viernes, 21 de junio de 2024

BARBARELLA

Dir.: Roger Vadim
1967
98 min.

Es divertida, estéticamente potente, imaginativa, casi siempre autoconsciente. Una maravilla. Su carta de presentación es muy potente: un estriptis en una pobre gravedad cero. El traje de astronauta del que ella se va desprendiendo también es bastante pobre. Pero la película ya tiene un cierto desafío al espectador: no se le muestra meramente un cuerpo apetecible. Los títulos de crédito revolotean por la pantalla. ¡Qué grandes eran los grafismos de los años 60! En su vuelo tratan de cubrir sin mucho empeño las partes pudendas de Jane Fonda.

El estriptis da paso a una conversación telefónica durante la cual la protagonista se mantendrá desnuda. Pero siempre de una manera juguetona, porque ella lo trata con cierta naturalidad y la cámara no busca centrarse en sus pechos ni la puesta en escena se obsesiona por taparlos. Sin duda estamos ante una película erótica. Pero sin esforzarse en crear escenas tórridas. Ello a pesar del poco pudor que manifiesta ella.

La escena en la que por fin se derrumba cualquier atisbo de pretensiones que pudiera tener la película es la escena que comparte con David Hemmings. Esta escena es hilarante. Parece que ambos actores estuvieran jugando. Es un no parar en un humor en tono paródico. Me resulta delicioso que permita a esta escena crecer tanto que cree sus propios chistes recurrentes. Ella asume con ligereza y humor su condición de objeto sexual. Él acaba de interrumpir la trama, por lo que se nos cuenta es un personaje importante en ese mundo y aún así se encargan de que no pueda albergar ni un ápice de solemnidad… Esta escena me vuelve loco y permea todas las intenciones de la película.

Una vez que hemos visto esto nos permitimos reírnos a gusto de los hilos que vemos cuando flota una nave, de la absurda explosión de los guardianes antagonistas, de las alas del ángel ciego… Todo ello que hasta entonces nos quedaba la duda acerca de cuán en serio habríamos de tomarlo acaba de ser profanado y podemos divertirnos. Precisamente cuando todos estos elementos descacharrantes se aglutinan en una demasiado larga escena épica a mí me aburre un poco. La escena típica en la que un antagonista quiere usurpar el poder… Todo ello me aburre porque son los mismos elementos cutres que ya he visto intentando construir una cierta épica.

Musicalmente sí funciona muy bien esta apoteosis… El componente sonoro de la película siempre es una maravilla. Delirante es la música cuando Duran Duran trata de matarla de placer con su órgano. El componente lisérgico está muy presente. Es muy potente la imagen de un ángel crucificado. De forma más evidente en las formas que las tintas dibujan suspendidas en el líquido. Pero una de las primeras imágenes sorprendentes que propone la película son unos conejos puntados de azul. Pocos segundos después tendremos el primer impacto en una renuncia a la verosimilitud cuando la protagonista empieza a ser devorada por unos muñecos con dientes metálicos. Unos dientes que cierran con gran estruendo.

Estos muñecos dan pistoletazo de salida a otra constante en la película: los cambios de ropa. Se buscan trajes que realcen la figura de nuestra protagonista y en particular que le moldeen sus pechos en forma de cono.

Hay un gusto en general por el plástico cuando se busca mostrar algo sofisticado tecnológicamente. Por ejemplo cuando vemos el laberinto es algo mucho más natural, más cenagoso. Incluso con telas de araña. El laberinto cuando se funde con el fondo y asciende hasta llegar al lugar donde habita la élite irremediablemente me ha recordado a los fondos el expresionismo alemán. Gusta el humo, las luces… Los colores…


viernes, 14 de junio de 2024

MASACRE. VEN Y MIRA

Dir.: Elem Klimov
1985
136 min.

Acompañamos a un joven entusiasta que es reclutado por el ejército rojo. Su visión heroica de la guerra irá ennegreciéndose según presencie los horrores de la guerra. Más concretamente mientras presencie las matanzas del ejército nazi en las aldeas de la URSS. Nunca vemos ofensivas del ejército rojo por lo que nunca tiene la oportunidad de ver a los suyos perpetrar salvajadas. Sólo ve a campesinos morir despiadadamente bajo los caprichos de los nazis.

El retrato que se hace de los nazis es de total arbitrariedad. Están en esa tierra para matar y divertirse. No sé hasta qué punto esto es un retrato fiel de lo que fue la invasión. Nunca están en combate. Los vemos masacrar (como el nombre de la película indica) una aldea con todos los campesinos encerrados en un establo. Los soldados se divertirán quemando el edificio y oyendo cómo gritan desde ahí dentro.

La evolución del protagonista la verdad es que es casi más cruda que el salvajismo nazi. Vemos cómo arruga cada vez más su frente. Le irán poniendo prótesis en la cara para simular quemaduras y desgaste en general. Esta imagen del horror es peor que los propios horrores que contempla. Como este rostro es el protagonista absoluto de la cinta, hay varios planos en los que su mirada está en foco a la vez que aquello que mira. Esto no está hecho con una sola lente. El cuadro está claramente dividido en una superposición de imágenes donde diferentes elementos se tienen en foco.

El caso más desgarrador es el de la chica que le acompaña al principio. Nos ha dado una primera escena que se sostiene por la intensidad propia del cine ruso. En realidad aporta bastante poco. Pero tiene esa valentía al sostener el plano que les caracteriza. Hay una especie de iniciación en el mundo de los adultos. Ella es mucho más madura que él y le quita esta ilusión con la que entró al ejército. La última vez que la vemos está destrozada, con los ojos ensangrentados, su vagina sangrando y con un silbato en los labios.

Un elemento que se repite varias veces es el avión alemán que sobrevuela al protagonista. Antes de verlo siempre oímos un rugido, en realidad no suena para nada a motor. Es un ruido mucho más abstracto. De esa manera la presencia nazi es ineludible, nunca sabemos dónde la vamos a encontrar. El otro momento donde tenemos esta sensación es en los momentos inmediatamente anteriores a la masacre central de la película. El chico está andando por unos campos de cultivo. Todo está cubierto de niebla. Oímos motores, andan de un sitio a otro. Todo es enormemente confuso.

La película culmina y llega a su punto de más épica con el niño con la cara desfigurada disparando a un retrato de Hitler. Mientras lo hace vemos imágenes de los desastres del nazismo hacia atrás. Desea que nada de ello hubiera ocurrido matando a Hitler. Este trozo, para mi gusto muy propagandístico y efectista, termina con un fogonazo de la imagen de Hitler de niño. Ahí, cuando aparece esa visión, el chico deja de disparar.


viernes, 7 de junio de 2024

FURIOSA: DE LA SAGA MAD MAX

Dir.: George Miller
2024
148 min.

No soporto al personaje de Chris Hemsworth. Es un ser del todo imposible en el mundo de Mad Max. No me creo que alguien tan descerebrado, tan bobo, sobreviva de esa manera. Los personajes locos los tenemos siempre como carne de cañón, tocando una guitarra eléctrica que escupe fuego… El tipo encarna los típicos chistes ridículos que casi parecen sacados de Marvel. Odio verle en pantalla y más aún odio que se le dedique un final tan ostentoso. Es increíble que Furiosa, con toda su astucia y templanza le dedique tantos minutos a este pobre infeliz.

Y ahora me estoy quejando del final, pero durante el primer tramo de la película, en el que tanto hincapié se nos hace en la relación de estos dos personajes yo estoy tremendamente distanciado. La trama es la típica historia de venganza. Si además nos fijamos en la mirada oscura de Furiosa nos acordamos de Batman y si encima miramos al mandamás de la Ciudadela, hay que pensar en “El caballero oscuro: La leyenda renace (2012)”.

Entiendo que el antagonista representa su infantilismo con un osito de peluche. De hecho hay un juego en el que Furiosa lo tira al suelo, por su infancia perdida. Hacer algo así después de “Ciudadano Kane” es algo bochornoso. También es sonrojante la soberbia con la que Furiosa le exige a Hemsworth que le devuelva a su madre y su infancia.

Cuando nos estamos acercando al final una voz en off nos habla de una guerra. Una guerra que, por las imágenes fugaces que aparecen, promete ser trepidante. Todo esto se despacha en una elipsis, lo cual no sería grave si no fuera por la chorrada de escena final a la que se decide dedicar tantos y tan interminables minutos.

Me molestan un poco los guiños a “Mad Max: furia en la carretera”. Una de las virtudes de este mundo es la falta de compromiso con nadie. Ello le permitía desplegar un nuevo imaginario cada vez que arranca una película. Por el contrario aquí vemos repetidas ideas de la anterior película, a veces como meras menciones, sin explotar su potencia estética. En particular me refiero al soporte lleno de volantes al que acuden los guerreros blancos antes de entrar en batalla. Aparece en un rincón, como esperando a que el espectador lo perciba y se alegre de reconocerlo. Igualmente el espray plateado nunca tiene un plano tan potente como los que veíamos en la anterior entrega.

