciona bastante bien. No pasamos mucho rato riéndonos pero los gags entran bien. Supongo que es la mezcla de una situación muy desmedida con un estilo de película muy sobrio. Incluso la banda sonora, aunque festiva, resulta muy desnuda. Un arpa de boca es su melodía principal.

La imagen que más se puede recordar es el propio autobús. Rosa. Con las chapas del capó saltando a cada bache. Una chimenea en la parte de adelante echa un humo blanco de la estufa que calienta el habitáculo.

Y por supuesto los protagonistas absolutos son la pareja de gitanos que cantan una canción con la que hacen las veces de narradores. Tan folclórica como melancólica.


domingo, 27 de octubre de 2019

PESADILLA EN ELM STREET

Dir.: Wes Craven
1984
101 min.

La película tiene todo el rato una pátina de moralidad que resulta bastante molesta. Las víctimas son alcohólicas, promiscuas, poco decentes o simplemente poco fieles a su palabra como Johnny Depp, quien promete a su novia protegerla manteniéndose despierto.

La idea de la película es enormemente original, pero es muy conocida. Tanto que su desarrollo no resulta muy interesante. Incluso el origen de un asesino que vuelve para vengarse de quienes le asesinaron es conocido, por lo tanto esta parte del argumento tampoco llama la atención. Sí es muy curiosa la escena en la que la madre alcohólica narra cómo los padres del vecindario mataron a Krueger. En un acto enormemente simbólico para la película y enormemente perjudicial para su credibilidad guarda sus cuchillos en el mismo lugar donde murió quemado. Pero supongo que esta clase de cosas son la magia del género.

El miedo en la peli se consigue con dos pilares: la música y la gran caracterización del malo. Hablaré primero de lo segundo. A este villano se le identifica con tres elementos básicos: sombrero, cuchillos y jersey. Es cierto que en el imaginario colectivo su cara quemada es algo muy llamativo pero dada la oscuridad de la película, es muy poco protagonista. Con respecto a la música. Es de un sintetizador muy afilado y persistente. Las escenas de los sueños suelen tener un preliminar muy largo. Pasan muchos minutos andando por lugares vacíos oscuros y llenos de sonidos de sintetizador. La tensión que generan es tremenda. Tanto que llega a ser molesta por su gratuidad. Incluso en los momentos que no corren peligro se recurre a esa misma música.

Lo más llamativo y brillante de la peli es su aspecto onírico. Ese primer sueño con Krueger corriendo con brazos larguísimos es genial. Probablemente hoy sea una imagen muy poco dinámica, donde el malo parece que tiene una extraña movilidad reducida. Pero la peli está llena de grandes momentos visuales. Por ejemplo el teléfono desarrollando una lengua babosa y repugnante. Evoca en ese momento un carácter de obseso sexual que nunca se explicita. La sangre saliendo de la cama de Johnny Depp. Las paredes deformándose por alguien que está detrás como si fueran elásticas. Freddy apareciendo detrás de un árbol demasiado estrecho para esconderle. Tina, la primera víctima, volando por su habitación mientras se desangra. O su cadáver arrastrándose solo en el primer sueño de Nancy. Son muchos los momentos memorables en este sentido.

Las actuaciones dejan bastante que desear, pero dado que no tienen que hacer nada muy profundo no tenemos muchas oportunidades de notar esta carencia.

El final es muy desconcertante y, aunque aún no le he dedicado mucha reflexión, creo que Wes Craven tampoco tiene muy claro qué significa. Madre hija con vestidos blanquísimos nos hacen pensar que están muertas en una especie de cielo o al menos limbo. Por algún motivo el malo es capaz de actuar ahí y ya ha dado el salto de actuar contra adolescentes a atacar también a adultos. Rompe la coherencia de la peli, lo que nos han asegurado que es la realidad se convierte en sueño por conveniencia. No despotricaré del momento “Solo en casa” en el que Fredy es golpeado por un martillo, sufre una explosión y arde.

Hay un momento precioso con la muerte de Johnny Depp. El jardín de su casa está lleno de servicios de emergencia y se escucha una voz que dice No necesitan una ambulancia, necesitan una fregona.


domingo, 20 de octubre de 2019

LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES

Dir.: George A. Romero
1968
96 min.

Voy a empezar llorando porque en mitad de la película la pista de audio en versión original ha decidido convertirse en versión doblada. Esto conllevaba una notable decadencia en el sonido. Meterse en la película ha sido ya muy difícil porque una parte de mi esperaba que volvieran las actuaciones originales con el mismo misterio con el que se habían ido.

Pues forma igual de repentina parece el primer muerto viviente. Es una de las mejores escenas iniciales que ha visto nunca. La película va sobre muertos vivientes porque lo dice el título. No hay factor sorpresa por este lado. Sin embargo el tercer personaje que parece ya es un ser muerto. De hecho se bromea acerca de que pueda serlo, como no han pasado ni cinco minutos de película llegamos a creer que pueda no ser un hombre peligroso. Cuando se revela un muerto viviente vemos una cara sin apenas maquillaje, solo un traje que le viene pequeño, palidez, delgadez y una mirada perdida. Esto aparecerá en casi todos los monstruos de la peli. Son unos muertos vivientes realmente elegantes. Otro elemento muy interesante en la idiosincrasia de estos seres es que de lo único que se asustan es del fuego. El paralelismo con el infierno es evidente.

El desarrollo de la película va siempre muy fluido. Hay las típicas discusiones de película de supervivencia que no nos interesan mucho. Hay quien se preocupa mucho por el bien común, un tipo muy calvo presta más atención a su integridad física y la de su familia. Este tipo probablemente sea la mejor interpretación de la peli, gritando y cogiendo unos enfados memorables.

La gran virtud de esta película es que realmente el peligro no deja de aumentar nunca. Es frecuente en estas películas que sea una sucesión de peligros de los que se escapan de maneras más o menos ingeniosas hasta que se le acaba la imaginación al guionista. En esta película realmente nunca llegan a sentirse a salvo. Siempre los muertos van en aumento y cada vez están más cerca. La niña zombi que aparece de forma más repentina aparece cuando ya está condenado. No es un peligro nuevo el que termina con su vida. Nuestros protagonistas ya estaban perdidos antes de este giro de guion.

Estilísticamente es una delicia. La cámara siempre inquieta, la imagen con una definición no perfecta. Se graba casi siempre de muy cerca porque en el plató no hay más espacio. El estilo es maravilloso. Es cierto que el mítico plano de las manos apareciendo entre los tablones no aparece con tanta contundencia como cabría esperar por su fama. Pero sí es muy bonito ver cómo se descomponen esas manos al ser golpeadas.

El sumun de esta falta de concesiones a la trama lo tenemos en el crudísimo final. El final trágico ni siquiera se presenta como tal. Una sociedad armada ha impedido un final feliz pero nadie lo sabrá nunca. No hay ceremonias para el último superviviente. Las imágenes se congelan y se convierten en fotografías llenas de grano y de hombres blancos con escopetas.


sábado, 19 de octubre de 2019

TREN A BUSAN

Dir.: Yeon Sang-ho
2016
118 min.

Película de festivales de zombis. El género de zombis tiene una relación muy estrecha con el cine de autor. Parece que solo tratar este asunto ya da una dosis de prestigio mágico. Supongo que es un poco lo que le ocurre a esta peli. Como película de zombis no aporta nada nuevo. Como película de desastres tampoco. Como película de un padre que busca recuperar el amor de su hija, es una moñada.

Bueno, la fórmula es la de siempre. No hay sorpresas de ningún tipo. Se necesita un espacio pequeño para correr y sistemáticamente se va haciendo el espacio seguro más claustrofóbico. Una típica reflexión acerca de la sociedad individualista. Personajes arquetípicos, los malos son muy malos y no demasiado listos. Nuestro protagonista es muy parecido en sus decisiones al tipo que se nos presenta como más egoísta, pero por ser protagonista se le juzga con ligereza.

De hecho en este sentido nos cansamos un poco de la sucesión de escenas. El sistema es que cuando pensamos que alguien está a salvo descubre que no lo está y se salva o no. Este dilema se resuelve con una regla sencilla: ¿qué le conviene al guion? Por poner un ejemplo, el momento en la estación es tremendamente predecible. Es una escena que ocurre en la primera mitad de la peli, aún no ha aparecido demasiadas veces, pero aún así nos produce un hastío mortal.

El arco evolutivo del protagonista es previsible. Ni siquiera parte de unas decisiones tremendamente inmorales. Él es consciente de sus defectos como persona y tiene a todo el mundo a su alrededor diciéndole que cambie. La película no es un viaje introspectivo. Por supuesto al final decide sacrificarse porque será un infectado y quiere salvar a su hija. Opino que proteger la vida de tu hija no es una gran evolución.

El momento del suicidio final es muy efectivo pero muy facilón. Como debe abandonar la historia como un héroe explica a las dos mujeres indefensas cómo se frena una locomotora. Es un comentario completamente gratuito y egocéntrico por su parte. Para aumentar el drama, el padre descubre que su hija le quiere. Aunque solo sea porque está viendo el mundo arder, me parece lógico que una niña pequeña quiera estar con alguien conocido por muy mala que sea su relación. Pero no quiero que suene a que esta escena me ha disgustado. Aunque solo sea por la actuación desgarrada de la niña, vale la pena. Por si este llanto fuera poco, se apoya en una canción melodramática con lágrimas de litro y medio cada una que dan un final bastante redondo a la peli.

En general el acabado de la peli es bueno. Se notan mucho los parches con el CGI. El humo entre los escombros… Son asuntos que desmerecen un poco el género. Con lo precioso que es ver una maqueta arder, no pongas fuego de ordenador. Pero al menos cuando se usa es para producir imágenes potentes. Me refiero por supuesto al tren que avanza a toda velocidad mientras arde sin ningún motivo o al lastre de zombis que arrastra una locomotora. Las lluvias de zombis al romperse una ventana también son divertidas…

La película comete un pecado terrible en este género que es faltar a la coherencia interna. Los infectados tienen un proceso de transformación enormemente dispar. Así como la velocidad a la que son capaces de moverse. También chirría un poco que no sean capaces de abrir puertas pero encuentren un asidero perfecto para frenar una locomotora.


viernes, 11 de octubre de 2019

JOKER

Dir.: Todd Phillips
2019
121 min.