Diría que la mejor escena de la película es en la que el camión cargado de víveres se dirige a una de las fortalezas en el desierto. Esta escena podría pertenecer a la anterior película directamente. Hay otra escena impresionante y que sí es bastante única: cuando se adentran en la ciudadela de las armas, tomada por nuestro patético antagonista. En esta escena Furiosa protege al conductor del gran camión ejerciendo de francotiradora. Hay un momento en particular en el que hay dos lugares de conflicto en el plano manejados con gran virtuosismo.

La cámara en general hace unas virguerías impresionantes. Cuando se están protegiendo de los asaltantes desde el camión la cámara vuela con una libertad inaudita. Vemos cómo un pie acelera, se abre la puerta del camión, la cámara sale de la cabina, gira para mostrarnos qué está atacando al conductor y asciende para poder ver cómo ese ser que vuela con unas enclenques aspas choca contra la cisterna. Aquí se sugiere una imagen a la que no se permite desarrollarse en todo su esplendor. Este hombre que volaba y que ha quedado enredado, arrastra una larguísima cola. La vemos volar detrás de la cisterna, pero nunca se le permite brillar.

No recuerdo si en la primera película había tantas secuencias de disparos como en esta película. Siendo justos, no es que haya muchísimos disparos, pero cuando la acción se centra en ellos no creo que tenga nada demasiado original que mostrar. Las armas son anodinas, las muertes son anodinas, las peleas son predecibles…

Sobre todo en la primera secuencia los efectos digitales son feos con ganas. Hay alguna escena más en la que vemos cosas… raras. Tengo la imagen de un lanzallamas cuyo chorro de fuego me ha parecido muy poco convincente. No sé asegurar que esté hecho digitalmente.


viernes, 31 de mayo de 2024

SANGRE EN LOS LABIOS

Dir.: Rose Glass
2024
104 min.

Urge ilegalizar A24. Repite fórmula de violencia, humor negro y referencias. Todo bien mezclado, sin construir nunca nada. La sensación que me provoca es de gran distanciamiento. No sólo es que la película no se tome en serio a sí misma, lo cual es legítimo, es que todo parece un cúmulo de decisiones arbitrarias. La escena en la que la culturista termina convirtiéndose en un gigante a modo de deus ex machina choca con la idea que se había explotado en la que la ira era el desencadenante de sus problemas.

Por lo tanto la venganza contra los hombres nos remite a “Una joven prometedora (2020)”. La escena en la que regurgita a su interés romántico nos hace pensar en “Men (2022)”. Esa complicada relación padre hija y el tono en el que se trata la violencia se emparenta con “Beau tiene miedo (2023)”. Incluso las escenas hiperestetizadas que dejan de lado la gravísima trama principal nos hacen pensar a ratos en “Spring Breakers (2012)”. La desvergüenza con la que nos muestran las deformidades del cuerpo maltratado es algo que estamos hartos de ver en los últimos años. Por poner un ejemplo reciente: “Cuando acecha la maldad (2023)”. Los planos rojísimos en los que Kristen Stewart rememora los crímenes de su padre me han hecho pensar en “Mandy (2018)”.

Cuando abraza todos los clichés del cine escandalizador contemporáneo por lo menos nos libramos de los diálogos poco ocurrentes y las escenas torpes. Que las dos protagonistas resultan atractivas es innegable. La película se ha montado un escenario de maravilla poniendo a todos los demás personajes como seres despreciables. Bien porque se quedan inexplicablemente en una relación de maltrato, bien porque son maltratadores, por su mismo aspecto físico o por el desagradable aspecto de drogadicta que presenta la casi acosadora de Kristen Stewart.

Ambas actrices protagonistas deben celebrar su carisma, porque ninguna tiene una actuación estelar. La imperturbabilidad de Stewart no ha resultado sorpresiva. Más luce la interpretación de Ed Harris. Me gusta mucho cuando está toda la familia en el hospital y él descubre la relación entre su hija y su empleada.

La obsesión de la culturista debería resultarme estimulante. Sin embargo todo el asunto de la violencia era tan grave que creo que impedía prestarle atención a este otro aspecto. En vez de tratar con cuidado ese tema parece una excusa para justificar una dependencia de las sustancias que darán lugar al desquiciado final.

En varios momentos he visto elementos del cine de Lynch. Ocurre que ninguno de ellos era lo suficientemente explícito para convencerme de que la referencia fuera buscada. Pero haber visto varios de ellos me ha llevado al punto de irlos buscando. Hay una escena en la que las dos enamoradas hablan susurrando en la cama con luz azul. Cuando en “Mulholland Drive” se decía I’m in love with you aquí se dice I love you. La pistola se guarda en una caja azul que puede recordar a esta misma película. El concurso de culturismo tiene como telón de fondo una tela que me recuerda a “Terciopelo azul”. También me recuerda a esta película el momento voyeur en el que Kristen Stewart observa a su padre metida en un armario.


viernes, 24 de mayo de 2024

LA ZONA DE INTERÉS

Dir.: Jonathan Glazer
2023
106 min.

Se ironiza con el reproche típico a “Lo que el viento se llevó”. El foco de la película se mantiene en los cotidianos dramas de la clase dominante mientras los perores crímenes contra la dignidad humana se perpetran al otro lado de un muro. La parte superior del cuadro está reservada para estas inevitables evidencias de la industria de la muerte. Vemos el humo de las chimeneas, los tejados de los bloques, las reconocibles torres de vigilancia, el humo del tren que llega al campo… Oímos, además, constantemente gritos y disparos en la lejanía.

Desplazando el interés de la narración a los nazis y obviando lo que ocurre dentro del campo se consigue pervertir su moralidad. Como el trabajo de Rudolf nunca se ve explícitamente, para la historia no realiza nada inmoral. Simplemente es un hombre que realiza su trabajo y es exitoso. Mientras, la mujer es caprichosa y prefiere quedarse la casa en el campo que Alemania les ha proporcionado antes que acompañar a su marido en su traslado de empleo. Esto obviando el holocausto, en el momento que cambiamos la perspectiva y pensamos en la masacre que permite a esa familia disfrutar de esa casa, la situación se vuelve perversa. Cuando la esposa enseña todo el reciento donde ellos viven dice la terrible frase: Auschwitz es el paraíso.

Peor todavía será cuando ella, amargada en casa se dedique a maltratar su criada judía. Cuando trabaje de manera insatisfactoria su ama la amenazará recordándole que su esposo puede decidir acabar con su vida y con la de toda su familia. Otro momento gravísimo es cuando llega la visita a esa casa y habla del campo de concentración con curiosidad. Menciona que una antigua amiga suya probablemente estará ahí dentro. ¿Quién sabe lo que estaría tramando? A pesar de que haya compartido tanto tiempo con ella, la propaganda antisemita la ha convencido de que seguramente tuviera algún contubernio que la hiciera merecedora de exterminio.

Toma la actitud de directores como Haneke de evitar que se condene explícitamente la atrocidad. En lugar se prefiere maltratar a los verdugos. Se les enfrenta por ejemplo a un infierno de fuego rojo cada noche cuando las chimeneas de los crematorios iluminan las ventanas. El otro momento en el que el holocausto se vuelve contra ellos es cuando está el padre con sus hijos en un río y el agua comienza a bajar turbia, llena de cenizas y de huesos humanos. Para cuando llegan a casa después de haber atravesado la lluvia sucia deben limpiarse ojos y nariz para terminar de expulsar la ceniza.

La película confía mucho en un espectador que quizás no necesita tener conocimientos de Historia, pero sí tiene que tener asimilada la imaginería de las películas del holocausto. Por ejemplo confía en que reconozcamos rápidamente las torres del campo, las casetas, los trenes… No sólo eso. Hay una escena en la que dos de los niños alemanes juegan con nieve del suelo. Es imposible no acordarse del perverso juego de “La lista de Schindler” en el que la nieva se revela como ceniza.

Un elemento importante para conseguir que el espectador no sienta rechazo por el padre de familia es no permitir darle más solemnidad de la que las insignias le puedan dar: cuando está con sus hijos en el río él aparece algo chepudo y en general con un porte nada admirable. Nos muestra el típico gusto nazi por la naturaleza. Tiene como momento cumbre el afecto que le manifiesta a su caballo: nunca le hemos visto expresar cariño a una persona.