La película está resultando polémica. No oculta que ese es su objetivo. Todo cuanto está marcado como corrección política en Estados Unidos está roto de forma casi sistemática en esta película. Si estamos en un tiempo en el que el tabaco se mira con recelo como respuesta a la elegancia de Bogart siempre envuelta en humo, nuestro Joker se pasa gran parte de la película fumando. Si la violencia se muestra con cierto pudor en el cine, nuestros asesinatos serán lo más sangrientos posibles. El propio personaje del Joker es un ataque a la filosofía optimista impresa en taza de desayuno.

El humor a costa de taras físicas está denostado. Ahí tenemos una escena sangrienta en la que gratuitamente se hace humor con un enano. El resultado de esta escena es hipnótico. Al verlo desconfiamos de nuestros propios ojos. Ver esa escena en una película estrenada este año es asombroso. Está ahí sólo para mostrar al director como un soldado valiente contra los límites del humor. La escena consigue ser cómica. Pero comete el fallo que los “límites del humor” pretenden evitar: el personaje del enano es solo eso, un enano. No tiene desarrollo de personaje, no hay nada que vaya más allá de su condición física. De hecho, una vez que la película ha terminado de reírse de él, no vuelve a salir en pantalla.

Y el punto clave de la película y de su mensaje: si la protesta se reivindica constantemente como modo de acción política, que prepare escudos, que corra a esconderse porque la película va a machacarla. La turba de protestantes está mostrada como seres fanáticos, violentos, sin ideales. Lo que les ha movido a salir a las calles es el asesinato de gente rica, algo populista a más no poder. Para terminar de caricaturizar al activismo político se introduce la palabra fascista de la forma más arbitraria posible.

Por supuesto también recibe leña la posverdad. El primer gran ataque lo tenemos cuando visita a su supuesto padre en un baño de un cine, precioso a decir verdad. Cuando el hombre le explica que está equivocado, él dice que le da igual. Ha llegado con un discurso y cree que le da derecho a su atención. En un culmen tenemos el accidente de coche que tiene contra una ambulancia. Lo que hacen los manifestantes es ponerlo en el capó del coche policial. Hay que construir un relato de que lo atropella el orden público y sobre él se vuelve a levantar.

Pero la película tiene mucho más que mensaje. Tiene ante todo la actuación de Joaquin Phoenix. La mayor parte del tiempo es grandiosa. Nos aburre un poco cuando está muy serio preocupado porque no le gusta la sociedad. (por supuesto la sociedad de los 80, haciendo un paralelismo simple para conseguir que la gente salga de la película con la topiquísima reflexión de que no avanzamos) Esos planos en el autobús mirando no se sabe a dónde. Son planos de una pesadez que no corresponden al resto de la peli. Esta es la misma sensación que ocurre con la fotografía. Si tenemos un Joker que se lo pasa tan bien, no tiene sentido que esté tan atormentado.

Los bailes de Joaquin son de lo mejor que se ha visto en pantalla. Puedes ver que no son solo un juego de actor mediocre. Es una coreografía medida que repite con precisión cada vez que baila. El plano en el que solo se ve su barbilla y su brazo alzado después del primer asesinato es maravilloso. De hecho ha sido uno de los carteles promocionales y costaba creer que esa sonrisa fuera la de Joaquin Phoenix. En el mismo sentido verle correr por la ciudad, entre los coches o por los pasillos de un centro psiquiátrico es genial. Esas zancadas largas, rodillas altas, zapatos que parecen ser larguísimos aunque a lo mejor son de su talla.

Las carcajadas nerviosas son de un nivel interpretativo abrumador. Cada vez que se echa a reír no podemos despegar la vista de la pantalla. En cierta medida produce apuro por lo mal que lo pasa. Cada vez que le ocurre es genial, pero por su intensidad es especialmente memorable cuando lee la carta que ha escrito su madre. La cara empapada de lágrimas, mocos y saliva. Ojos dolientes y risa atronadora. Llegados a un punto casi al final, deja de reír. Y tenemos a un Joker mucho más líder de una rebelión y con discursos serios y vacíos en otro ataque al populismo.

No nos gusta sin embargo cuando da la imagen de loco. En particular me refiero a la conversación con el funcionario del hospital psiquiátrico. Empieza a hablar como un loco mediocre y muy poco interesante. En este sentido pero de forma menos grave tenemos el salto a la casa de su vecina con la cual ha imaginado una relación que no existe. Hay que decir que por sólo el diálogo que tienen deducimos que no se conocen, no era necesario que nos explicaran que todo ha sido una alucinación.

La interpretación de deNiro es genial. El personaje no es para tanto, pero estamos viendo al vivo retrato de un presentador de late night. Ese gusto por lo atrevido en su programa. Esa forma de tratar a desconocidos de forma impostada. Su momento de mayor lucimiento es en el discurso aburrido del Joker lo cual nos deja un recuerdo un poco amargo del personaje, pero está hecho de maravilla.

Breve referencia a la banda sonora. Es curiosa. Tiene el tono de música de superproducción del género de superhéroes, pero realmente el argumento de la película no tiene relación con el género. El resultado es curioso. Por supuesto el espectáculo que ella provoca nos permite imaginar cómo la mente de Joker está distorsionando la realidad.


viernes, 4 de octubre de 2019

MIENTRAS DURE LA GUERRA

Dir.: Alejandro Amenábar
2019
103 min.

Por hablar del alzamiento militar del 36 y por tener muchos personajes conocidos había un gran riesgo de convertir aquello en un desfile de cameos. Esto no ha ocurrido ni por asomo. Si a alguien hay que llamar caricaturizado es al propio Unamuno. No llega la sangre al río ya que Karra Elejalde hace un papelón. Pero dado que el parecido físico es muy escaso, la actuación, en ocasiones, se centra en darle el carácter que el imaginario colectivo tiene de Unamuno a través de sus fotos. Para apoyar esto se utilizan unos planos primerísimos que de alguna manera constriñen al actor. Esto no ocurre solo con Unamuno. Hay muchos personajes a los que les ocurre esto. El propio Franco por ejemplo. Lo principal de estos planos es que no son frontales. La cámara casi siempre está picada o contrapicada, distanciándonos un poco del personaje. A esto se le une que los diálogos son muy escasos. Estos dos factores hacen que la película sea poco agradecida con las actuaciones.

En general lo más memorable de la película son las actuaciones. El brevísimo papel que hace Luis Zahera es brutal. La naturalidad de la que goza ese personaje la he visto muy pocas veces. Interpretativamente es perfecta la discusión que tiene Atilano con Unamuno. Ese enfado que debe contener por su religiosidad… Aunque Salvador, el amigo de izquierdas de Unamuno, no sea una gran interpretación, tiene un personaje muy bonito.

En cuanto a los militares as interpretaciones de Franco y Millán-Astray son maravillosas. Franco está impresionante. Nos creemos absolutamente todo lo que hace. Su personalidad está creada acorde con las decisiones que toma y su mirada perdida es perenne. Incluso en los momentos de máximo fervor como cuando cuelga la bandera monárquica o cuando es nombrado el general del ejército esa alegría guarda una coherencia férrea con el reto de la interpretación. Con respecto a Millán-Astray está muy bien construido el personaje. Sin embargo las imágenes que nos llegan de él son de un militar absolutamente fanático, sádico y orgulloso. Por lo tanto parece que es una interpretación un poco contenida.

La viuda del alcalde de Salamanca hace también un papelón. Lo que ocurre es que en su escena más importante tenemos a la hija de Unamuno reticente a condenar el franquismo que nos cae bastante mal. No todas las viudas son buenas. De hecho la viuda del cura nos da una grima impresionante. Especialmente en aquella escena en la hace las veces de confesora para Unamuno.

La interpretación que puede tirarse a la basura es la del nieto de Unamuno. Está todo mal. El niño es repelente. Pero dice frases de un niño varios años menor que él. Pero si hubieran elegido a un actor más joven nadie se habría creído que lee los artículos de su abuelo. Está todo mal. Además que ninguna de las escenas en las que aparece están bien. De hecho él aparece en una de las peores escenas de la película en la que Unamuno dice algo así como que él no es de piedra… Es lamentable. A la altura de la escena en la que Unamuno enferma y tiene delirios. Lo único bueno que nos deja esta enfermedad son las toses de Karra enormemente realistas.

El personaje de Cabanellas no es de vital importancia en la película pero Tito Valverde con esa gran barriga y esa gran barba llena la pantalla como pocos. Supongo que la idea es contraponer una figura llena de poderío a la escasez de persona que es Franco.

Al desengaño que sufre Unamuno a lo largo de la película no se le da importancia alguna. Dentro de la cultura española es normal, es algo que es sabido por todos. Unamuno tradicionalmente es reivindicado por la izquierda, a nadie le sorprende su posición final. Pero es cierto que esto es un defecto muy grande como narración: lo que se supone que es tu trama principal se da de lado por conocida. La conversación de Unamuno con Franco debiera ser un momento trascendente para Unamuno, sin embargo se trata con mucha normalidad.

El discurso de Unamuno en la facultad es un momento grandioso. Es archiconocido en España y se trata como tal. Millán-Astray gritando de fondo con violencia militar, valga la redundancia nos genera un nivel de repulsión que produce gran satisfacción a mis instintos más salvajes. De la universidad sale de la mano de la esposa de Franco. Una mujer que se nos ha presentado como profundamente católica y parcialmente responsable del lastre religioso que Franco ató a España. El mensaje de este momento tiene relación con el entendimiento y la no confrontación entre ideologías. Pero con verle la cara nos viene un eco de rosario tan fuerte que nos dan ganas de gritar a Unamuno que no la toque.

El gran momento que produce un dolor de España terrible es la conversación que tienen en un risco Unamuno con Salvador. Un intelectual que ha sido afín a todo, que aun así es considerado un grande de España, maestro de la contradicción, aferrado firmemente a las convicciones políticas que toquen en esa ocasión; hablando con un chico joven de izquierdas que le admira. Son grandes amigos y esa relación no impiden que a las cuatro frases de conversación estén discutiendo y tirándose en cara todo cuanto defiende el otro. La última frase que se oye antes de que se funda la escena es pero ¿qué tendrá que ver en esto Stalin?. Ese campo extenso de castilla, ese sol bajo, esas ruinas de un castillo… España está representada con tanta crudeza que uno se ve con una mezcla de ternura, desesperanza, arrepentimiento y resignación.