La película tiene unas secuencias extrañas. Antes de que arrancara la película, tras el título, hemos tenido la pantalla en negro unos pocos minutos. La música es ominosa, etérea. Esta misma música la oiremos en estas secuencias también. La fotografía se vuelve un blanco y negro casi como si fuera el negativo. Al ser tan artificial se puede permitir resaltar las figuras humanas. De alguna manera nos demuestra que, aunque la trama se desarrolle en la casa de la clase dominante, hay individuos de la clase dominada que también tienen historias que contar y muchas veces más interesantes o trepidantes que los protagonistas del relato.


viernes, 17 de mayo de 2024

LA CIUDAD SIN JUDÍOS

Dir.: H.K. Breslauer
1924
80 min.

La primera parte, en la que los antisemitas traman su plan y se consuma la expulsión es casi terrorífica. Como siempre en el cine mudo, la atmósfera depende enormemente de la música. En este caso yo he visto una versión con sonidos muy abstractos, con voces humanas deformadas… Era una ambientación muy abstracta, en la que los antisemitas hablan con unos ecos furibundos, pero todo como si se oyera a lo lejos.

Más adelante se nos muestra el resultado de la ciudad tras la expulsión de los judíos. Esto es muy interesante. No me refiero al contenido de la película, sino al hecho de que las consecuencias de la expulsión las refleja en la población aria, que se queda en la ciudad. Contrasta mucho con las películas sobre el holocausto que vendrían después. Las consecuencias para la ciudad es que se pierde la elegancia. Tienen que cerrar las tiendas de alta costura y las pastelerías se reconvierten en cervecerías.

Tras esto viene un romance de uno de los judíos expulsados que vuelve de incógnito disfrazado de francés. Esta trama me interesa muy poco. Incluso la parte más trepidante en la que emborracha a un congresista que votará en contra de la revocación de la ley de expulsión. Hay un momento curiosísimo en el que un judío (bautizado hace dos generaciones y que, por tanto, pudo quedarse en la República de Utopía) al conocer la artimaña mediante la cual el francés logra que los judíos vuelvan, le dice: No se ofenda, pero parece una jugada propia de nosotros.

El montaje de la película es una maravilla. Es rápido. Muchas veces con cambios a otros escenarios rapidísimos. Mucho primer plano para mostrarnos mucho rostro peculiar. Los bigotes largos y despeinados son un espectáculo. Me gusta también el maquillaje en los ojos propio del cine mudo. El gobernador tiene un maquillaje que recuerda al muerto principal de “El carnaval de las almas”.

Aunque evidentemente la película tiene relación con el expresionismo alemán no tenemos la estética deformante característica de este movimiento. A excepción de un manicomio en el que un antisemita empieza a ver símbolos judíos por todas partes y ve a sus psiquatras como judíos que se burlan de él. Esta escena aparece en un momento bastante anodino de la película y la disfruto mucho. Parece sacada de “El gabinete del doctor Caligari (1920)”. Las protestas por el paro también hacen pensar en Eisenstein.

Me gusta una vista de la ciudad enmarcada en un balcón. Se ve una maqueta de los edificios. Lo bonito es que este plano se usa para mostrar cómo el pueblo celebra la expulsión. Hay unas bengalas de un tamaño mucho mayor del que exige la escala del escenario. Para mostrar el júbilo el tintado de la película cambia dentro del mismo plano. La película termina representando el regreso de los judíos con una estrella de David que cae sobre esta maqueta.


viernes, 10 de mayo de 2024

LA PASIÓN DE JUANA DE ARCO

Dir.: Carl Theodor Dreyer
1928
110 min.

Viendo el cine europeo iniciático uno se pregunta qué salió mal en el proceso para que Estados Unidos fuera la referencia en este arte durante tantas décadas. Es alucinante cómo explota un decorado sobrio de esa manera. Cómo los muros blanquísimos dan aire a las figuras humanas. Unos muros que no tienen ningún sentido en las estancias de una fortaleza del Siglo XV.

Entre la sobriedad de la celda de Juana gana protagonismo la reja de su ventana. Dos únicos barrotes que forman una cruz, símbolo de su fe. Se le acerca un clérigo. Uno particularmente malintencionado. Al entrar en la habitación su sombra tapa la luz que entra por la ventana y la cruz que se proyectaba sobre el suelo, desaparece. Este mismo hombre se aprovecha de que Juana no sepa leer. Inventa qué le ha escrito el rey. Esto está ejecutado de forma muy bonita. Él va recitando una carta inventada que nos muestran los intertítulos. Su mirada está dirigida a la cámara: no al papel.

Las líneas que trazan el entramado de las vidrieras son casi serpenteantes como en los mejores decorados del expresionismo alemán. Las escaleras blancas de estrechos escalones rechazan la horizontalidad. Otro momento en el que se evita las líneas equilibradas es en el que le ofrecen a Juana la posibilidad de retractarse. El hombre que le habla desde el estrado está vertical. Para añadir una línea oblicua al cuadro se recorta la esquina superior izquierda poniendo un toldo. Igualmente cuando Juana llama a todo el jurado a su celda los clérigos desfilan ascendiendo por el cuadro. Aunque estén simplemente atravesando una puerta, los vemos como si subieran a ver a Juana.

El cuadro se utiliza con una habilidad pasmosa. Cómo ahoga el rostro de Juana. Apenas se la permite torcer el cuello y alzar la vista para que adquiera brillos en sus ojos de mártir. El primer momento en el que somos conscientes de lo que se está haciendo ahí es cuando dice que es la enviada de Dios. Su cara siempre había ocupado todo el cuadro durante el interrogatorio. Pero el plano suyo tras el intertítulo tiene un desenfoque fuerte y además ella apenas aparece en la parte baja. No sólo los personajes que la escuchan se han escandalizado. Casi se diría que el camarógrafo no da crédito a lo que oye.

Aunque con razón la sala de torturas se ha llevado la gran fama de la película, el resto no se queda atrás. La escena con la famosísima rueda de pinchos es completamente atmosférica. El monje que hace girar de forma obsesiva esa rueda parece fuera de sí. No sólo el sadismo de su oficio. También es que lo ejerce obsesivamente. Las caras que pone detrás de los radios de esa gran rueda. Una rueda cuya efectividad me parece dudosa. No tengo claro de qué manera se puede ejercer una tortura con ella. Pero las caras del tribunal impaciente, el montaje velocísimo y la cara de Juana dan un momento magnífico.

Me ha parecido brutal la imagen del fuego. No sé cómo no la vemos por todas partes. Es un momento de violencia extrema. Violencia no sólo por lo que ocurre, (un enfrentamiento entre el pueblo y las fuerzas del orden) sino por lo explícito de las imágenes. Es conocida la cara en éxtasis de Juana. Moviendo el cuello lentamente con la mirada puesta en el cielo. Casi orgásmica. Pero lo que yo nunca había visto es el momento en el que su silueta se puede adivinar claramente entre las llamas. Casi la imaginamos sonriendo mientras el pueblo se revela contra sus asesinos.

Los instantes antes de la revuelta también son tremendos. La tranquilidad con la que los soldados, con cascos que vistos desde arriba parecen las mismas piedras que empiedran las calles, se arman por lo que saben que ocurrirá. El máximo militar ve cómo el pueblo se ha puesto del lado de Juana. Con un gesto manda sacar las bolas de pinchos. Caen una a una de una torre mientras la cámara lo observa con un suave balanceo.

Y es que la cámara se mueve con una gracilidad tremenda. En particular estoy pensando en el primer juicio a Juana. A pesar de que la mayoría de los jueces está sentada mirando a la rea, la escena es de gran dinamismo. Alguien se levanta. Uno mueve su mirada. Cuchichea al oído del de al lado. Se escandaliza por lo que ha oído… Es una escena para ver mil veces. Siendo un momento tan estático se consigue que el jurado no pare quieto nunca. Es muy pictórico en el sentido de que las miradas marcan un ritmo y una coreografía a la escena.

Aunque la interpretación sea magistral y sus lágrimas remitan constantemente al arte de santos, puede llegar a cansar ver tanto dolor tanto rato.


viernes, 3 de mayo de 2024

BEGOTTEN

Dir.: E. Elias Merhige
1991
72 min.

Realmente tiene pocos elementos. La película va justa de imágenes. Dilata las que tiene haciéndose bastante lenta. No es sólo que dure mucho cada cosa que se muestra, es que la película muestra un gusto por la cámara lenta. Una cámara lenta que es incómoda de ver porque no es fluida. Entre la fotografía de gran contraste, la baja calidad y los saltos de fotograma hay muchísimas secuencias que pierden mi concentración por completo.

La imagen más famosa es la del dios suicida. Ese ser que parece sacado de un vídeo creepy de YouTube. Me resulta muy difícil sentirme asqueado por este momento. Digamos que por el contenido está en su derecho de ser considerado gore pero entre el blanco y negro que convierte la sangre en negra, lo excesivo de la sangre… las entrañas que más que carne parecen telas empapadas… Todo ello en conjunto no me provoca el rechazo de quien está viendo una imagen violenta. Como digo toda la casquería parece sacada de un cuadro abstracto de típica composición de diversos materiales.