Está plasmada con asombrosa simplicidad la actitud eterna del nacionalismo: aunque haya discrepancias terribles, lo que hay que hacer es unirse bajo el símbolo que han abrazado como suyo. Da igual cómo se cante el himno, con qué letra, si es silbado o desafinado: un nacionalista se aferra al himno como elemento de unidad y con ello se saben invencibles. Del mismo modo ocurre en la jefatura militar. Muchos están en desacuerdo con Franco, pero lo principal es ganar la Guerra y dirán “sí” a todo lo que sea necesario.


sábado, 28 de septiembre de 2019

LAS AVENTURAS DEL PRÍNCIPE ACHMED

Dir.: Lotte Reiniger
1926
65 min.

La idea de una película con siluetas suena muy bien. A la vez invoca muchos temores de cosas que puedan salir mal: figuras poco creíbles, movimientos ortopédicos, falta de claridad en las figuras por sobrecargar la imagen, descuido de la trama en virtud de la rareza de la película… Puedo decir con rotundidad que nada de esto ocurre. Los movimientos que son capaces de crear los vemos al principio cuando se nos presenta al hechicero de africano. Sus movimientos son preciosos, su esqueleto visible, y su diseño enormemente eficaz. Tiene una escena en exclusiva para exhibir el diseño del personaje y es de lo mejor que tiene la película. Por supuesto es algo posible gracias a la animación. Lo he vivido hoy con la misma fascinación con la que de niño veía a los hechiceros de “El príncipe de Egipto”.

La primera vez que vemos al protagonista vemos una silueta humana perfecta. Con la precisión en las formas de una sombra real pero con el perfilado de un recortable. Es una figura preciosa. Sin embargo el sumun de la representación de la anatomía la tenemos en la princesa Peri Banu. Da igual cuántas telas finas se ponga siempre se puede apreciar su finísima silueta. El padre del príncipe Achmed también tiene un diseño muy realista. En este caso llama bastante la atención porque no es uno de los personajes que más peso tiene en la historia.

Con respecto a la historia se desarrolla según lo esperado. No hay grandes sorpresas. Es un cuento en todos los sentidos. La mayor demostración de esto es el momento en el que los intertítulos dicen. La puerta sólo se abrirá con la lámpara de Aladino. Lo siguiente que vemos es al príncipe salvando a un muchacho de una suerte de elefante con plumas. Por supuesto, este muchacho era Aladino.

El final está estupendamente resuelto. El castillo flotante aparece casi como un cameo. Durante toda la película hemos visto referencias constantes a “Las mil y una noches”. El castillo acude al rescate de los protagonistas como el elemento que faltaba. Por otro lado uno de los capítulos más icónicos de la tradición narrativa oriental.

Viendo cine mudo muchas veces tengo la intriga de cuál sería realmente el tono que la obra pretende transmitir. La escena de harem en mi pase ha resultado una comedia. Pero pudiera ser que, sobre todo hace años, aquello fuera una escena trepidante. De igual modo, el hechicero podría haber sido un personaje mucho más terrorífico que en mi visionado.


viernes, 27 de septiembre de 2019

FASTER, PUSSYCAT! KILL! KILL!

Dir.: Russ Meyer
1965
83 min.

De los tres pilares que sustentan una película según Russ Meyer algunos están más firmes que otros. Al principio de la peli vemos que hay una afición por los coches y la velocidad. Pero la escena es lamentable. Ni siquiera es algo desmedido. La curiosidad que nos produce ver a las actrices en los coches evidentemente parados fingiendo que van a velocidades estratosféricas no dura mucho. Siempre que vemos los coches corriendo tenemos la sensación de estar viendo el mismo plano. Lo que más llama la atención de esta escena es el polvo y el ruido, ambos completamente naturales.

La primera escena donde vemos la representación arcaica de la mujer como objeto de deseo es una pelea entre las dos secuaces de Tura Satana. La verdad es que es tan gratuita como yo habría esperado. Pero la falta de habilidad de las actrices la convierten en algo muy descafeinado. Sin embargo el escándalo no tarda demasiado en aparecer. Una niña con unas tetas desproporcionadas con su cara infantil entra en escena diciendo ¿Estáis hablando de mi cuerpo?. Siempre que está en cámara me produce cierto desasosiego. ¡Su cara es realmente infantil para ser un objeto de deseo! Es increíble la facilidad que tienen para drogarla a conveniencia del guión.

El primer asesinato se produce con una violencia muy gratuita. No me refiero a su explicitud, sino a que nada explica que decidan matar a ese hombre. Aquí vemos por primera vez el poderío de Tura Satana. Su gran tamaño en todos los sentidos llena la pantalla de forma indiscutible. El problema es que lo hace con un personaje que bien podría haber pertenecido a Clint Eastwood.

La historia que esto desata interesa muy poco. El único momento en el que sentimos que la niña puede estar en peligro es cuando el padre parapléjico se arrastra jadeando por el polvo mientas Vegetal (un autista musculoso) la intenta forzar. Es asco que produce es realmente impresionante. En general la familia de rednecks produce un rechazo bastante conseguido. Incluido el hijo mayor, quien se supone que es positivo, por tener un ligero parecido a Norman Bates. El momento del padre hablando del tren como un fantasma del pasado es genial.