Cuando aparecen los seres que quieren matar al hombre que se arrastra por el suelo la película se vuelve cansina casi hasta la provocación. Con tonos muy distintos, pero me llegaba a recordar a los planos de Albert Serra de personajes que no saben qué hacen ahí. Me da la sensación de que a este pobre paralítico lo matan hasta tres veces. Les veo manipular cosas traer objetos de un lado a otro, pero la poca calidad de la imagen me impide ver con claridad qué hacen y yo ni intento buscarle significado a lo que veo. En Albert Serra también he pensado por su uso del zoom y por la aparición de ruido digital en el cuadro.

La violación nunca parece algo explícito. A pesar de que la cámara insista en acercarse más y más a la penetración, todo es tan sucio que veo mucho la representación de una violación y nunca puedo creerme estar ante una violación. Lo que sí es sorprendentemente explícito es la fecundación de Madre Tierra. Un líquido blanco y viscoso le corre por el vientre. No recuerdo de dónde ha salido. Ella con las manos lo introduce en su vagina. Curiosamente aquí el cuadro adquiere gran definición y podemos percibir con claridad el vello en el que se introducen los dedos pringados.

Hay pocos planos así, pero me han llamado la atención los que son una composición de varias imágenes. Algo similar al recurso de “It’s such a beutiful day”. Así veremos al hijo morir al fondo mientras la esquina del cuadro está reservada al rostro de la madre tendida en el suelo.

En cuanto al sonido es curioso sí. Todo el rato ruido ambiental. Por eso me llama la atención cuando se adhiere a ciertas convenciones poco rompedoras. Me refiero en particular a los acordes sostenidos cuando se muestran planos del Sol. Una evocación a lo místico bastante manida. Uno esperaría que se atuvieran a los ruidos maquinales que tanto gustan a Lynch y, en particular, tan presentes en la película que de vez en cuando acudía a mi cabeza durante el visionado: “Cabeza borradora (1977)”.


viernes, 26 de abril de 2024

QUE NADIE DUERMA

Dir.: Antonio Méndez Esparza
2023
122 min.

Me gusta lo obsesiva que es. Esa pesadez de la música de cuerda. Me gusta que enfatice mucho más cualquier anécdota que a la protagonista le resulta significativa que los elementos importantes de la trama. La trama principal me interesa relativamente poco y de hecho si tuviera más peso habría que sonrojarse ante la desvergüenza de la directora teatral que contrahace la vida de Lucía de una forma tan burda.

Lo que es una gozada absoluta son los diálogos. Son de una naturalidad arrolladora. Una charla tan vacía… Los personajes parecen tan perdidos en esos diálogos. Una sensación de no saber a dónde va ninguna de sus frases. Se interrumpen entre ellos. Consiguen situaciones de vergüenza ajena sin forzar nada, sin necesitar que los personajes sean risibles. Es una maravilla. Tan bien lo hace Malena Alterio que cuando conversa por primera vez con Rodrigo Poisón hay un abismo entre ambas interpretaciones. Si se nos dijera que sólo uno de los dos está actuando, sería evidente que ése es Rodrigo. Y me refiero aquí únicamente a su interpretación, porque toda la puesta en escena de este momento es maravillosa. Una forma de componer a ese personaje que la trata con gran insignificancia y ella disfrutando tanto de la vista que tiene delante a la vez que se muestra tremendamente torpe… Una delicia.

Como digo es muy llamativa esta primera escena de Rodrigo porque hasta entonces hemos tenido diálogos como el del primer taxi. Aquí la naturalidad de ambas es arrolladora. Es impresionante la verdad que desprende una actriz a la que solo vemos reflejada en el retrovisor de su taxi. Las conversaciones del taxi me gustan mucho. Me encanta su limitada conversación como podemos constatar cuando habla con una persona a la que le acaban de diagnosticar cáncer. La pobre utiliza los mayores desatinos imaginables: Los médicos se equivocan, esas cosas pasan.

Me enternece mucho su relación con su padre. Cómo se envuelve en ira cuando él se atreve a profanar los recuerdos idealizados que ella tiene de su madre. La forma de hablar de este hombre me recuerda a la de Tony Leblanc en “Torrente, el brazo tonto de la ley”. Los gritos a su padre son una exhibición interpretativa. Por desgracia esta conversación dará lugar a uno de los elementos que menos me gustan de la película. Su padre dice que su madre se suicidó porque no sabía vivir. Bueno, puede tener un pase como una frase cualquiera dentro de una conversación. Lo que me parece de una pretenciosidad terrible es cuando ella se pregunta a sí misma si sabe vivir. Es el tópico de tratar un tema trascendente con un lenguaje casi infantil… Me repele.

La relación con su padre termina con una muerte agónica pero brevísima. Esta decisión me gusta mucho. Me gusta que la trama se resuelva todo el rato a modo de postales. Incluso los asesinatos finales, que nos vamos viendo venir desde que se coloca los palillos del moño y que recuerdan a “Una joven prometedora (2020)”, no están rodados con una gran escena alrededor. La primera muerte sí tiene un contexto, pero al fin y al cabo es la culminación de la enfermiza obsesión que arranca la película; la segunda muerte sin embargo parece que está en la película como mero trámite burocrático.

Malena Alterio tiene momentos de absoluta simpleza. Esto hace que la diferencia de clase entre la productora teatral y ella sea mayor. Tenemos la absoluta paletada de tatuarse por un tipo al que vio un par de ocasiones. El hecho de que no sepa reconocer el aria más famosa del mundo y que base en ella toda su identidad. Me gusta mucho el último plano en el que ella canta con la boca muy abierta y totalmente silenciada por la música extradiegética.


sábado, 20 de abril de 2024

SUEÑOS Y PAN

Dir.: Luis (Soto) Muñoz
2023
92 min.

Nos situamos en un momento temporal muy difuso. Las noticias hablan de José Bono como presidente del Congreso de los Diputados. Ello nos sitúa al final de la década de los 2000. Podemos suponer que es un mundo sin teléfonos móviles ya que los teléfonos públicos tienen un par de escenas importantes. Pero la forma de hablar de nuestros protagonistas la percibo como contemporánea. Es cierto que no puedo asegurar que los coloquialismos que tanto abundan en la película sean extemporáneos. No sólo eso: los coches tienen pegatinas de haber pasado la ITV en 2022, el estadio del Atlético de Madrid está presidido por la palabra Wanda mientras elogian al jugador del momento: Torres.

Iba a criticar que se mostraran las Cuatro Torres de Madrid, pero descubro que para los años en los que se ubica la película, ya estaban construidas. El gusto que muestra la película por el ambiente urbano podría haber sido un terreno complicado por mostrar cosas que hace diez años no estuvieran edificadas. Pero, como muchas veces se centra en el nudo de carreteras del sur de Madrid, esto no es un problema.

Que los personajes tienen una relación particular con la ciudad lo vemos muy al principio. Tras huir de un robo uno de ellos calma el dolor de su pie metiéndolo en un charco de la calle. Lo hace con naturalidad. Así se nos brinda una imagen llamativa y que nos permite sentir que estamos en una clase social diferente.

El elemento más fuerte de la película es el absolutamente pasado de rosca George Steane. Es una metralleta hablando. Esa mirada de colgado total. Ese rostro delgadísimo. Me encanta todo él. Lleva una fuerza que la película percibe y parece que desnuda las escenas solo para él. Se renuncia al corte y a la música para que el actor pueda dar rienda suelta a su torrente interpretativo. Nada a su alrededor es como él. Su coprotagonista es infinitamente más calmado, reflexivo e intimista. Me encanta cómo grita a la mujer de servicios sociales que no les concede la custodia de un niño porque son yonkis. Cualquiera percibiría a este hombre como un yonki, pero difícilmente a su compañero.

La libertad que se le da a este actor a veces nos deja frases en el guión no particularmente brillantes. No me interesa particularmente la conversación en la que sueñan con ser futbolistas famosos. El tema en sí mismo no es novedoso, no hay problema en ello. Pero las frases con las que se desarrolla la escena me parecen clichés. Peor ocurre cuando están en la galería de arte en una suerte de turismo de clase y suelta la frase manida acerca de que el arte contemporáneo lo puede hacer un niño pequeño.

Una de las escenas en las que él más brilla es aquella en un prado en el sur de Madrid. Su amigo colapsa al verse colaborando con el narcotráfico mientras Sara está en un centro de desintoxicación. Esta escena es desnudísima. Me encanta la fuerza con la que se hablan. Me gusta cómo saca la navaja contra su socio, que no respeta el espacio de su amigo. Cómo este personaje, que es tan excesivo en sus formas, se mantenga consciente de la situación y bajo torpes frases como déjale que se ha rallado muestre tanta comprensión. Esta escena además se permite algo que empiezo a encontrar en el cine: permite a los actores trabarse. Es muy fascinante verlo porque la forma en la que dudan después de haberse equivocado en el texto es totalmente natural. Casi como si estuvieran esperando a oír corten. El personaje a quien más vemos sufrir repitiendo sus frases es a la mujer de servicios sociales, que deja un prolongado silencio después de haberse equivocado en el texto.

Sonoramente hay varios momentos muy interesantes. Por ejemplo aquel momento en el que Sara se está inyectando heroína. En el cuarto de baño los dos chicos y su hijo están jugando bailando con la música a todo trapo. Pero ella percibe como si cualquier sonido que pudiera hacer el mechero o la cuchara fuera ensordecedor. Nosotros, por ende, sólo oímos su respiración y los objetos que manipula.

Con la misma tensión está rodada una escena en la que Javi, casi por vicio, roba una cartera en una galería de arte. El silencio es absoluto. Mientras él va realizando con discreción tan delicado proceso, se intercalan imágenes de Dani tratando de seducir a una chica. Cuando parecía que él estaba desatendiendo por completo el robo, finge un oportuno estornudo que rompe la tensión de la situación y permite a su compinche realizar la extracción de la cartera. Me encanta la conversación posterior: tienes un ¿clínex? Los he visto más rápidos.

En el bagaje cultural de estos individuos ocurre algo curioso. Cuando están contándose la vida hay una cierta ignorancia fingida, no siempre con éxito. Y, por algún motivo, consideran conocida “La muralla” de Quilapayún. Hablan de esa canción como si fuera parte de su día a día y cuando se disponen a cantarla, se descubre que apenas la conocen… Es fascinante.


viernes, 19 de abril de 2024

IDIOTAS Y ÁNGELES

Dir.: Bill Plympton
2008
78 min.

Esencialmente es una película de superhéroes. Se dan los conflictos típicos de estas tramas. Tenemos al protagonista que no quiere tener sus poderes, la gente que quiere aprovecharse de él, el villano que termina siendo poderoso por culpa del protagonista… Los poderes que se nos presentan son los de volar; volar con alas. De forma que esto nos da ángeles. El asunto de la película es que los seres que van a adquirirlas son profundamente malos.

Estos son los elementos con los que juega la película y lo cierto es que se sale muy poco de ellos. Casi resulta más interesante la primera secuencia, cuando se narra la vida monótona del protagonista. Es un hombre que madruga todos los días, se viste de traje, tiene una mañana de la gente que espera ir a una oficina, sin embargo lo que vemos es que se pasa el día en la barra de un bar. Un bar decadente donde sólo está el dueño, su esposa y una stripper gordísima. Descubrimos un tiempo después que es traficante de armas y pasa los días en ese bar esperando a clientes.

La película es la más narrativa de todo lo que he visto de Bill Plympton. Esto les supone un problema porque él no es un gran dibujante. En particular cuando arranca la acción las proporciones corporales se pierden enormemente. Vemos brazos finísimos con demasiada frecuencia. Esto en “Alienígenas mutantes” no era un problema. Cuando la escena se volvía dinámica se hacía un plano general y el dibujo se volvía poco preciso. En esta película estamos casi siempre en interiores. Los planos generales no pueden ser tales.

Otra gran carencia del dibujo se nota en dos elementos muy presentes durante toda la película: el humo y el fuego. Aparecen como masas informes demasiado sólidas como para que resulten creíbles. Sí hay que reconocerle que es un virtuoso al romper la perspectiva y en esta película ocurre todo el rato, por ejemplo hay un plano tomado desde el interior de un cenicero. Las vueltas que da la cámara cuando se nos muestra su rutina en el baño es de reconocer.

La historia es tremendamente naíf. En particular el romance entre la mujer, que tiene el matrimonio como una justificación de su maltrato, y el protagonista. Recordemos que el protagonista la ha tratado de violar. Por otro lado lo único que hace que se enamore de él es la bondad intrínseca a las alas que le salva de su marido. El final de película se plantea como feliz, pero realmente no ha habido un cambio en la vida del protagonista. Pierde las alas, no ha adquirido ninguna enseñanza que nos haga suponer que va a cambiar de vida. Ni siquiera sabemos si continuará con el tráfico de armas.

Sí resulta muy interesante el juego con los pájaros. Uno pensaría que las alas lo acercan a ser un ángel, pero la película parece más interesada en el mundo aviar. Hay un momento en el bar en el que sus alas crecen tras habérselas cortado. El hielo de su vaso se eleva, el vaso brilla. Al mirar el vaso ve la cara de un pájaro, que sale del vaso y le crecen unos brazos. Es un momento que no nos esperamos y que queda sin ninguna relación con nada más. Me ha gustado mucho.

Al ser una película sin diálogos la música adquiere mucha importancia. Es curioso que al morir el protagonista se recurra a música eclesial. Aparece sin ninguna ironía.


viernes, 12 de abril de 2024

TAMBIÉN LOS ENANOS EMPEZARON PEQUEÑOS

Dir.: Werner Herzog
1970
96 min.

La acción se sitúa en un mundo de enanos. Pero los objetos son de tamaño normal. Así por ejemplo el protagonista tiene muchos problemas para subirse a una cama. Debe apilar revistas en el suelo. En principio en la cama le espera una chica. Mitad por su torpeza mitad por su timidez apila las revistas una a una para retrasar el encuentro con ella.

La banda sonora alterna ritmos africanos con cantos regionales canarios. Las voces de pito de los enanos completan el panorama sonoro de la película. En particular hay un personaje más bajito que todos los demás. Con la cabeza mucho más gorda de lo que esperaríamos. Con una camisa de apenas 4 botones metida por dentro del pantalón y abrochada hasta arriba. Recuerda por su aspecto a un típico personaje serio de Bill Plympton. Este hombre está continuamente arengando los destrozos de sus compañeros con Feste, feste. Que los subtítulos traducían por fuerte.

El argumento es una cárcel (todo el mundo que ha escrito acerca de esta película asume que es una cárcel, pero en realidad en la película lo llaman simplemente centro) en la que de forma excepcional sólo hay 7 presos y se rebelan contra el alcaide. Toda la película es una violencia suave pero injustificada. Por el caos que se forma resuena a Gaspar Noé. Se rompen platos, se mata a un cerdo, se queman flores, se lanzan gallinas, se crucifica a un mono… Ponen un coche a girar para lanzarle una máquina de escribir. Montan en moto. Después de haber puesto a todos sus personajes como seres miserables la película regala a su protagonista el poderoso plano de él en moto.

Es poco interesante a la vez que fascinante. No podemos dejar de mirar lo que ahí ocurre. Esperamos durante toda la película que todo aquello lleve a algún lado. Pero lo único que tenemos es al alcaide con un tipo atado a una silla. Este personaje nunca habla, sólo ríe.

En ese extraño lugar hay dos ciegos. No sabemos nada de ellos. Llevan unas gafas negras que cubren por completo los ojos. Nunca dicen ninguna palabra tampoco. Llevan paseando una tetera. Se entretienen jugando con una pelota. Alternativamente hacen sonar unos cacharros para que el otro los ubique y después lanzan una bola para intentar darles.

No es claro a cuánta gente afecta la acondroplasia. A todo el mundo, a sólo ese pueblo. ¿Quizás a esa prisión? En pantalla sólo vemos enanos. Sim embargo la película arranca con un interrogatorio a Alfred. Escuchamos dos voces fuera de plano. Una de ellas es evidentemente de un enano, pero la otra suena mucho más grave que cualquier otra voz de la película. ¿Quizás hay aquí un personaje de estatura normal?

La película está grabada es España. Así tenemos camellos propios de Canarias, un botijo y cuando vemos un cartel que indica cómo llegar a un pueblo, está en español.

Lo último que vemos es al alcaide gritando al tronco. Descubrimos en el último minuto que padece una severísima miopía. Este dato no cambia nada del argumento. Grita a un árbol creyendo que es una persona. Se encara con él porque piense que le están señalando, quizás por su enanismo. Él se declara en mejores condiciones de ganar ese duelo de señalamientos porque su brazo de enano pesa mucho menos que el del señalador.


viernes, 5 de abril de 2024

EL MODERNO SHERLOCK HOLMES

Dir.: Buster Keaton
1924
45 min.