Ni siquiera la violencia de asesinatos donde todos los que han obrado mal mueren no es demasiado memorable. Es gracioso por lo exagerado. Ver a Vegetal volar tras semejante atropello y que aún tenga fuerza para sujetar el deportivo de Tura sí es divertido. La muerte de la chica italiana está bien aunque se aguanta demasiado una intriga que no existe. Al menos el final no se decide hasta el último momento. Resulta un poco decepcionante ya que al cine le gusta demasiado que las películas acaben bien y hacen que quien ha obrado mal reciba un castigo.

De las tres protagonistas la que tiene mejor papel es Lori Williams, la chica rubia. Las otras dos destacan exclusivamente por su físico. Siendo justos, la italiana destaca por su nula habilidad interpretativa. El caso es que todo lo que hay en la chica rubia es sensualidad. De manera enormemente descarada su paso es serpenteante y sufrimos un poco porque sus caderas puedan partir su columna. Verla andar en cualquier momento es un espectáculo.

No quiero dejar de recordar la maravillosa escena en la gasolinera. Ese hombre con los ojos desorbitados ante tales clientas no tiene el efecto cómico que hace años por lo rancio. Sin embargo su actuación no deja de ser hipnótica.

Es cierto que la película tiene una protagonista de enorme poderío. Pero el mensaje que transmite es profundamente machista. La voz en off ya avisa de que el pecado y la violencia se encuentra en la mujer. Puede estar en su secretaria. Enfoque absoluto hacia el hombre.


domingo, 15 de septiembre de 2019

ÉRASE UNA VEZ EN… HOLLYWOOD

Dir.: Quentin Tarantino
2019
165 min.

Tarantino ha dicho que es su película más parecida a “Pulp Fiction”. Aquella me gustó muy poco. Esta me ha gustado, pero está hecha indudablemente para Tarantino. El festival de referencias es continuo. Todo el rato estamos oyendo nombres de actores, productores, viendo carteles de películas americanas, europeas… La sensación de incultura es inevitable. Cuando digo “incultura” no solo me refiero a la larga lista de películas que no he visto. Sino mismamente a la cultura estadounidense de la época.

El asesinato de Sharon Tate por la familia de Charles Manson sobrevuela toda la película. Pero la sobrevuela muy muy alto. Los americanos sintieron ese hecho como una gran conmoción y por ello no pueden dejar de pensar en él durante toda la peli. La peli ha tenido a Manson como un gran reclamo en su promoción. Sin embargo yo no tenía muy claro si sería un personaje principal, sería el villano, si saldría de fondo o ni siquiera si saldría el asesinato. Por otro lado creía recordar que la víctima había sido Sharon Tate, encarnada por Margot Robbie. Pero, como la película se olvida de ella con tanta frecuencia, me hacía dudar.

He oído decir que la deformación de los hechos ha sido una decisión ética de Tarantino. No lo creo. Tarantino ya machacó a nazis y trituró la cara de Hitler con una metralleta en “Malditos Bastardos”. El nazismo es un antagonista de casi toda la sociedad. Es lógico que se los palaste con rabia. Esta misma sensación es la que parece desprender la pelea contra los tres miembros de la familia de Manson. Sin embargo, al menos en España, no los tenemos como unos grandes criminales. De hecho se muestran como unos pobres enclenques que solo buscan obedecer a Charles. La escena final es de las violencias más macarras que ha hecho Tarantino. Busca desmitificar a los asesinos de Sharon. Si llega a una audiencia donde no son mitos, es muy poco efectiva.

Por suerte aún tenemos dos horas de muy buenas interpretaciones. Hay una relación un poco forzada entre DiCaprio y Brad Pitt. Son personajes que nunca tienen una gran escena compartido y sí muchos motivos para estar enfrentados. Por otro lado, su relación se sustenta en su parecido físico. ¿Cuál? No lo sabemos.

La historia de DiCaprio como actor que se ve ya viejo y terminado en el mundo del cine me interesa regular. Nos deja cosas muy grandes como su interpretación de un villano de pacotilla en una película. Es una escena tremenda donde nos metemos por completo en la historia que están rodando. Por el amor que tiene Tarantino al cine antiguo nos parece un poco extraño que veamos el rodaje con el formato del resto de la peli en vez de cono el estilo de los 60. Pero es lógico viendo la capacidad de inmersión que tiene el estilo actual. Por resaltar un aspecto: el sonido precisísimo.

Por hablar del otro protagonista la escena donde más brilla es su pelea con Bruce Lee. Es algo magnífico. No solo porque sea capaz de derrotar al actor más grande de artes marciales, que es hasta previsible, sino por la misma actuación de Brad Pitt sin darse ninguna importancia.


sábado, 14 de septiembre de 2019

007 CONTRA EL DR. NO

Dir.: Terence Young
1962
111 min.

Nunca había visto una película entera de 007. Conocía escenas sueltas como él evitando que se estrelle un avión de pasajeros a una distancia ridícula del suelo. También conocía el habitual traje y su afición por las mujeres, todos elementos muy ricos para la parodia. Al comenzar la película vemos el típico plano de James Bond disparando a alguien que le está apuntando. Después unos títulos de crédito llenos de puntitos y colorines. Los años 60 nos gritan en la cara. Esto me pone contento porque me parece una premonición de una película sin ningún tipo de complejos por su género ni su época. Esta ilusión dura poco.