Tiene unos primeros minutos, cuando se empieza a extender la trama, en los que me siento algo perdido. Se menciona lo del detective y lo del proyeccionista y ambas premisas se abandonan para presentar el interés romántico. Esta parte en general, aunque la disfruto, no me resulta particularmente interesante. Los conflictos se plantean mientras el protagonista apenas tiene poder de acción. Gracias a Dios no dura mucho, pero por momentos he temido tener que ver de nuevo el gag de los papeles y el pegamento de “Pamplinas y los fantasmas (1921)”.

Cuando adopta el personaje de Sherlock Jr sí me parece muy disfrutable. No solo por las peripecias asombrosas, que son un no parar desde que la acción da comienzo; sino también porque el personaje de Keaton genera mucha simpatía. Me resulta muy agradable verle que las cosas le salen bien, que es ingenioso. De alguna manera, saber que ese sujeto que vemos en pantalla es el artífice de sus películas nos hace tenerle en gran estima. Me ha gustado mucho verle aprovechar ese poder y esa astucia para su propio beneficio.

Aunque no me ha parecido particularmente divertido, sí es un ejercicio conceptual muy interesante el juego de exprimentación con el hecho sobrenatural. Me refiero a los primeros momentos en los que se permite jugar con entrar y salir de la pantalla de cine. Es bonito que el cine se base en el corte y en el trucaje. Es decir: muchos de sus gags son posibles gracias al salto de plano, por primera vez el propio salto de plano no es el medio para conseguir el gag, sino que es el mismo contenido del gag.

Como suele ocurrir, cuando más bonito es el juego entre realidad y pantalla es cuando el truco es evidente. Me refiero en concreto a cuando le echan de la escena. No se está superponiendo una película, es que la pantalla de cine es simplemente un hueco que muestra un escenario. Por eso es tan bonito cuando se entra en la diégesis y se abandona el marco negro: la cámara se acerca al escenario y bien lo vemos en la perspectiva del decorado.

De lo que sucede a continuación podría enumerar todos los gags porque son todos brillantes. Ocurre algo muy bonito: como se asume que lo que vemos es un sueño, una ficción, se permite jugar con elementos que sorprenderían como demasiado artificiales en la obra de Keaton. Me refiero a un veneno, trampas mortales, bombas… Aquí se juega con todo ello y me resulta muy divertido. Disfruto muchísimo la circense partida de billar, en la que se debe esquivar la bola 13 por ser explosiva. Es una maravilla, los malos miran el juego aterrados y él disfruta sabedor de que va a ganar la partida sin tocar nunca la bola.


viernes, 29 de marzo de 2024

THE ACT OF KILLING

Dir.: Joshua Oppenheimer
2012
117 min.

Es arrolladora. Un retrato de la maldad único. Alejado de cualquier otro problema moral antes planteado. La impunidad del mal la hemos visto por ejemplo en “El experimento (2001)”. Hemos visto múltiples historias sobre nazis en las que los verdugos deshumanizan por completo a sus víctimas. Pero la situación en esta película es de una complejidad increíble: mientras que ellos tienen remordimientos por sus acciones, la sociedad en la que viven glorifica su masacre.

La misma película tiene elementos que nos hacen incomodarnos. Quizás uno de los momentos más potentes sea aquel en el que el protagonista y verdugo: Anwar Congo interpreta a una de sus víctimas. Es tremendo porque el actor sufre realmente al hacer esta escena. Hemos oído muchas veces a lo largo de la película que los fantasmas de sus víctimas le atormentan por las noches. Sabemos que tiene remordimientos. Pero en este momento se derrumba y no puede completar la grabación. Sabemos que cada quien lleva sus traumas como puede y nos generamos en la cabeza las justificaciones necesarias para sobrellevar nuestras acciones.

A pesar de ello es de no dar crédito sus comentarios a esta escena. Explica al director que la humillación a la que se ve sometido le aterroriza. Hasta tal punto retuerce la realidad que dice: Me he sentido como se sentían mis víctimas. Esta frase tan desubicada revela hasta qué punto él se distanciaba de las personas que torturaba. Pensaba tan poco en lo que implicaban sus acciones, que considera comparable un rodaje y una ejecución real. El disparate es tal, que el propio director interviene para señalarle el sinsentido.

El sufrimiento de este hombre nos sitúa en un lugar muy incómodo. Al fin y al cabo estamos viendo a un hombre destruido. Pero es un hombre con un pasado tan terrible que nos resulta imposible empatizar con él. Vemos una dosis de realidad abrumadora, lo que hay delante de la cámara es sólo una muestra de un padecimiento que ya dura décadas. Pero es un padecimiento que él mismo se ha buscado. No se trata de una sociedad como la nazi en la que se deba cumplir un ideario, es una revolución que se ha impuesto en ese país y con la que él ha decidido colaborar.

Pero no es la única persona que sufre en la película. Hay una recreación de una matanza en la que se utiliza a una serie de extras. Cuando la cámara corta vemos a mujeres y niños realmente conmocionados por lo que acaba de ocurrir. Hay una niña que llora mientras uno de los asesinos le felicita por la toma que acaba de realizar. Ya antes de esto hemos visto llorar a niños cuando un hombre mayor interpreta a una víctima. Los asesinos, buscando la violencia que ellos han aprendido del cine de gánsteres, no escatiman en gritos y maltratos. Los nietos de este hombre se tiran al suelo a intentar ayudarle sensiblemente afectados.

El aspecto político es enormemente único. Saben que lo que hicieron está mal. Pero no existen leyes que les vayan a condenar. Las convenciones de derechos humanos las rechazan. Hay quien opina que es mejor no desvelar la Historia no por mantener pulcra su imagen, sino para que eso no provoque inestabilidad social. Desde una perspectiva española es imposible no pensar que esas opiniones se vierten tan solo tras haber transcurrido 40 años de los crímenes y aquí seguimos sin querer desvelar los muertos de hace 80. Como muestra de lo próximo que está el asunto, un miembro del equipo de rodaje relata cómo teniendo él 11 años tuvo que recoger con la ayuda de su madre el cuerpo de su padre la mañana siguiente de que lo obligaran a abandonar de su casa. Hubieron de enterrarlo sin que nadie les ayudara para no ser asociados con comunistas.

Un miembro del gobierno visita el rodaje y el tipo también mantiene una posición delicadísima. Por un lado quieren mostrarse fieros para evitar revueltas de tipo vengativo. Se llega a explicitar que no hay levantamientos comunistas porque les temen. Pero por otro lado no le gusta el resultado de la escena porque le parece que les muestra como gente cruel. La palabra cruel se repite muchas veces. Buscan hacer ver que son capaces de cometer los actos que niegan haber cometido.

El líder de las juventudes es un tremendamente despreciable. Aficionado al golf. Baboso con las mujeres que le rodean… Las juventudes se declaran colaborativas en todo tipo de actividades ilegales. En sus discursos asegura que los comunistas son una amenaza para la patria. No deja de ser llamativo que un ideario como ese no tenga ningún problema en abrazar las formas de ocio estadounidenses: bolos, golf o el letrero de McDonalds con el que abre la película. El cine estadounidense, de hecho, es algo casi personal para nuestros protagonistas. Aparte de que su violencia es la que asimilan como estética propia, la venta de entradas a estas películas era parte importante de su sustento. Así la represión comunista a este tipo de cine les afectaba directísimamente.

Son los protagonistas de la película los que deciden cómo ha de ser. Esto provoca un par de escenas de una estética terrible. La icónica imagen de unas mujeres bailando saliendo de la boca de un pez incluye a un hombre gordo travestido. Casi al estilo de Divine en las películas de John Waters. La idea de estos zumbados es que interprete a un personaje femenino, grotesco y cómico. Cómico porque protagoniza escenas en las que sufre violaciones por comunista. Esta fealdad no se limita a la película que planean. Uno de ellos muestra a cámara una colección de figuras de cristal que va comprando por sus viajes a lo largo del mundo. Unas figuras terriblemente horteras, brillantes… Feísimo.

Por tratarse de un régimen cimentado en el odio a los comunistas, tienen la libertad como concepto clave. Enarbolan la etiqueta de gánster porque etimológicamente en su idioma significa hombre libre. Por supuesto resulta muy grotesco escuchar este valor en la boca de un régimen represor. El punto más llamativo a este respecto es un plano en el que unos coches esperan en un paso a nivel mientras lo atraviesa un tren. Por megafonía escuchamos por qué los ciudadanos deben obedecer las leyes de tráfico.


miércoles, 27 de marzo de 2024

JESUCRISTO SUPERSTAR

Dir.: Norman Jewison
1973
102 min.

El primer elemento que nos sorprende es la autocaravana de la que sale todo el elenco y empieza a repartir el atrezo, siendo el último objeto que bajan la cruz. Esta carta de presentación es suficiente para que la película tenga mi beneplácito. Este mismo elemento en un montaje teatral no habría sido tan disonante. Las convenciones del teatro dejan al público más tarea a la hora de construir la ambientación. En cine el vestuario y escenografía suele tener un resultado más pulido que nos transporta de manera más fidedigna al cronotopo que corresponda. Y es que los elementos más memorables son justamente los que se alejan de las convenciones del cine y se acercan más a las del teatro. Así por ejemplo es muy llamativo cómo los escenarios se reconstruyen sólo con ruinas. Las paredes del templo de Caifás están derruidas, las columnas no soportan ya ningún techo… Cuando se reúne el sanedrín lo hace en unos andamios metálicos que sí nos imaginamos en un teatro, pero que son muy disonantes en una película. Esa desnudez en el escenario recuerda a lo que después haría Lars von Trier en “Dogville”.

Me gustan los soldados romanos con camisetas de tirantes rosa, pantalones militares y casco brillantísimo. Me gusta el afeminadísimo Herodes. El mercado que desmantela en el templo de Jerusalén (no es la imagen más elaborada de la historia pero igualmente es llamativo cómo se venden a pollos cogidos por las patas y metralletas automáticas). En cierto sentido es una imagen propia de Jodorowsky. No me gusta tanto el duelo en el que Judas y Cristo se enfrentan una vez que ambos han muerto, me parece excesivamente teatral y que en cine pierde fuerza. Por lo demás Judas me gusta todo el rato. Me gusta cómo Judas grita desde un cerro mientras Jesucristo y sus seguidores entran a Jerusalén. La forma en la que se retuerce por el suelo, movimientos casi de simio. Toda la expresividad de Judas me encanta. El momento menos interesante que él protagoniza es su arrepentimiento ante Caifás, pero eso no es culpa directa de la película sino propiamente de la narración.

Un personaje que está curiosamente bien interpretado es el de Pilatos. Quizás sea el único que tiene una interpretación genuina. Es el más contenido. En el juicio a Cristo adquiere una posición totalmente comprensible. Me gusta (de nuevo recuso teatral) cómo se torna el agua en rojo de forma exagerada. Es poderosa la forma en la cuenta los latigazos que Cristo recibe.

Otra interpretación increíble es la espídica coreografía en la que sus seguidores empiezan diciendo que harían lo que fuera por él y poco a poco la letra le exige que muera por ellos. La voz principal luce unos enormes dientes. Una sonrisa perenne mientras agita todo su cuerpo. Aquí los planos fijos realizan fundidos en los que la multitud aumenta. Es una coreografía organizada pero sin mucha sincronía, el efecto es maravilloso.

Las cosas que menos me interesan es la relación personal de sus seguidores con Jesús. Entiendo que si la película hubiera dedicado más esfuerzos en construir un personaje de María Magdalena con el que empatizar, podría tener más interés su lamento. Pero es que ante todo hemos visto a Cristo como un ídolo de masas, como un sanador y un revolucionario político. Su relación con las mujeres del grupo sólo la hemos visto reprochada por Judas. Cuando la película se detiene en seco para que Magdalena pueda llorar, yo sólo podía pensar en lo largo que es un viacrucis y que había que continuar con la narración. Por el ritmo interno de la película, es la primera vez que vemos que la película se detiene. Va como un tiro. Se acaba una canción, un fundido, quizás un efecto un poco simpático de cámara y vamos que nos vamos. Nunca hay diálogo nunca hay silencios.

Sí me interesa muchísimo la relación de Jesús con Dios. No es ya sólo que le pida que aparte de él ese cáliz. Es que tiene serias dudas de que su muerte vaya a servir para algo. Toda la película recuerda varias veces que Jesús es un personaje que lleva en la esfera pública tres años. Ha conseguido que le llamen J.C. en la canción “Hosanna” y que los necesitados le atosiguen. Realmente tiene una capacidad de atracción increíble y hay muchísima gente que al ver cómo le apresan y cómo muere pierde todas las esperanzas que había puesto en él. Me gusta mucho esa postura en la que ha reunido tantísimo poder y no es capaz de hacer nada con él y, antes de que sus seguidores lo sentencien, prefiere sacrificarse. Es fácil pensar en líderes públicos actuales que tras haber conseguido el poder no han sabido cómo aprovecharlo. Cuando exige explicaciones a Dios vemos una sucesión de representaciones de la crucifixión a lo largo de la historia: su muerte será recordada. Otro de los momentos estelares de la película y alejado de lo teatral.


viernes, 22 de marzo de 2024

LUCKY

Dir.: John Carroll Lynch
2017
88 min.

Última película de Harry Dean Stanton. Va de un tipo que tiene que aceptar con realismo que va a morir. La emotividad de la película es mayor cuando piensas que realmente murió al poco de terminarla. La película está en gran medida dedicada al anciano actor. La primera vez que vemos su rostro es bajo un cielo azulísimo. Un azul muy plano que llena todo el cuadro. Un anciano andando por el desierto, la apelación a “Paris, Texas” es inevitable.

He de decir que creo que esta es la sutilidad y claridad que una película necesita. El protagonista literalmente descubre lo que es el realismo. Y él mismo explica que su concepción de la vida es que cada quién tiene su realidad. Relata que se marcha del cielo porque no le dejan vivir libremente. Pero la realidad es otra.

David Lynch también tiene una historia en un papel secundario muy sencilla. Una segunda visión de la historia de Lucky. Con una seriedad absoluta y muy devastado. Diciendo que un galápago es mucho más grande que una persona. Lo dice en el sentido de que vivirán más. El papel de Lynch es el de las fantasías. Prefiere creer que su galápago ha ido a buscar aventuras antes que asumir que se ha escapado y que no la volverá a ver. Esencialmente: que ha muerto.

Las historias que cuenta Lynch son maravillosas. La ternura con las que las cuenta te ponen en una dicotomía como espectador. No sabes si dejarte embaucar por su cuento o si reírte de sus relatos acerca de cómo la tortuga hacía planes elaborados para escapar del jardín de Lynch.

La escena final repite los planos de su rutina diaria; ahora vacíos. Asumimos que ha muerto. Uno de ellos se detiene un poco más que los demás y le vemos aparecer con sus andares de anciano, cuidando de sus rodillas. Entonces se detiene delante de un cactus enorme. Toda la película los cactus y los galápagos han simbolizado la eternidad, por ancianos. Básicamente Lucky se está enfrentando a la eternidad, a la muerte, donde se encuentra con la tortuga de Lynch. Mirada a cámara y sonríe.

En esta escena, aunque preciosa, quizás están dos de las mayores debilidades de la película. Por un lado una propia de la juventud de Estados Unidos. Es difícil ver a un ser vivo como algo eterno desde una Europa que tiene construcciones milenarias. Por otro lado el realismo de Lucky a lo único que le lleva es a la resignación. El enfrentarse a la muerte lo único que le enseña es a sonreír. Es una enseñanza simple, efectiva a nivel emotivo pero realmente pobre.

Es maravillosa la escena en la que se asoma al infierno. Con una música atronadora y él fumando. El único lugar donde se le permite. También se le ve acostarse en unas sábanas que marcan sus huesos como si fuera ya un cadáver mientras suena “I see a darkness” Johnny Cash siendo ya anciano.

Hay un tema que no se explicita nunca pero siempre está sobrevolando la película. Que la muerte es algo indeseable en sí misma. Hay personajes como Lynch que al descubrir que van a morir empiezan a pensar qué hacer con sus bienes materiales, o cómo pagar su entierro. Se preocupan por la burocracia de la muerte. Sin embargo Lucky no tiene ese problema. Su muerte no será una carga para nadie: no tiene familia. Sólo conocidos. Aún así la muerte es problemática. Sea como sea la vida que vaya a segar. Lucky no tiene planes de futuro. Tiene unas rutinas que le gustan, pero ninguna le apasiona. ¿Cómo habrían de hacerlo? Se basan en crucigramas, tabaco, concursos de la tele y Blody Marys. A pesar de todo, no quiere morir, tiene miedo a morir.

Es inolvidable la ternura del hombre cantando “Volver, volver” en una fiesta mexicana junto a unos mariachis.


viernes, 15 de marzo de 2024

LA EVASIÓN

Dir.: Jacques Becker
1960
131 min.

Imposible no acordarse de “Un condenado a muerte se ha escapado (1956)”. Precisamente al hacer esta comparación echamos de menos la sensación tan gratificante que vivimos con aquella. Tal es la frustración cuando vemos la mirada de Roland a Gaspard, que buscamos culpables. De repente ya me parece torpe la idea de haber arrancado la película con el muchacho novato que es acogido en el grupo perfectamente cohesionado. Pero sinceramente, esto no lo he pensado hasta que el fatal desenlace se divisa.