El primer asesinato de la peli es genial. Tres ciegos cuya silueta hemos conocido en los títulos de crédito con muchos colorines resultan ser asesinos profesionales y matan a un hombre cuyo cadáver meten de inmediato en un coche fúnebre.

La primera aparición de James Bond es jugando a las cartas mientras seduce a la mujer que va a ganar. Esto era la clase de cosa que me esperaba del personaje, pero realmente es lo único que nos da la peli. No hay grandes escenas para él. Solo es un espía que es bueno en su trabajo. Pero todas sus habilidades parece haberlas obtenido de llevar mucho tiempo en el negocio. No hay nada que le haga parecer superior a otros espías.

Por ejemplo cuando está intentando obtener información de un falso chofer, él pide permiso a James Bond para fumar. El cigarrillo resulta que era una bala de cianuro y se suicida para no dar información. Es algo que en cierta medida resulta hasta previsible. James Bond da señales de saber mucho más que eso. No parece muy coherente que se le engañe con un truco tan tonto.

Sí consigue la película la sensación de que no se puede fiar de nadie. Pero hay antagonistas que solo aparecen de pasada. Sí hay mucha gente que intenta hacerle daño, pero es muy raro que tengamos la sensación de que está en peligro realmente. Supongo que esta impunidad nos llega por culpa de su actitud constante de que no está ocurriendo nada.

El machismo de la película era esperado y aún así resulta en ocasiones escandaloso. La chica solo aparece cuando Bond no tiene trabajo que hacer. Aunque le encanten las mujeres debe atender antes el trabajo. Ella aparece siempre como una distracción. Nunca hace nada a favor de la trama ni se espera que lo haga.

De la guarida del malo hay cosas que nos gustan pero la verdad es que es muy poco impresionante. Por ejemplo nos gusta que esté bajo tierra y que aún así las habitaciones parezcan de un hotel de lujo. Nos gusta que tenga un cristal convexo para ver a las pirañas del mar como peces gigantes. Nos gusta que, por el pasado Chino del Dr. No, James bond lleve una mezcla de camisa Mao y traje americano. Nos gustan por supuesto los trajes anti-radiación que perecen un recipiente para el microondas. Pero estos son detalles que permiten disfrutar la peli, no la hacen grande. La explosión del final que iba a destruir la isla es tremendamente decepcionante. Es todo fuego y nunca se ve nada roto, no se ve nada explotar.

Me ha sorprendido también que Bond no usara aparatos de última tecnología. Pensé que era una característica de todas las películas.

Dado que James Bond no da lugar a grandes interpretaciones por su cara de impasibilidad, necesita que los actores que los encarnan sean gigantes. Que tengan una presencia imponente. La primera vez que vemos a Sean Connery nos llama más la atención su traje que él. Esto es especialmente grave porque la película ha esperado mucho antes de mostrárnoslo. Han pasado varias escenas antes de que él participe en alguna e, incluso dentro de su escena, se mantiene la acción un rato antes de mostrárnoslo. La película prepara una entrada triunfal para él, pero Connery no llena el plano.

Estilísticamente llama la atención la torpeza con la que se dosifica la información. En especial hay una conversación con las últimas personas que vieron a una persona asesinada en la que apenas se comparten diez frases. De esas diez solo se necesita una frase para que James Bond pueda hacer referencia a ella más adelante para indicar que ha averiguado quién es el malo. Es un diálogo en el que la trama no avanza y, como tal, parece estar introducido en algún momento aleatorio del metraje.


miércoles, 11 de septiembre de 2019

VICKY CRISTINA BARCELONA

Dir.: Woody Allen
2008
96 min.

En muchos sentidos esta película es una traducción del cine americano en general y neoyorkino en particular de Woody Allen. El gran protagonista es la relación de pareja. Supongo que inspirado de forma idílica por España se permite hacer una película más distendida de lo que acostumbra. Quizás no a lo largo de toda su carrera pero sí seguro en los últimos años.

Los personajes aristocráticos que solemos ver en Nueva York los vemos aquí en Barcelona. Hay algo impostado en esta película. Simplemente por ser algo que tenemos más cerca lo vemos como más ajeno. Esa bohemia que se crea para Javier Bardem se nos hace rara en un español. Casi nos parecería más natural en un parisino. De hecho los planos elevados de la ciudad desde el Tibidabo o desde el Museo de Arte Contemporáneo no hacen un gran favor a Barcelona. Parece que el director le exige a la ciudad una claridad que no se corresponde con la bruma real.

La infidelidad es un tema recurrente en el cine de Woody Allen. En esta película no se trata tanto la infidelidad como la no exclusividad en las relaciones. El tema está tratado con poca profundidad. Localizar la película en Barcelona y en verano le permite darle un tono casi irreal. Como si todo fuera una mera fantasía. Una exploración más que sucesos reales. Así se explica que la primera relación de Cristina, María Elena y Juan ocurra con una fluidez que no nos terminamos de creer.