Aunque habría preferido verles pasear por la calle. La verdad es que este final me ha resultado sorprendente. Tanto nos encariñamos de los presidiarios, que resulta cruel el destino que la película tiene para ellos. De hecho, el único acto de maldad que les vemos ejercer en la película es aquel en el que abofetean a unos fontaneros que les roban el tabaco. Por lo demás son siempre amigables, ni siquiera se mencionan los delitos que les han llevado a la cárcel.

En cuanto al resto, es una maravilla. Es paciente, juega con muchos menos elementos que la de Bresson. El asunto principal para la huida es excavar un agujero para sortear un bloque de hormigón. Antes de llegar a esta excavación, la más laboriosa, hay una inicial en el suelo de la celda. Aquí la cámara con extrema osadía muestra cómo se desquebraja el suelo bajo los golpes de una rudimentaria herramienta a partir de una pata de hierro de la cama. Esto es una absoluta maravilla. El ruido es ensordecedor. Podemos ver cómo se les desliza el paño con el que agarran el metal. Sentimos cómo debe machacar sus manos esta tarea. La cámara enfoca al suelo. Cada vez que cambian de turno, la cámara realiza un pequeño tilt en vertical para mostrarnos al siguiente y acto seguido centra de nuevo su atención en el trabajo.

Aunque la tensión es constante, hay una escena en particular en la que el suspense es supremo: aquella en la que Roland y Manu bajan a las galerías por primera vez. Tienen que cruzar una cantidad de puertas que nos parecen miles. Sierran un barrote al que la cámara presta no poco tiempo. Hay un momento del todo lúdico en el que se esconden de una pareja de guardias tras una columna uno subido en los hombros del otro. Este descubrimiento es una delicia. La presión del momento es brutal, vemos el rostro de Manu a una altura que no debería y cuando se cambia el valor del plano, vemos el número circense. Formidable.

En esta misma secuencia hay un detalle precioso: si ya hemos elogiado el sonido de la película, la iluminación tampoco se queda atrás. Llevan una tosca lámpara de aceite para alumbrar su camino. En un momento dado, que se asoman a la compuerta de una alcantarilla, han de iluminar alternativamente la galería en la que ellos se encuentran y el pasadizo por el que corre el agua. Hay un juego de iluminación con una sincronía pasmosa. Las dos estancias se iluminan en virtud de dónde están colocando la llama. Una delicia.

Los cuatro reclusos originales son tremendamente carismáticos. Resulta increíble que Roland no fuera actor profesional. Tiene una presencia brutal ante la cámara. Philippe Leroy en el papel de Manu tiene un atractivo arrollador. La simpatía de Monseñor es preciosa. Incluso la película consigue que nos encariñemos del guardia Grinval.


viernes, 8 de marzo de 2024

ALICE

Dir.: Jan Švankmajer
1988
86 min.

El stop motion por supuesto es el protagonista indiscutible. Pero otro aspecto que está tratado con mucho cariño son las texturas. Los metales de los cacharros de cocina. Las telas. Las maderas en suelos y muebles. Las paredes desconchadas. El serrín que está dentro de todos los muñecos y de forma particular en el conejo blanco.

Busca el horror continuamente. Dada su presencia a lo largo de toda la película puede explotarlo mucho con el conejo blanco. Los ojos terriblemente saltones. El serrín que le sale de la barriga cada vez que saca su reloj… Los ruidos terroríficos que hace al mover las mandíbulas… De hecho es él quien recrea el plano de “La carreta fantasma” de la puerta y el hacha.

Todos los episodios están enmarcados en una habitación. Cada encuentro es un cuarto distinto. Esta forma de moverse por una casa en la que no sabemos qué nos vamos a encontrar da un aspecto de película de miedo clásica. Es muy inquietante por ejemplo cuando aprende a utilizar el hongo para crecer y encoger. Vemos una habitación que solo tiene unos árboles falsos y una lámpara que cuelga del techo. Que la cámara contemple algo tan simple con tanto asombro, da miedo.

Los otros personajes terroríficos son los animales que tratan de echar a Alice de la casa del conejo blanco. Estando ella atrapada porque es demasiado grande empiezan a perseguirle varios animales. Todos ellos tienen cráneos en lugar de cabezas. Es bastante inquietante que muchos sean pájaros. Gorriones quizás. No tienen cabeza pero tienen un vuelo bastante realista. Esta escena se me hace larga, pero por lo menos me regala la siempre divertida imagen de un pájaro con brazos.

Donde se permite ser más desquiciada es en la escena del sombrerero loco. Cada vez que un personaje interviene una voz de niña sale de unos labios que solo vemos en primer plano. Todos los personajes, por tanto, tienen la misma voz y casi siempre la voz narradora acota diciendo quién ha dicho la frase. Esta explicación siempre es innecesaria porque siempre vemos moverse al ser que está hablando. Por lo tanto cuando el sombrerero exige una y otra vez cambiarse de asiento para usar una taza limpia siempre escuchamos un dijo el sombrerero loco que hace todo el asunto mucho más frenético, obsesivo y enfermizo. Los engranajes de relojes se llenan de mantequilla, las botas del sombrerero avanzan a la silla sucesiva, el té se derrama por toda la marioneta, la cuerda de la liebre chirría, se le descuelga el ojo a la liebre… Es la escena donde la película más disfruta.

Hay un gusto por las cosas. Así antes de introducirnos a la pesadilla la cámara ha recorrido toda la habitación. Llena de cosas. Cosas que después representarán los distintos seres con los que se encuentre Alice. Cuando está cayendo por la madriguera del conejo (situada en el interior de un cajón) vemos baldas llenas de objetos. Es señalable que, aunque vemos a la niña al lado de un río, esto ya es parte de la fantasía o quizás preludia otro sueño del que la película nunca despierta. Pero el caso es que se nos dice que ese río no es real. Es lo que la niña imagina y que en su lugar sólo hay una taza de té. Entre ambos planos de realidad la narradora nos dice que estamos a punto de ver una película hecha para niños… quizás.

Es recurrente el hecho de que al abrir un cajón se desencaje el tirador y Alice deba abrirlo con un dedo o haciendo palanca. A mi parecer, demasiado como para que la niña no se haya dado cuenta ella sola.

Aunque la escena me parece muy corta, me ha gustado mucho la representación de la oruga sobre el hongo. Es un calcetín. Toda la habitación en la que vive la oruga está plagada de calcetines que devoran el suelo llenándolo de agujeros. La intervención de la oruga es mucho menos inquisitiva que la que veíamos en “Alicia en el País de las Maravillas” de Disney.


viernes, 1 de marzo de 2024

EL OJO DE LA AGUJA

Dir.: Richard Marquand
1981
112 min.

El carisma de Donald Sutherland es tal, que nos resistimos a creernos que la película vaya a decantarse por los aliados en la Guerra Mundial. Su aspecto alargado, sus ojos clarísimos, su cara finísima, su acento inglés… Todo el personaje está diseñado para seducir ¡y vaya si lo hace! Los nazis no pueden llegar a saber que los aliados desembarcarán en Normandía. El malo no puede ganar en una película. Pero lo deseamos con todas nuestras fuerzas.

Siempre está despierto. Ha de cometer algunos fallos para alargar la trama, pero aún así cuanto hace es admirable. Es curioso que su caballerosidad sea lo que dé la derrota a Alemania. En su entrenamiento supongo que aprendió que la violencia no debe ejercerse contra mujeres y niños. Efectivamente no tiene ningún problema en matar a absolutamente nadie salvo a los dos únicos supervivientes de Storm Island. La otra lectura que puede darse es que la derrota de Alemania se deba a la debilidad carnal del protagonista. Uno podría pensar que no mata a todo el mundo en esa isla por poder acostarse con la mujer de la isla.

La película es británica y ha heredado gran parte de la sofisticación de las películas del Hollywood clásico. Hay que agradecer todo el estilo que tiene. Es muy agradable de ver. Nos cuelan la historia romántica casi sin darnos cuenta. Es una maravilla la constatación de que el destino de la política mundial queda en manos de dos personas. Contactar con el submarino es lo único que cambiará el curso de la historia y ese contacto depende sólo de dos personas en el mundo.

Resulta bonito que el protagonista tenga como nombre en clave la Aguja. Cualquier persona que se le ponga en su camino tendrá que enfrentarse muy probablemente al puñal con forma de aguja que clava con tantísima facilidad. En general actúa esquivando las consecuencias de cuanto hace. La manera de deshacerse de una moto, de robar un barco…

La lucha final a la desesperada es impresionante también. Correr varios kilómetros bajo la lluvia, a un paso militar. Seguir peleando pese a haber perdido los dedos de una mano. Montarse en una barca con un tiro en la pierna. En última instancia tratar de remar teniendo en el tronco un disparo de bala con orificio de entrada y de salida.