A pesar de todo se consigue una relación con mucha fuerza narrativa. María Elena es un personaje con muchos problemas mentales sin tratar. Quizás sea sólo por lo ibérico del personaje pero nos recuerda a las películas más desquiciadas de Almodóvar. Por otro lado que los actores sean matrimonio en la vida real le da cierto poder a cuanto ocurre en pantalla. El momento en el que se cierra el triángulo amoroso con el beso entre Scarlett Johansson y Penélope Cruz es muy potente. Sobre todo por ser pilares de la interpretación como son. Es cierto que ese momento en la habitación de revelado fotográfico tiene un gran componente fetichista, pero creo que hay un trasfondo. Es bonito la sutilidad con la que el título de la película insinúa este trío.

La ruptura de esta relación también tiene una sutileza importante. Cuando Cristina abandona la casa donde viven los tres la reacción de Penélope Cruz es muy intensa. En este punto uno podría pensar que lo único que se está viviendo en esa casa es una suerte de experimentación carnal. Pero ahí vemos que no: realmente hay sentimientos sinceros fluyendo entre los tres.

La película termina con la misma sensación que dejan unas vacaciones. Después de haberse divertido hay que volver a la rutina. Todo lo que ocurre en Barcelona no se queda en Barcelona: deja huella en ambas chicas. Quién más ha complicado su vida es la que vuelve con las ideas más claras. Pero aquí hay un detalle delicado: Cristina está más conforme que Vicky, pero no más que cuando empezó el verano (tampoco menos). Un desbarajuste de este estilo no te enseña nada; de hecho puede perturbarte de la forma que perturba a Vicky, que deja Barcelona sin tener un sexo saciante con Juan y con un matrimonio debilitado.

Hay una cierta mirada hacia España como un lugar más bien legendario. Por algún motivo Woody Allen decide que el jazz está demasiado ligado a su Nueva York y priva a Barcelona de esos ritmos a contratiempo. Recurre a música de guitarra. No sé si un público que no conozca las melodías lo notará pero la música es enormemente repetitiva: Albéniz y Paco de Lucía y no muy bien interpretados.


domingo, 8 de septiembre de 2019

SPIDER-MAN: UN NUEVO UNIVERSO

Dir.: Bob Persichetti
2018
117 min.

La película empieza con un Spiderman diciendo que no nos va a contar su historia porque es archiconocida. Esto me pone muy contento porque me imagino una película de Marvel infinitamente autoconsciente. Dirigía a un público que ha visto todo lo que hay que ver de Marvel y adulto. Tenía mucha razón en lo primero y muy poca en lo segundo.

Al muy poquito de empezar la peli un muchacho es mordido por una araña. Esto no tendría por qué ser malo, pero se vuelve ominoso cuando se nos enseña el proceso de aprender a dominar sus poderes. Esto desencadena una serie interminable de gags de slapstick para narrar algo que hemos visto innumerables veces. Esto tiene un estilo muy similar a las series de dibujos actuales. Colores extremadamente saturados y brillantes, planos rapidísimos, efectos sonoros estridentes y, sobre todo, sobrecarga: un golpe nunca es suficiente, siempre debe haber un desfile de ellos.

Todo el humor de la película es enormemente infantil y, durante mucho rato, dirigido a meterse con Spiderman. De una forma irreverente vemos al gran héroe de la película ser cobarde en gags muy poco efectivos (nada nuevo). Así tenemos el diálogo en el que el que Spiderman dice Deja de escucharme, el protagonista contesta Es la mejor idea que has tenido hoy y yo siento una gran desidia.

Por algún motivo, el chico decide que Peter Parker le va a enseñar a ser Spiderman, como si alguien hubiera querido remedar la figura de aprendiz de Spiderman en “Los vengadores”. El caso es que, como es lógico, Peter Parker intenta ignorar todo lo que puede a nuestro amigo protagonista repelente. La película juzga a duramente a Peter Parker por ello. Es como la gente que se queja de los profesores de universidad por no querer dar clase.

A partir de aquí, película de superhéroes genérica. Los puntos más interesantes los aporta la premisa: la colección de Spidermen es por lo menos curiosa de ver. Algunos son muy guais, como el Spiderman en plan Humphrey Bogart, y otros son muy coreanos. Pero la cantidad de personajes no hacen soportable el rutinario desarrollo de la trama principal. Hay algún giro de guión interesante, pero insuficiente para soportar la atención todo el metraje.

En el aspecto de la animación sí hay cosas interesantes. Me parece muy reseñable los fuera de focos. En vez de un acercamiento realista como haría Pixar, aquí se desdobla la imagen. Cuanto más desenfocado está algo, más copias de ello vemos y con mayor separación. Los movimientos de los personajes son tremendamente naturales lo cual contrasta con la ocasional escasez de midle frames. La animación del portal interdimensional es abigarrada, hortera y con demasiados minutos en pantalla.

El mejor deseño de toda la película es el del villano. Cuando su enorme cuerpo ocupa todo el fotograma recuerda realmente a una viñeta de comic. Hay una verdadera composición, que es lo que más caracteriza al arte plástico. Es algo mucho más evocador que los absurdos bocadillos que se sobreimpresionan en la pantalla.

Hay una escena de acción en la que se renuncia a la música orquestal y escuchamos hip-hop. Espero que el resultado sea argumento suficiente para que Marvel no lo vuelva a hacer.

En la última escena hay un exceso de frases referentes a escenas anteriores de la película.

La muerte del robot de la niña coreana nos enseña que Batman es un mal superhéroe.